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lunes, 8 de septiembre de 2025

Más allá de Freud: Edipo y Electra en relación con los adolescentes de hoy

Un caso universal: a los 16 años, Marta -llamémosla así- no podía soportar a su madre. Todo lo que decía le parecía una crítica. Su forma de vestir, sus opiniones, incluso el modo en que le servía la comida: todo lo interpretaba como juicios personales hacia ella. Era como si estuvieran en una guerra constante donde cualquier frase podía iniciar una discusión.  

(Foto: Yakobchuk Viacheslav / Shutterstock).

En cambio, con su padre era otra persona: se mostraba dulce, receptiva y buscaba su aprobación constantemente. Para muchos adultos, este tipo de situaciones es sólo parte de la llamada "edad del pavo". Sin embargo, desde una mirada psicológica, estos gestos pueden reflejar un proceso más profundo: una etapa simbólica que todo adolescente atraviesa a su manera.

Se trata del proceso de separación-individuación, conocido en el psicoanálisis clásico como complejo de Edipo o Electra, y que hoy se reinterpreta como una fase natural del desarrollo emocional en la que el adolescente busca diferenciarse psíquicamente de sus figuras parentales. Ya no se concibe necesariamente ligado a la sexualidad o al deseo, sino a la necesidad de construir una identidad autónoma.

Una tensión necesaria para crecer

Este conflicto, originalmente descrito por Sigmund Freud, suele ubicarse en la primera infancia, pero en la adolescencia se experimenta de nuevo con otros matices. El adolescente deja de ver a sus padres como figuras omnipotentes y comienza a cuestionarlos, compararse con ellos, rivalizar e incluso idealizarlos.

Hoy, además, este proceso se ve influido por la exposición constante a redes sociales y entornos digitales, donde los adolescentes encuentran nuevos modelos de identidad, valores y formas de relación que pueden chocar o alejarse de los de su familia. Este proceso es conflictivo, pero esencial: representa el primer paso hacia la autonomía emocional y la identidad adulta.

Redefinición de vínculos

Álex -llamémoslo así también- , de 17 años, siempre tuvo una relación cercana con su madre. Pero desde hace un año, cualquier gesto suyo le resulta irritante. La percibe como invasiva, controladora y, sobre todo, incapaz de entenderlo. En cambio, con su padre, que está menos presente, mantiene una relación ambivalente. A veces lo admira profundamente, otras veces lo desafía. Cuando lo supera en algún juego o discusión, siente una victoria que va más allá del momento: es la prueba de que ya no es un niño.

Este tipo de dinámicas, lejos de ser una excepción, son hoy entendidas como expresiones de un cambio estructural en la identidad y la transición a la vida adulta. Es un momento en el que el joven deja de identificarse de manera exclusiva con sus padres para buscar o crear sus propios referentes. Este proceso se conoce como redefinición de vínculos primarios.

Del mito freudiano a la adolescencia de hoy

Freud planteaba que, durante la infancia, el niño desarrolla un vínculo emocional fuerte con uno de sus progenitores y una rivalidad inconsciente con el otro. Esa tensión se resuelve al aceptar los límites impuestos por la realidad –por ejemplo, la imposibilidad del deseo incestuoso– y al interiorizar figuras de autoridad.

Hoy se sabe que la resolución de estos conflictos no sigue un patrón universal ni sexualizado. Las relaciones familiares son más diversas, incluyendo familias monoparentales, homoparentales y composiciones multigeneracionales. A esto se suman cambios en los modelos de crianza, más dialogantes y menos jerárquicos, que ofrecen a los adolescentes mayor espacio para expresarse, pero también más responsabilidad emocional antes de estar totalmente preparados.

Límites internos ante la influencia materna o paterna

Lo que no cambia, incluso en los distintos tipos de familias, es que todo adolescente necesita aprender a poner sus propios límites internos -decidir hasta dónde se deja influir-, diferenciarse emocionalmente de sus padres para no vivir bajo su sombra y buscar otras figuras de referencia, dentro o fuera de la familia, que le ayuden a construir su identidad.

Este proceso no es un trastorno, sino un ritual social y psicológico de separación e individuación. Si en la infancia el niño dependía emocionalmente de sus padres, en la adolescencia necesita liberarse de esa dependencia para construir su identidad. El conflicto tiene una función: ayuda a romper los lazos simbólicos de fusión y a establecer una distancia saludable. Y no se da necesariamente con el progenitor del mismo sexo, sino con quien representa la autoridad, el control o la sobreprotección, sea quien sea. En otros casos, aparece una idealización del otro progenitor o de una figura externa, que actúa como espejo de los deseos del adolescente.

Ambos comportamientos, el rechazo y la idealización, pueden combinarse, como en el caso de la citada Marta, que se distancia de su madre mientras idealiza a su padre, pero también pueden darse por separado: hay adolescentes que idealizan al progenitor menos involucrado. Lo esencial no es la forma concreta que adopta, sino la función simbólica: diferenciarse de quien ejerce control y apoyarse en otra figura que ofrezca un espejo para construir la propia identidad.

¿Qué pasa si no se resuelve?

No todos los adolescentes logran atravesar este periodo con facilidad. En algunos casos, especialmente cuando no se da esa rebeldía o se reprime, quedan atrapados en una lealtad inconsciente que les impide despegar. Jóvenes que siguen buscando aprobación excesiva de sus padres o que no se atreven a tomar decisiones por miedo a decepcionarlos pueden estar experimentando una dependencia emocional crónica.

Del mismo modo, quienes eligen parejas con características muy similares a las de sus progenitores, sin cuestionar si eso les hace felices, pueden estar repitiendo patrones no resueltos. Resolver este conflicto no significa romper la relación familiar ni dejar de querer a los padres, sino redefinir el vínculo desde una posición más simétrica y autónoma.

¿Cómo acompañar esta transición?

La familia tiene un papel central en este proceso. Lejos de juzgar o minimizar los cambios, lo ideal es que los adultos puedan comprender que el conflicto es parte del crecimiento. Algunas estrategias útiles son:

• Validar las emociones sin juzgar: el malestar adolescente necesita contención, no corrección inmediata.
• Aceptar la crítica sin personalizarla: cuando un adolescente cuestiona todo, está explorando nuevos valores.
• Dar espacio sin abandonar: los jóvenes necesitan experimentar el mundo por sí mismos, pero sabiendo que tienen una base segura a la que volver.
• Poner límites claros pero negociables: la autoridad rígida puede aumentar la rebelión; en cambio, los acuerdos favorecen la responsabilidad.
• Evitar los triángulos: no es recomendable que un progenitor se alíe con el hijo para criticar al otro; eso refuerza el conflicto y genera más confusión.

En este contexto, las redes sociales y las interacciones digitales también juegan un papel ambivalente: pueden ofrecer apoyo y nuevos referentes positivos, pero también exponen al adolescente a comparaciones constantes y presiones de imagen que afectan su autoestima. Por eso, la escuela, el grupo de amigos y figuras externas son claves para ofrecer modelos de relación saludables y diversos.

Del conflicto al reencuentro: el inicio de un nuevo vínculo

Con el tiempo, Marta, aquella adolescente que discutía con su madre y buscaba refugio en su padre, empezó a cambiar. No fue de un día para otro. Pasaron varias crisis, llantos, distancias y reconciliaciones. Pero un día, ya con 18 años, se sorprendió al notar que disfrutaba conversar con su madre sin pelear. Que su padre ya no era tan "perfecto" como lo veía antes. Y que ella, Marta, podía decidir por sí misma. Ya no necesitaba la aprobación para sentirse válida, ni la rebelión para sentirse libre. Había aprendido a ser ella misma.

