martes, 9 de abril de 2024

Qué significaba originalmente la palabra "hereje" y por qué se convirtió en sinónimo de condena

Como muchas otras palabras, "herejía" viene del griego hairesis (αιρεσις) . Y como ocurrió con varias, en algún momento se alejó de su significado original. Pero ésta pasó de ser un término esencialmente neutro para convertirse en una condena potencialmente fatal.

(Imagen: Getty Images).

Lo curioso es que todo empezó con Jesús de Nazaret, un predicador y líder religioso judío que desafió a las autoridades al declararse el "hijo de Dios". ¿Un hereje en el sentido que conocemos hoy?

El término griego hairesis significaba básicamente "algo que fue elegido", y se aplicaba sobre todo a médicos y filósofos. , Por ejemplo: si alguien pertenecía a una determinada escuela de medicina, digamos que era seguidor del médico Galeno, entonces pertenecía a la "herejía de Galeno".

El término sencillamente indicaba la elección de una tradición reconocida de pensamiento y práctica a seguir, y podía tener connotaciones positivas, pues implicaba que se había usado el intelecto para tomar decisiones independientes.

Eso no quería decir que no hubiera discusiones, y hasta acaloradas, pero así un hereje platónico no estuviera de acuerdo con uno estoico, lo que se reprochaban eran las ideas, no el hecho de que fueran herejes, pues ambos lo eran.

La herejía era una elección

Pero cuando apareció el cristianismo, la elección instantáneamente se convirtió en algo malo, porque Jesús dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida", no dijo "Soy uno de los caminos, una de las verdades, una de las vidas". Así que no se permitió más la elección.

Con una sola verdad, esa nueva fe que cada vez ganaba más fieles y en cuestión de pocos siglos cautivó a quienes la rechazaban, era imperativo que no hubiera lugar siquiera a la duda. Pero, ¿cuál era esa verdad?

Muchas verdades

El cristianismo nació en la parte oriental del Imperio Romano, una zona en la que no escaseaban las "verdades".

Había abundancia de dioses; los romanos mismos adoraban a doce principales y a decenas más y, como politeístas, en principio no veían nada fundamentalmente malo en que hubiera más deidades, así que a los suyos se sumaban varios locales.

Pero el politeísmo no era el problema más grave para la nueva fe cristiana, la mayor amenaza para las autoridades eclesiásticas sería el enemigo interno: los herejes.

Tomó un tiempo para que la palabra absorbiera el significado que tendría, pues no se puede ser hereje, en el sentido cristiano, sin desviarse de una ortodoxia (del griego orthódoxos, "de la opinión o creencia correcta"-, y eso no fue automático.

Al principio se contaron muchas historias diferentes sobre Jesús, incluso algunas que no lo retrataban de una manera tan favorable. Entre los textos considerados apócrifos, por ejemplo, está el "Evangelio de la Infancia de Tomás", compuesto a mediados del siglo II d.C., en el que el pequeño Jesús aniquila a quienes los irritan y destruye a quienes simplemente lo molestan, según se relata en el mismo.

Los Manuscritos de Nag Hammadi, hallados en 1945 en Egipto, son un ejemplo de esa amplia gama de puntos de vista religiosos de los primeros cristianos.


Páginas de los manuscritos de Nag Hammadi (Foto: Museo copto de El Cairo, Egipto).

Los gnósticos, por ejemplo, pensaban que el mundo real era malo, incapaz de contener o derivar de una verdadera divinidad, por eso -según su visión- Jesús no había estado realmente en la Tierra: lo que se vio, sostienían ellos, fue un espectro.

Para ellos, los cristianos debían encontrar su propio camino al cielo explorando sus sentimientos personales, sin participar en rituales vacíos que no cuentan con la aprobación clara de Cristo.

Aunque tomó siglos, los gnósticos fueron silenciados y erradicados, pero surgirían enemigos internos aún más peligrosos, notablemente los arrianos, una doctrina mejor organizada y más influyente dispuesta a cuestionar la ortodoxia: llegaron a retar nada menos que las decisiones de la Iglesia sobre la naturaleza de la divinidad de Jesús.

Para una institución que estaba ganando cada vez más poder en el mundo, era necesario adoptar una versión única, una verdad que facilitara el reclutamiento de conversos y que separara a "ellos" de "nosotros", incluso dentro de sus propias filas.

Alta peligrosidad


En el año 381 d.C., Teodosio I, emperador del Imperio Romano oriental, emitió un decreto en el que todos sus súbditos debían suscribir la creencia en la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

"Autorizamos a los seguidores de esta ley a asumir el título de cristianos ortodoxos; pero en cuanto a los demás, ya que, a nuestro juicio, son locos tontos, decretamos que serán marcados con los nombres ignominiosos de herejes", dictó el emperador.

El edicto definió la ortodoxia cristiana y puso fin a un animado y amplio debate sobre la naturaleza de la Divinidad; todas las demás interpretaciones fueron ahora declaradas heréticas. Por primera vez en mil años de civilización grecorromana el libre pensamiento fue suprimido sin ambigüedades.

Lo que significaba "elección" bajo el reino de la Iglesia cristiana se transformó en "error" y cualquier cuestionamiento o desviación de la ortodoxia era "herejía", en su nuevo significado.

Aunque al principio, apenas 50 años después de que los cristianos llegaran al poder, pueblos enteros de herejes fueron masacrados en parte del Imperio, y textos como el Código Teodosiano, promulgado en 438 por Teodosio II, son la mayor evidencia de esta persecusión.

El último libro está repleto de leyes contra los herejes. Dice que serán multados con tal o cual cantidad de oro, serán azotados con plomo y pesas, perderán sus casas, perderán sus trabajos, serán expulsados de las ciudades, serán exiliados. Hay amenazas de violencia física, pero la presión social tiene un efecto poderoso, así que una de las primeras cosas que hacen para reprimir a los herejes es amenazar sus medios de vida.

No obstante, más tarde, en vísperas de la Inquisición, las cosas intensifican. En ese período, herejía es una palabra extremadamente peligrosa.

Una transformación más


"Galileo Galilei ante el Santo Oficio en el Vaticano", de Robert Fleury (Foto: Getty Images).

La acusación de herejía no se limitó a la doctrina puramente religiosa. Las autoridades temían a los herejes por un lado porque desafían el "pensamiento puro acorde con la verdad que las autoridades quisieran fomentar", y por otro porque "si los herejes demuestran que las creencias oficiales y expresadas por la autoridad son erróneas, la autoridad pierde toda justificación".

Eso explica por que, por citar uno de los más conocidos ejemplos, los cardenales de la Iglesia Católica intentaron silenciar a Galileo. La idea de que la Tierra gira alrededor del Sol, como aseveró el astrónomo italiano al que la Inquisición tachó de hereje, no ponía en peligro obviamente las almas de las personas, pero contradecía lo que la Iglesia entonces decía que era verdad. Y eso amenazaba con mellar su poder, que se extendía en todos los campos.

Con el paso de los siglos, la palabra "hereje" empezó a usarse no sólo para describir el desafío a una autoridad religiosa sino a autoridades de otros tipos. En su segunda acepción en el Diccionario de la Lengua Española, aparece "Persona que disiente o se aparta de la doctrina o normas de una institución, una organización, una academia, etc.".

Y no fue la única que cambió. Su contraparte, "ortodoxo", aparece en el mismo diccionario como "Conforme con la doctrina fundamental de un sistema político, filosófico, etc." y "Conforme con hábitos o prácticas generalmente admitidos".