De manera similar, Álex también logró dar ese paso. Tras meses de distancias y choques con su madre, empezó a escucharla sin sentirse amenazado y a relacionarse con su padre sin idealizarlo ni competir constantemente. Descubrió que podía pedir consejo sin someterse, y defender sus decisiones sin romper los lazos. Para él, como para tantos adolescentes, resolver este conflicto significó dejar de ser "el hijo de" para empezar a ser él mismo.

El proceso de diferenciación emocional en la adolescencia es un rito de paso. Detrás del caos emocional, las contradicciones y los conflictos, está el nacimiento de un sujeto con identidad propia. Y como todo nacimiento, viene con dolor, desconcierto y también con esperanza. No se trata de eliminar el vínculo con los padres, sino de transformarlo. Pasar de un amor basado en la necesidad a un amor basado en la libertad. Pasar de la obediencia ciega al diálogo. De la imitación a la creación.

(Fuente: The Conversation / varios / redacción propia)

lunes, 1 de septiembre de 2025

Según un estudio, la terapia encabeza el top 10 de los principales usos que se les da a los chatbots

Usar Chat GPT u otros motores de inteligencia artificial como si fuesen psicólogos o como apoyo emocional es una práctica cada vez más frecuente.

(Foto: maldita.es).

La terapia ocupa el primer lugar en el top 10 de los principales usos que se le da a los chatbots, según un estudio de la revista Harvard Business Review, desplazando a otras búsquedas específicas. A su vez, un estudio de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, afirma que la predisposición de la inteligencia artificial a complacer al usuario puede propagar la desinformación y vulnerar la autonomía de la persona.

“Con estos bots sucede lo mismo que con redes sociales como Tik Tok: vamos en busca de respuestas cerradas. Así como hay un tip de limpieza para las zapatillas mucho mejor que el de los últimos 15 años, pareciera ser que eso se amplía a todos los aspectos y hay un tip para que enfermarse o para que se vaya la angustia. Buscamos respuestas cerradas y recetas mágicas para todo el universo”, reflexiona Malena Sartoretto, psicóloga especialista en infancias y ciudadanía digital.

Según detalla, justo ahí radica la diferencia con el trabajo del psicólogo. Los profesionales de la salud mental tratan directamente con la singularidad del paciente y éste, en cada sesión y charla, puede escucharse a sí mismo y reflexionar. Por su parte, los psicólogos acompañan este proceso al sentarse, escuchar y meditar junto con la persona.

“Con la IA parece que estamos teniendo una conversación artificialmente construida, pero en realidad nos da respuestas que no nos permiten repensar. Deberíamos tomarlo más como un Encarta o una Wikipedia, no como un par”, manifiesta Sartoretto.

La terapia ocupa el primer lugar en el top 10 de los principales usos que se le da a los chatbots (Foto: Harvard Business Review).

En este marco, de manera reciente, OpenAI, creadora de Chat GPT y MIT Media Lab realizaron dos estudios en conjunto y detectaron que así como las charlas con las IAs pueden ayudar a las personas a aliviar la soledad, también puede aumentar la dependencia emocional y el aislamiento social. Las investigaciones demostraron que los participantes que confiaban más en esta IA y dialogaban con frecuencia con ella eran más propensos que otros a sentirse solos y tener más dependencia.

A su vez, quienes interactúan con la IA en un tiempo breve sintieron un mayor bienestar. En su momento, OpenAI advirtió: “ChatGPT no está diseñado para reemplazar ni imitar las relaciones humanas, pero las personas pueden optar por usarlo de esa manera debido a su estilo conversacional y sus amplias capacidades”.

Con respecto a la relación entre el profesional de la salud mental y la IA, Sartoretto opina: “Es un robot y jamás nos va a decir que no sabe, a diferencia de los psicólogos que partimos desde el no saber: no conocemos la historia del paciente en principio. Uno tiene que habitar ese ‘no saber’ y me parece que estamos en un momento como sociedad en el que nos angustia la falta de respuestas. Nosotros lo podemos usar como herramienta para corregir errores ortográficos o para diagramar una sesión para un sujeto que no conocemos, pero luego, como todos, tenemos que ir con cuidado y entender que a veces no hay respuesta para todo”.

Recetas mágicas

Si bien la IA puede retomar conversaciones pasadas, no tiene en cuenta el contexto en el cual la persona se encuentra ni la capacidad para ahondar en temas profundos, como su pasado. Algo similar parece ocurrir con los coaches de salud y bienestar o "health coaches" que, a través de reels de uno a tres minutos, ofrecen "tips" para superar momentos de angustia en un mundo que quiere todo de manera inmediata.

“El problema es que el bienestar se convierte en una venta mercantil y así te dan ‘diez cosas para estar mejor’. De esta manera, una vez más, corremos el foco del tratamiento singular del malestar y volvemos a la lógica de la receta mágica, universal y generalizable. No importa si estamos hablando de niñeces, adolescencias o adultos, hay un malestar generalizado y también hay una respuesta generalizada para paliar eso”, sentencia Sartoretto y agrega: “Me parece que hay que volver a la lógica singular y humana, a la detención, a la escucha y a volver a sembrar la pregunta en tiempos de respuestas para todo y todos”.

(Fuente: Agencia de Noticias Científicas / UNQ)

jueves, 17 de julio de 2025

Utilizar inteligencia artificial como psicólogo ya es un hábito para los argentinos: empezamos a descubrir su impacto negativo

Tarifas de psicólogos, psiquiatras y medicamentos difíciles de pagar y recursos insuficientes. Según la OMS, cerca del 70% de la gente con algún problema de salud mental no recibe tratamiento. No es de extrañar que cada vez más usuarios tengan el hábito de utilizar los chatbots como psicólogos. Y recién estamos empezando a descubrir su impacto en la psiquis humana. 

(Foto: Shutterstock).

¿Cuál es la verdadera capacidad de la IA para intervenir en la salud mental? ¿La figura del psicólogo corre riesgo de ser reemplazada por ella? Hay incipientes papers de investigaciones científicas que evaluaron el desempeño de herramientas conversacionales como ChatGPT de OpenAI, Claude de Anthropic y Gemini de Google.

Procedimientos terapéuticos genéricos: la IA no logra ir más allá

La Universidad Nacional de San Luis entrenó a asistentes virtuales para atender casos de consumos problemáticos ocasionados por cannabis, cocaína, alcohol o ludopatía. La conclusión fue que, si bien hubo escucha activa y respuestas adecuadas, los bots subestimaron signos de riesgo para la salud del paciente. Y, ante casos más complejos de ideación suicida, se limitaron a sugerir contactar con un profesional.

María Paz Hauser, doctora en Psicología de la UNSL dijo en entrevista: "A diferencia del chatbot, un terapeuta humano entrenado evalúa un amplio abanico de estrategias preventivas y de intervención en consideración de la persona concreta que tiene enfrente, y no da propuestas genéricas como puede ofrecerlas un asistente virtual". Y este problema no es el único que resuena.

ChatGPT no es un "therapy bot"

Es común que muchas de las personas que relatan sus problemas a los chatbots, cavilan y consideran que sus consejos mejoran sus cuadros, como ansiedad y depresión, pasen por alto la naturaleza de estas IA y confundan los límites de su alcance. La falta de criterio profesional, mal manejo de la información, y cuestiones relativas a la privacidad y seguridad del usuario son algunas de las problemáticas que conllevan.

“Es fundamental tener en cuenta que ChatGPT no es un chatbot con finalidades terapéuticas”, advertía el psiquiatra Mariano H. Castelli. “Se está utilizando un dispositivo que no tiene ni conciencia ni emociones, que no sabe de la experiencia interpersonal, del encuentro humano y de lo que está en juego. Por eso, carece de lo que hace al registro profesional de lo que le pasa a un paciente: la escucha activa, la contención, el manejo de los tiempos, la lectura del lenguaje no verbal”, agrega.

Si bien las diferencias entre una IA y un humano parecen obvias, es necesario remarcar que éstas también tienen sesgos. Sesgos que no son construidos del mismo modo que los de un humano, sino que son creados por empresas en su entrenamiento.

No es lo mismo analizar a un paciente que, por ejemplo, vive en la India, con bajos recursos, parte de otros grupos vulnerables y un historial de exposición a traumas repetidos que analizar a uno que vive en Estados Unidos, que, además, cuenta con más recursos y no ha estado expuesto a esa clase de violencia y destratos.

Por otra parte, la información de nuestros chats muchas veces es usada dentro de las empresas para generar entrenamiento en próximas actualizaciones del sistema. "No es que nadie lo va a leer", como argumentaba el influencer Tomás Mazza al asegurar que ChatGPT le había provocado "beneficios emocionales".

Por último, este año se han divulgado casos de psicosis inducida por uso intensivo de ChatGPT y otras IA. Aunque pueda parecer anecdótico, es un recuerdo más de lo mucho que desconocemos del impacto de las inteligencias artificiales en nuestras vidas diarias y, especialmente, en nuestra salud mental.

¿Y los chatbots para terapeutas?

Todo lo que hemos visto ahora son meras advertencias de las consecuencias de preferir conversar con una IA antes que con un profesional de la salud, si es que contamos con los recursos. Sin embargo, no todo tiene que resultar alarmista. En varios países el debate por la regulación de las IA ya es una realidad, y más pronto que tarde tendrá que aparecer una legislación que proteja a los usuarios y salvaguarde sus datos sensibles.

Este artículo de AIMultiple (en inglés) sugiere que hay formas en que las IA pueden ser integradas por los psicólogos, terapeutas, psiquiatras y otros agentes de salud mental para agilizar los procesos, efectuar filtros y mejorar los tiempos de atención y acompañamiento.

Así, los chatbots podrían ayudar en la incorporación de pacientes, en un pre-diagnóstico de la enfermedad, ofrecer sesiones de diálogo programadas disponibles las 24 horas del día y desde cualquier lugar, hacer un seguimiento del progreso y prevención de crisis. Además, la ventaja es que pueden ser entrenados en terapia dialéctica conductual (DBT), terapia de aceptación y compromiso (ACT) y terapia cognitivo-conductual (CBT), para ampliar sus posibilidades de adaptación en cada caso.

Por el momento, las aplicaciones beneficiosas de la IA en el tratamiento de la salud mental están, aparentemente, por venir. Hasta ahora, sólo conocemos sus desventajas y sus peligros.

(Fuente: Xataka Argentina / redacción propia)

lunes, 30 de junio de 2025

"La interpretación de los sueños": el libro que cambió la manera de conocernos

En 1899, mientras el siglo XX despertaba, se publicó una obra que cambiaría la forma en que la humanidad se interpreta a sí misma. En alemán se llamó "Die Traumdeutung". Con este libro, comenzó una revolución en el campo de la psicología: la posibilidad de que los sueños tengan sentido y de que el inconsciente dirija gran parte de nuestra vida.

Sigmund Freud (Foto: Shutterstock).

Más de un siglo después, las ideas de Sigmund Freud sirven de base a gran parte del pensamiento contemporáneo, no sólo en el ámbito de la psicología, sino en la forma en que la humanidad se entiende a sí misma.

Un deseo reprimido

Durante siglos, los sueños fueron vistos como meras fantasías sin sentido o como presagios. La revolución freudiana consistió en afirmar que los sueños tienen un significado, y que descifrarlo nos permite asomarnos al inconsciente, ese territorio oculto donde se guardan nuestros deseos, miedos y conflictos más profundos.

Freud escribió: “El sueño es la realización disfrazada de un deseo reprimido". Esta idea, simple en apariencia, sacudió los cimientos de la psicología y la filosofía occidentales.

Acceder al inconsciente

El texto no sólo introdujo el concepto de inconsciente como categoría científica, sino que también ofreció una metodología para acceder a él: el análisis de símbolos, la asociación libre, y el reconocimiento de que nuestros impulsos más íntimos se expresan a menudo de forma indirecta. 

Este enfoque abrió caminos no sólo en el campo de la clínica psicoanalítica, sino también en la literatura, el arte, el cine y la crítica cultural.

Desafío a la racionalidad

El valor del libro no radica únicamente en su teoría, sino también en su coraje intelectual. Freud, médico de formación, se atrevió a desafiar los dogmas científicos de su tiempo, proponiendo que no somos seres plenamente racionales y conscientes, sino que estamos gobernados, en gran medida, por fuerzas invisibles. Hoy puede parecer obvio, pero en la Viena de finales del siglo XIX era una idea casi subversiva.

"La interpretación de los sueños" marca el punto de partida del psicoanálisis como disciplina y establece el método de exploración del inconsciente a través del contenido onírico.

Riqueza literaria

Además, es un texto que sorprende por su riqueza literaria. Freud no sólo explica conceptos: narra, argumenta, se confiesa. Mezcla observaciones clínicas con sus propios sueños, incluyendo el famoso sueño de la inyección de Irma, inaugurando así un estilo de escritura que combina la precisión científica con la introspección humanista.

Su influencia fue inmediata en algunos círculos y resistida en muchos otros. Como suele ocurrir con los grandes innovadores, Freud fue ridiculizado, combatido y, finalmente, aceptado. Años después, sus ideas no sólo impregnaban la psicología, sino también la literatura de Kafka, el arte de Dalí o la arquitectura conceptual de las ciencias humanas.

Hoy sigue siendo un libro que interroga, provoca y estimula. En un tiempo donde la velocidad y la superficialidad dominan, Freud nos recuerda que comprendernos requiere detenernos, escuchar nuestros propios relatos oníricos y aceptar que somos más complejos -y más fascinantes- de lo que parece.

(Foto: composición propia).

Freud y la neurociencia moderna

A pesar de las críticas que ha recibido desde algunos sectores científicos, especialmente por la falta de verificación empírica de muchas de sus tesis, Freud no ha sido del todo desacreditado por la neurociencia moderna. Si bien es cierto que hoy se reconoce que los sueños no son exclusivamente realizaciones de deseos reprimidos, estudios recientes han confirmado que durante el sueño REM -fase donde los sueños son más vívidos- se activan áreas del cerebro relacionadas con la emoción, la memoria y el procesamiento simbólico.

Investigadores como Mark Solms, pionero en el campo de la neuropsicoanálisis, han defendido que ciertas intuiciones freudianas -como la existencia de conflictos inconscientes o la función emocional del soñar- tienen correlatos en la neurobiología. Así, aunque muchas teorías han evolucionado o sido reformuladas, la idea de que el sueño revela aspectos profundos de la mente humana sigue vigente, ahora en diálogo con la ciencia del cerebro.

Nuestro yo oculto

La trascendencia de este texto no reside únicamente en su ambición de descifrar el significado de los sueños, sino en algo mucho más profundo: fue el primer gran texto que se atrevió a postular, con argumentos clínicos y teóricos, la existencia de una dimensión psíquica no racional, invisible y poderosa.

Freud no sólo interpretó sueños, sino que abrió una puerta a lo que hasta entonces se ignoraba: que dentro de nosotros actúan fuerzas inconscientes que influyen en nuestra conducta, nuestras decisiones y hasta en nuestras enfermedades.

El mérito del libro fue convertir esa hipótesis en un corpus articulado, capaz de poner sobre la mesa la complejidad del alma humana más allá de la razón, invitando a prestar atención a lo que no decimos, a lo que reprimimos y a lo que se escapa de nuestra voluntad.

Más de un siglo después, Freud nos recuerda que cada sueño es un recuerdo inacabado de lo que somos, y también una promesa de lo que podríamos llegar a ser.

Para leerlo gratuitamente en cualquier dispositivo, hacer click aquí.

(Fuente: The Conversation / redacción propia)

viernes, 27 de junio de 2025

Cuando el psicólogo es una IA: ¿puede un bot ayudar a tratar la salud mental?

Investigadores de la Universidad Nacional de San Luis entrenaron a asistentes virtuales para atender casos de consumos problemáticos. Si bien hubo escucha activa y respuestas técnicas, los bots subestimaron signos de riesgo para la salud del paciente.

(Foto: Shutterstock).

Durante el último tiempo creció significativamente el uso de los therapy bots, es decir, robots creados con Inteligencia Artificial (IA) con fines psicoterapéuticos. Sin embargo, según diversos estudios, estos bots pueden ayudar a mitigar los síntomas psicológicos de un cuadro, como la depresión, en un corto plazo, pero no logran revertir los trastornos de los usuarios de manera definitiva.

En Argentina, los doctores María Paz Hauser y Horacio Daniel García, de la Universidad Nacional de San Luis, (UNSL) realizaron una investigación donde entrenaron a distintos asistentes virtuales con varios enfoques teóricos, como el psicoanálisis, para interactuar con casos simulados de trastornos por consumo problemático. Si bien estas herramientas se mostraron con capacidad de escucha activa, coherencia y respuestas técnicas, también subestimaron signos e indicadores de riesgo para la salud del paciente.

“Muchas personas utilizan las redes como el único espacio donde, de alguna manera, expresan o muestran signos de su padecimiento. Entonces, el sistema digital debería contar con recursos para lograr identificar, en principio, situaciones de alarma en materia de salud mental y poder actuar de manera preventiva. Una de las propuestas que aparece cada vez más es la del chatbot terapéutico”, manifiesta María Paz Hauser, doctora en Psicología.

Frente a este escenario, Hauser y el doctor García llevaron adelante la investigación Adicciones en la era digital. Para ello, entrenaron varios asistentes virtuales con enfoques teóricos diferentes, como el psicoanálisis y el Modelo Cognitivo Integrativo, para que interactúen con casos simulados de trastornos por consumo problemático, como cannabis, cocaína, alcohol o juego patológico. Los seis casos fueron simulados para no exponer a pacientes con problemas reales a dialogar con un chatbot.

“Evaluamos la capacidad de interacción, intervención y pertinencia de las respuestas de cada asistente virtual. Los resultados mostraron un desempeño satisfactorio en habilidades de interacción como escucha activa, capacidad empática, ajuste ético y capacidad analítica. Sin embargo, éstas eran limitadas con respecto a la necesidad real presentada por los casos. A su vez, demostraban cierta subestimación de signos e indicadores de riesgo”, explica Hauser.

Por ejemplo, según cuenta la especialista, ante una situación de urgencia e incluso de riesgo de vida, como ideas suicidas, el chatbot se limitaba a advertir al individuo la necesidad de buscar ayuda profesional. No contaba con habilidades de contención necesarias para una situación de crisis que garanticen la integridad psicofísica de la persona.

La oferta de bots para realizar terapia en el mundo es amplia y poco regulada. Por ejemplo, existen chatbots conversacionales, como Replika, que utilizan modelos extensos de lenguaje para dar lugar a interacciones aparentemente humanas. Mientras tanto, también están aquellos especializados en salud mental, como Wysa, cuyo uso es aconsejado por el sistema público de salud del Reino Unido.

Con más de 6 millones de usuarios, esta herramienta escucha y responde a los pensamientos y emociones del usuario, a la vez que recomienda habilidades y técnicas que pueden ser útiles para la dificultad específica que esté experimentando. Sus técnicas están basadas en la terapia cognitivo-conductual, sus respuestas se generan con IA y ofrecen un servicio pago de coaching llevado adelante por humanos. 

“En conclusión, observamos que los asistentes virtuales tienen potencial como herramientas complementarias en el tratamiento de problemáticas de consumo, pero de ninguna manera pueden sustituir ni ser el único recurso de intervención. A diferencia del chatbot, un terapeuta humano entrenado evalúa un amplio abanico de estrategias preventivas y de intervención en consideración de la persona concreta que tiene enfrente, y no da propuestas genéricas como puede ofrecerlas un asistente virtual”, detalla Hauser.

El mercado siempre por detrás

A pesar de las dudas que pueda generar la aparición de bots que simulan ser terapeutas, es cierto que pueden ser una vía hacia el cuidado de la salud mental en un contexto donde ésto no es muy accesible, aunque sea como un recurso de complementación. En la actualidad, en el sistema privado, el precio de una sesión individual con un psicólogo ronda entre los 20 y 30 mil pesos. Mientras que, en el sistema público las entrevistas de admisión de pacientes suelen demorar bastante tiempo por lo que muchos deciden no tenerlo como opción.

En ese marco, los chatbots representan una alternativa de descarga simple y gratuita, aunque el mercado está siempre por detrás. Por ejemplo, en el caso de Wysa, si bien su atención es gratuita, el servicio para tratar eventualmente con un ser humano es premium y, por ende, tiene un costo adicional. Como si se tratara de un capítulo de una serie de ciencia ficción, la salud queda al servicio de los intereses del mercado.

(Fuente: Agencia de Noticias Científicas / UNQ)

miércoles, 11 de junio de 2025

Palabras para descubrir: "sinestesia", o la inusual combinación lúdica o artística de los cinco sentidos

¿Qué sabor tiene el color azul? ¿Cómo huele la música de una guitarra? Estas preguntas pueden sonar como una tontería pero, para las personas con esta condición, describen experiencias reales y generalmente placenteras.

(Foto: Wikimedia).

La sinestesia es una variación no patológica de la percepción humana. Las personas sinestésicas experimentan de forma automática e involuntaria la activación de una vía sensorial o cognitiva adicional en respuesta a estímulos concretos. Por ejemplo, pueden ver un color cuando escuchan una nota musical, o percibir tacto en su mejilla derecha cuando saborean un alimento.

Estas percepciones son idiosincráticas, es decir, cada persona percibe unos colores/olores/sonidos y sensaciones físicas, etc. concretos y diferentes. Aunque en algunas páginas de internet se dice que la sinestesia es una mezcla de sentidos, esto es inexacto: en la sinestesia hay especificidad sensorial, es decir, los sonidos se escuchan como sonidos, el color en el que aparecen escritas estas letras se perciben en negro y la sinestesia es una sensación adicional (se percibe un sonido correctamente tal y como es, y además, un color).

Algunos ejemplos

A los sinestésicos, por ejemplo, tocar una superficie más suave les puede hacer sentir un sabor dulce. Estas experiencias no son meras asociaciones, sino percepciones, y los estados depresivos tienden a aumentar la intensidad de sus sensaciones.

Otro ejemplo común es asociar el color amarillo al número 7 o a la letra A. Algunos ven colores cuando escuchan música, otros pueden sentir literalmente el "sabor" de las palabras. Otras personas pueden percibir la letra A de color rojo, la S de color amarillo y la Z de color negro.

También es significativo el proyecto del Grupo de Diseño Gráfico El Taburete, realizado por Ada Esquirol Ríos, en el que se genera una interconexión entre escritura musical (partituras gráficas), música (creada por 12 músicos a partir de las partituras gráficas otorgadas), literatura (cuentos creados por 12 escritores a partir de las canciones creadas por los músicos) e ilustración (ilustraciones creadas por la autora) para acabar afirmando que “la música puede verse”.

Algunos científicos de la Universidad de California sostienen que sus descubrimientos apoyan la idea de que la sinestesia se debe a una activación cruzada de áreas adyacentes del cerebro que procesan diferentes informaciones sensoriales. Este cruce podría explicarse por una falla en la conexión de los nervios entre las distintas áreas cuando el cerebro se desarrolla en el interior del útero.

La sinestesia puede ocurrir incluso cuando uno de los sentidos está dañado. Por ejemplo, una persona que puede ver colores cuando oye palabras puede seguir percibiendo estos colores aunque pierda la visión durante su vida. Este fenómeno recibe también el nombre de "colores marcianos", término que se originó tras un caso de un sinestésico que nació parcialmente daltónico pero que decía que podía ver "colores alienígenas", que era incapaz de ver como ven otras personas y que en realidad percibía debido a su sinestesia.

Principales tipos de sinestesia

Las percepciones sinestésicas se agrupan en cuatro grandes categorías:

• Léxico-gustativa: un caso inusual de sinestesia, en el cual la pronunciación de una palabra induce una sensación involuntaria del gusto subjetivo en la boca.
• Grafema-color: una de las formas más comunes que se pueden encontrar es la asociación directa de cualquier signo, letra o número con un color específico.
• Música-color: la persona visualiza diferentes colores, de acuerdo con algunas características de la música, como el timbre o la frecuencia de la misma.
• Temporal-espacial: la persona visualiza el tiempo en una representación, por ejemplo, un año es percibido como un círculo, o como un rectángulo a lo largo del cual aparecen los meses, semanas, días... También puede visualizar los días, meses y horas asociados a colores.

La sinestesia y el arte

La sinestesia fue clave, por ejemplo, en el proceso creativo del pintor y teórico ruso Vassily Kandinsky. Para apoyar sus teorías del color, apeló en su manifiesto a la evidencia de sinestesia. Escribió con entusiasmo sobre que "cierto médico de Dresde cuenta cómo uno de sus pacientes, a quienes describe como espiritualmente, inusualmente altamente desarrollado, invariablemente descubrió que cierta salsa tenía un sabor azul". 

Un interesante material de consulta es el que contiene el sitio elaborado por Google Arts & Culture en colaboración con el Centro Pompidou de París, "En la intimidad de Kandinsky, El universo de sonidos, formas y colores del artista abstracto Vassily Kandinsky", que se puede visitar haciendo click aquí.

Entre otros artistas notables con admitida y comprobada sinestesia destacan el escritor Vladimir Nabokov, el poeta Charles Baudelaire o el compositor Nikolái Rimski-Kórsakov.

La sinestesia y los videojuegos

En el mundo de los videojuegos, la sinestesia se ha vuelto un tema recurrente, ya que permite generar experiencias que otros videojuegos no podrían.

Títulos como Rez, Child of Eden, Lumines, Tetris Effect, Audiosurf y Guitar Hero han demostrado que sí se puede crear una experiencia sinestésica. Estos tipos de juegos no usan mucha información en sus interfaces, sino colores y sonidos como métodos para transmitir información a los jugadores, razón por la cual el jugador no se concentra en el puntaje del juego, sino en entender cómo ganar.

De manera casi obligada, los juegos están diseñados para que personas sin la capacidad nata de sinestesia puedan tener una experiencia similar. 

La sinestesia y la gastronomía

La gastronomía ofrece todo un mundo de sensaciones y, aquí, cualquier persona puede experimentar, de algún modo, la sinestesia. Así, ver una manzana verde y sentirla ácida sin probarla. El fisiólogo Peter Stewart, profesor de psicología en la Universidad Memorial de Terranova, Canadá, y su compañera de investigación Erica Goss, dirigieron un experimento para saber cómo la gente percibía el sabor de una torta de queso servida en platos blancos y negros, redondos y cuadrados. ¿El resultado? Los platos blancos y redondos mejoraron algunos juicios básicos: el queso más dulce y de sabor más intenso (siendo el mismo).

Los chefs más vanguardistas, al tanto de estas investigaciones y las posibilidades que ofrece la combinación de las percepciones, crean platos emotivos para sorprender a sus clientes. En este sentido, más allá de sentir un color como dulce o salado, el cocinero a través de un olor a galletas y chocolates, o una emulación de lo que podría llamarse una "tarta de la abuela", rememora vivencias logrando ofrecer una especie de viaje a la infancia.

Por tanto, hablar de sinestesia en gastronomía es una opción más para ofrecer experiencias a través de los bocados; cada persona experimentará distintas sensaciones o asociaciones en función de sus recuerdos o memoria cognitiva.

Conclusión, ¿la sinestesia es un privilegio?

En resumen, la sinestesia no es considerada una enfermedad como tal, ni siquiera algo dañino o perjudicial para nuestra salud o nuestro devenir cotidiano, sino que suele ser considerada como un extraño e inusual fenómeno que amplifica los sentidos para potenciar tanto la creación artística como el placer para disfrutar más de la vida.

(Fuente: wikimedia / gaes / welife.es / mundopsicologos.com / redacción propia)

¿Somos Alpha, Beta o Gamma? Un nuevo método para tipificar la personalidad y mejorar las relaciones con los demás

Todos los humanos somos seres únicos, con una combinación singular de genes, experiencias, conocimientos y aptitudes. Sin embargo, al igual que en el ámbito físico se nos puede agrupar en grandes categorías (por sexo, altura, color de ojos, peso, por poner ejemplos sencillos), también existen grandes grupos de características que constituyen "tipos de personalidad" y que nos permiten analizar comportamientos y actitudes de manera general.

(Foto: Shutterstock).

Los tipos de personalidad más habitualmente utilizados son los modelos MBTI y DISC.

El DISC mide cuatro dimensiones del comportamiento: dominancia, influencia, estabilidad y cumplimiento. Dominancia representa a personas decididas y orientadas a resultados; influencia, a quienes son sociables y persuasivos; estabilidad, a los calmados y confiables; y cumplimiento, a los analíticos y perfeccionistas.

Por su parte, el MBTI clasifica a las personas en 16 tipos de personalidad basados en cuatro pares de preferencias: extroversión/introversión, sensación/intuición, pensamiento/sentimiento y juicio/percepción. Ambos modelos ayudan a entender mejor cómo se comportan y toman decisiones las personas.

Pero lo que estas categorías no reflejan con facilidad es cómo cada tipo de personalidad interactúa e influye en los de su alrededor. Este es el objetivo de Alpha-Beta-Gamma, un nuevo método de diagnóstico de la personalidad diseñado para identificar características personales de manera eficiente e intuitiva, facilitando la optimización de las relaciones interpersonales mediante un enfoque práctico, sencillo y profundamente humano.

Tres dimensiones clave

El método parte de una base filosófico-antropológica de la acción humana y propone tres dimensiones clave de la personalidad: cabeza (pensamiento lógico), corazón (empatía emocional) y manos (acción pragmática). A partir de la combinación de estas dimensiones, emergen tres perfiles: Alpha (cabeza-manos), Beta (cabeza-corazón) y Gamma (corazón-manos), cada uno con sus fortalezas y posibles limitaciones.
Representación gráfica de los perfiles Alpha, Beta y Gamma (Foto: composición propia).

Una breve descripción de cada tipo sería la siguiente:

• Alpha (cabeza-manos): combinan con facilidad la racionalidad y la práctica, son planificadores pragmáticos, impulsados por el sentido de responsabilidad y el cumplimiento del deber. Sin embargo, la menor conexión con la dimensión emocional (propia y de los demás) los puede llevar a ser vistos como utilitaristas e insensibles.

• Beta (cabeza-corazón): combinan con facilidad la emotividad y la racionalidad. Son profundos y carismáticos, conectando con las motivaciones y sentimientos personales y de los demás. Sin embargo, la menor conexión con la dimensión de la acción los puede llevar a ser percibidos como genéricos y poco prácticos.

• Gamma (corazón-manos): combinan con facilidad la emotividad y la acción; son intuitivos, creativos y motivadores, impulsando con emotividad y pasión iniciativas y soluciones prácticas. Sin embargo, dada su menor conexión con la dimensión de la cabeza, pueden ser vistos como superficiales e inestables.

El método se aplica a través de tres pasos: comprensión de las dimensiones, exploración introspectiva y posicionamiento en el triángulo de perfiles, lo que permite no sólo autodiagnosticarse, sino también identificar el perfil de otras personas con las que se interactúa.

Cómo funciona

Imaginemos a María: una persona con perfil de personalidad Beta. Con el método Alpha-Beta-Gamma, podemos observar las similitudes y complementariedades con las personas de su entorno. Con su novio y su amiga Berta, que son de perfil Alpha, comparte la dimensión racional, y ella les aporta la dimensión emocional. Con su madre y su hermano Luis, que son de perfil Gamma, tienen en común la dimensión emocional, y ella les aporta la dimensión racional.

Con su jefe, que es Beta como ella, tiene en común las dimensiones racional y emocional, pero en su relación está menos presente la dimensión de la acción. También entiende que su novio, su amiga Berta, su madre y su hermano Luis la complementan a ella en dicha dimensión.

Complementariedades entre personas

Uno de los valores fundamentales del modelo es su capacidad para identificar complementariedades entre perfiles diversos: las áreas comunes que comparten y lo que cada uno puede aportar al otro. Esta capacidad permite generar conexiones más profundas, resolver conflictos, mejorar la comunicación y fortalecer las dinámicas de confianza dentro de equipos y organizaciones.

Por ejemplo, en talleres de formación, se invita a los participantes a utilizar el método Alfa-Beta-Gamma con personas con las que tienen conflictos o relaciones difíciles. Al realizar este ejercicio, las personas a menudo obtienen una perspectiva más amplia sobre el conflicto y encuentran nuevas vías de actuación para mejorar la relación, ya sea fortaleciendo los puntos comunes o buscando complementariedad.

Más allá del diagnóstico, el método Alfa-Beta-Gamma se orienta hacia el desarrollo personal y la mejora de las relaciones. Al tomar conciencia de las propias características y de las de los demás, las personas pueden trabajar en el fortalecimiento de sus habilidades, la superación de sus limitaciones y la construcción de vínculos más sólidos y auténticos.

A diferencia de otros modelos tradicionales como MBTI o DISC,  Alpha-Beta-Gamma se distingue por su simplicidad, aplicabilidad inmediata y lenguaje universal, lo cual permite su uso eficiente en entornos educativos y talleres. Aunque presenta un número limitado de perfiles, lo cual puede restringir su uso en contextos como el autoconocimiento profundo o la selección de personal, es especialmente efectivo para mejorar las dinámicas interpersonales en las relaciones del día a día.

(Fuente: The Conversation)

Conclusiones que, tarde o temprano, pueden ayudarnos a todos: perdonar mejora nuestra salud física y mental

Con frecuencia, cuando atravesamos por heridas emocionales, escuchamos frases como "el tiempo lo cura todo". Sin embargo, hay experiencias que, aunque pase el tiempo, siguen doliendo y nos siguen removiendo sentimientos negativos, como la rabia o el resentimiento.

(Foto: Shutterstock).

El perdón, aunque desafiante, puede convertirse en una vía de sanación. Perdonar no significa olvidar ni justificar, sino liberarse del peso que dejan las ofensas, los errores y los conflictos. Y cuando ese perdón se extiende hacia uno mismo, hacia otros o, incluso, entre comunidades, puede abrir la puerta a una forma de bienestar más duradera y auténtica que la que podría traer sólo el paso de los días.

El perdón es una palabra poderosa, pero también malentendida. Muchas personas lo confunden con justificar lo injustificable, con reconciliarse a toda costa o con resignarse ante el daño recibido. Nada más lejos de la realidad. Perdonar no significa excusar al otro, ni volver a vincularse necesariamente con quien hizo daño, ni minimizar lo ocurrido. Tampoco es un signo de debilidad, sino un acto consciente y valiente que logra liberarnos de la carga del rencor. Es un regalo que tenemos con nosotros mismos y con el otro. 

Los tipos de perdón

Muchos, alguna vez, hemos sentido la necesidad de soltar el rencor que acumula hacia alguien que nos hizo daño. Perdonar a otros es precisamente eso: la decisión consciente de dejar marchar el resentimiento, el juicio negativo y la indiferencia hacia la persona que nos hirió. En su lugar, elegimos cultivar sentimientos como la compasión, la generosidad e incluso el amor, aunque la otra persona no los merezca.

Como lo definió Robert Enright, uno de los grandes expertos en el estudio del perdón, es un acto de voluntad que, aunque se dirige al otro, también nos beneficia a nosotros mismos.

A veces, sin embargo, somos nuestros peores jueces. El perdón a uno mismo es un acto de bondad y autocuidado fundamental. Implica abandonar el resentimiento y cualquier respuesta negativa hacia nosotros mismos por errores o acciones pasadas. Es elegir tratarnos con la misma compasión, valía incondicional, generosidad y amor moral que le daríamos a un ser querido. Es reconocer nuestra humanidad y la capacidad de aprender y crecer.

En tercer lugar, el perdón entre grupos se da cuando un grupo, que ha sido dañado por otro, toma la decisión de reducir el resentimiento, el juicio negativo y la evitación hacia ese otro grupo. En su lugar, el objetivo es fomentar actitudes de buena voluntad, compasión y respeto, buscando restaurar relaciones justas y humanas. Es un paso crucial para la reconciliación y la construcción de un futuro más pacífico en comunidades o sociedades.

Una opción terapéutica

No es solo un gesto moral o espiritual, se trata también de una decisión profundamente terapéutica, como cada vez más investigaciones confirman. Cuando perdonamos, nuestro cuerpo responde, la presión arterial desciende, la frecuencia cardíaca se estabiliza y los niveles de estrés se reducen. Dormimos mejor, respiramos con más calma y nuestro sistema inmune se fortalece.

Estos beneficios no distinguen edad, género ni cultura: se ha observado cómo el perdón funciona universalmente, aliviando tanto el dolor emocional como las tensiones físicas que muchas veces arrastramos sin darnos cuenta.

El perdón hacia los demás se ha convertido en una herramienta valiosa dentro de la psicoterapia y también en el desarrollo de programas de intervención destinados a distintas poblaciones. Las personas que participan en tratamientos centrados en el perdón reportan una notable disminución de la ira, la ansiedad, la hostilidad y la depresión, así como un aumento en la autoestima y la satisfacción con la vida. Además, se rompe con el ciclo de la rumiación, ese bucle mental que da vueltas una y otra vez sobre la misma herida. Incluso quienes han vivido experiencias traumáticas -como violencia de género, enfermedad grave o pérdidas profundas- pueden encontrar una vía para reconstruirse desde dentro.

Pero no sólo se trata de perdonar a los demás. Como apuntábamos antes, aprender a perdonarse a uno mismo puede ser igual de transformador. Muchas veces somos nuestros jueces más duros, y ese autorreproche sostenido en el tiempo puede derivar en angustia, ansiedad y trastornos depresivos.

Estudios recientes han mostrado que el perdón a uno mismo mejora significativamente el bienestar psicológico, favoreciendo la aceptación personal, reduciendo la ansiedad ante la muerte y fortaleciendo la percepción de sentido vital. En el plano fisiológico, también se ha observado una mejor respuesta al estrés y un impacto positivo en la salud cardiovascular. En el cerebro, parece vincularse con regiones relacionadas con la empatía y la regulación emocional, lo que refuerza su valor como recurso integral de sanación.

Y si perdonar puede cambiar a una persona, también puede transformar a una comunidad. En sociedades marcadas por el conflicto, como Colombia, las campañas de perdón han demostrado ser poderosas herramientas de reconstrucción. A través de narrativas audiovisuales que promovían la reconciliación, se observaron mejoras en los niveles de depresión y ansiedad, así como un aumento en la confianza social, la prosocialidad y el sentido de pertenencia.

El perdón, en este contexto, no borra el pasado, pero sí ayuda a reinterpretarlo y a construir un futuro con menos heridas abiertas. Incluso en jóvenes refugiados que han vivido traumas extremos, se ha asociado con una mejor salud emocional y una menor tendencia hacia pensamientos de venganza.

Perdonar no es olvidar ni justificar, sino liberar. Es un acto de valentía que no sólo sana al que lo da, sino también al que lo recibe y, en ocasiones, puede transformar a toda una sociedad. En un mundo marcado por heridas personales y colectivas, se revela como una de las herramientas más poderosas para construir bienestar. Todos, sin excepción, podemos ser protagonistas de este proceso: no porque sea fácil, sino porque es característicamente humano.

(Fuente: The Conversation)

martes, 27 de mayo de 2025

Demasiadas opciones, menos felicidad: la trampa psicológica de tener que elegir en exceso

Alguna vez nos ha costado más escoger una película o una serie en una plataforma de streaming que ver directamente algo, o no nos decidimos a comprar un producto online, para luego seguir dudando, y así en más situaciones de las que vivimos a diario. En una sociedad con más posibilidades que nunca, elegir se ha convertido en una fuente de ansiedad: lo que en principio parecía una ventaja termina siendo una carga.

(Foto: Shutterstock).

La psicología lo define como la "paradoja de la elección": cuantas más opciones hay, más difícil es decidir y, sobre todo, menos satisfacción genera la decisión tomada.

Este fenómeno fue descrito por el psicólogo Barry Schwartz, quien propuso que el exceso de libertad puede tener efectos adversos sobre el bienestar. En lugar de hacernos más felices, una abundancia de opciones tiende a bloquear, frustrar y provocar la sensación persistente de que se podría haber elegido mejor.

Cuando elegir se convierte en problema

Un estudio clásico de Sheena Iyengar y Mark Lepper demostró que ante una variedad de 24 sabores de mermelada frente a solo 6, los consumidores eran menos propensos a comprar. La sobrecarga de alternativas no sólo complica la decisión, también reduce la satisfacción con lo elegido.

Este patrón no se limita al consumo. También se observa en decisiones vitales, desde la elección de estudios hasta relaciones personales. En contextos universitarios y profesionales, el exceso de opciones puede generar una sensación de parálisis, dudas constantes y miedo a equivocarse.

Dos estilos ante la toma de decisiones

La psicología ha identificado diferentes estilos de afrontamiento ante la toma de decisiones. Entre ellos, los dos más estudiados son el perfil del "maximizer" y el del "satisficer". Esta distinción fue respaldada por un influyente estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology.

Maximizers: en busca de la opción perfecta

Las personas con ese estilo tienden a buscar siempre la mejor opción posible. Evalúan muchas alternativas, comparan exhaustivamente, investigan a fondo y posponen decisiones en busca de una elección óptima. Aunque este comportamiento puede parecer racional o ambicioso, en la práctica suele asociarse a consecuencias negativas para el bienestar emocional.

El estudio citado mostró que los maximizers:

• Experimentan más ansiedad y estrés durante el proceso de decisión.
• Son más proclives a rumiar y arrepentirse después de decidir.
• Suelen tener niveles más bajos de satisfacción con las decisiones tomadas, incluso cuando el resultado es objetivamente bueno.
• Otras investigaciones han asociado este perfil a síntomas depresivos, especialmente cuando las decisiones se toman en contextos complejos o inciertos.

Satisficers: cuando “suficientemente bueno” es suficiente

En contraste, el estilo satisficer se basa en elegir una opción que cumpla criterios personales mínimos o razonables, sin necesidad de compararla con todas las demás. Estas personas no buscan lo perfecto, sino algo que encaje con sus necesidades o valores.

Según la misma investigación, los satisficers:

• Deciden más rápido.
• Sufren menos arrepentimiento.
• Se sienten más satisfechos con sus elecciones.
• Tienen una mayor estabilidad emocional tras la toma de decisiones.

El estilo satisficer no implica conformismo, sino un enfoque más funcional y adaptativo. Como señalan otras investigaciones, estas personas tienden a conservar recursos cognitivos y emocionales, lo que les permite enfrentar mejor la incertidumbre y reducir la fatiga a la hora de tomar decisiones.

Estilos que importan

La diferencia entre ambos perfiles no sólo influye en cómo se decide, sino en cómo se vive el proceso y sus consecuencias. El estilo maximizer puede ser útil en contextos técnicos o decisiones de alto riesgo, pero su aplicación constante en la vida diaria -donde muchas veces no existe una opción claramente “mejor”- puede deteriorar el bienestar psicológico.

Por el contrario, adoptar una actitud satisficer permite tomar decisiones con más tranquilidad, asumiendo que ninguna será perfecta, pero muchas pueden ser válidas. En tiempos de sobreabundancia de opciones, este enfoque parece más sostenible emocionalmente.

¿Dónde aparece la trampa?

La paradoja de la elección se manifiesta en múltiples aspectos de la vida cotidiana:

• Streaming y ocio digital: el menú interminable de series, películas o canciones puede provocar fatiga y disfrute reducido.
• Compras online: miles de alternativas para un mismo producto generan confusión, dudas y arrepentimiento posterior.
• Relaciones interpersonales: la ilusión de infinitas posibilidades en apps de citas puede dificultar el compromiso y aumentar la insatisfacción.
• Elecciones profesionales o académicas: la abundancia de caminos posibles genera indecisión, temor al error y bloqueo psicológico.

Consecuencias psicológicas del exceso de opciones

Elegir entre muchas alternativas exige recursos cognitivos y emocionales. A mayor número de opciones, mayor probabilidad de experimentar ansiedad anticipatoria, dudas persistentes, arrepentimiento posterior a la decisión, disminución del placer con lo elegido y fatiga mental.

Además, en contextos de presión social o autoexigencia elevada, esta dificultad se agrava. La sensación de que “todo depende de una elección correcta” puede derivar en estrés crónico o evitación.

El fenómeno de la fatiga decisional ha sido descrito también en el ámbito clínico. Algunos estudios muestran cómo el esfuerzo mental acumulado por tomar muchas decisiones reduce la capacidad de autocontrol y aumenta la vulnerabilidad al estrés.

¿Cómo protegerse? Estrategias para elegir mejor

Desde la psicología aplicada, se han propuesto diversas estrategias para reducir el impacto negativo de la sobreabundancia de opciones:

• Reducir voluntariamente el número de alternativas. Crear filtros previos ayuda a focalizar la atención y agilizar la toma de decisiones.
• Aceptar la imperfección. Asumir que toda elección implica renuncias y que no existe la opción perfecta permite decidir con menos carga emocional.
• Decidir en base a valores personales, no a expectativas externas o modas, aumenta la satisfacción con la decisión tomada.
• Practicar la autocompasión. Ser menos duros con uno mismo tras decidir reduce el arrepentimiento y el malestar.
• Automatizar decisiones menores (ropa, desayuno, rutinas diarias) puede liberar energía mental para lo realmente importante.

Elegir menos, vivir mejor

En un contexto cultural que asocia libertad con cantidad, puede parecer contradictorio que reducir opciones aumente el bienestar. Sin embargo, numerosos estudios lo confirman: un exceso de alternativas genera ruido, fatiga y frustración.

Apostar por una toma de decisiones más simple, más conectada con lo personal y menos centrada en encontrar lo “óptimo” puede ayudar a mejorar la salud mental y la calidad de vida. En este sentido, elegir menos no es conformarse, sino decidir con más sentido.

(Fuente: The Conversation / edición propia)

jueves, 8 de mayo de 2025

¿Muy pegados o demasiado lejos? Lo que dice de nosotros el espacio que nos separa

Quienes hayan visitado otros países, es posible que hayan notado que la percepción del espacio personal varía de unos lugares a otros. En las culturas latinas y árabes, por ejemplo, la distancia que mantienen las personas entre sí suele ser más pequeña y tienden a estar más cómodas cerca de los demás. En los países anglosajones y nórdicos, la tendencia es la contraria.

(Foto: Shutterstock).

A estas conclusiones llegó en 1966 el antropólogo Edward T. Hall, quien acuñó el término "proxémica" para referirse a la disciplina que investiga cómo utilizamos el espacio en nuestras interacciones. Este campo de estudio revela mucho sobre las relaciones sociales, culturales y personales, y muestra que el espacio es mucho más que una simple dimensión física.

Las conclusiones de Hall se han ido matizando en investigaciones más recientes, en parte debido a que las normas sociales relacionadas con la distancia social han variado desde entonces. Aún así, los estudios siguen concluyendo que existen factores ambientales y psicológicos que determinan diferencias en la distancia interpersonal de los distintos países.

Conocer estas diferencias nos ayudará a mejorar la comunicación con personas de otras culturas. Además, evitará posibles malentendidos y situaciones incómodas que pueden surgir si no tenemos en cuenta las necesidades de espacio personal de los demás.

De manera más o menos consciente, todos damos importancia a la proxémica en nuestro día a día. Podemos comprobarlo si nos fijamos en cómo decidimos en qué parte sentarnos cuando estamos ante un banco del parque, en el transporte público o en una sala de espera. También cuando nos molesta que alguien ocupe nuestra silla habitual, invada nuestro terreno en la playa o nos mire a los ojos en un ascensor.

Y es que, como el resto de elementos que forman el lenguaje no verbal, el espacio también es una valiosa herramienta de comunicación.

(Foto: Shutterstock).

El entorno laboral y educativo

La organización del espacio en el lugar de trabajo tiene efectos importantes en el ambiente laboral e, incluso, en la productividad. Steve Jobs lo sabía muy bien y por eso diseñó el edificio de Pixar para potenciar los encuentros y las colaboraciones imprevistas.

Dispuso un atrio central al que conducían las puertas de entrada, las escaleras y los pasillos principales. Allí estaban la cafetería y los lockers. Las ventanas de las salas de conferencias y de las salas de visionado daban a ese atrio. Esta distribución obligaba a las personas a cruzarse y encontrarse, lo que fomentaba la creatividad y la innovación.

Jobs conocía muy bien el aislamiento que genera el mundo digital, por lo que era un gran defensor de las reuniones cara a cara. En la mayoría de casos, las interacciones presenciales aumentan las probabilidades de elucubrar ideas nuevas e innovadoras y mejoran la satisfacción laboral.

Cuando estamos en reuniones y negociaciones también es importante el lugar en el que nos situamos. Edward T. Hall observó que sentarse al lado de la otra persona con una de las esquinas de la mesa en medio, en lugar de frente a frente, crea un ambiente más amistoso y colaborativo. La forma en que los líderes políticos sitúan el mobiliario para sus encuentros dice mucho sobre sus intenciones.

En el ámbito educativo, la disposición de las mesas y sillas en el aula afecta a la dinámica de la clase. Una distribución en forma de U o en círculo facilita la participación y la interacción entre los estudiantes, mientras que una disposición en filas favorece que adopten un rol de escucha.

Dónde colocarnos y cómo movernos en una charla

Acercarse a la audiencia genera un ambiente de confianza y cercanía, haciendo que se sienta más involucrada. Por el contrario, aumentar la distancia, especialmente desde una tarima o escenario, crea una sensación de autoridad y formalidad, menos adecuada si se busca la participación.

Ante un público que lee de izquierda a derecha, es recomendable situarse a la izquierda de la pantalla y de cara a la audiencia, evitando colocarse de perfil hacia la pantalla. Esta colocación permite que el orador sea el primer punto de enfoque visual antes de que el público desplace su mirada hacia las diapositivas, lo que refuerza su presencia como protagonista de la presentación. De esta manera, se asegura que el contenido visual complemente al discurso del orador en lugar de distraer de él.

Moverse durante una presentación añade dinamismo, energía y expresividad, siempre que se haga de forma controlada y natural, para transmitir seguridad y confianza.

En las conferencias TED, los oradores deben situarse en un punto rojo en el escenario, diseñado para centrar la atención del público en el mensaje y aumentar su impacto. Sin embargo, algunos oradores rompen esta convención para añadir un significado especial a su presentación. Un ejemplo es Benjamin Zander quien, en su charla sobre música y pasión, se mueve continuamente para transmitir mejor la energía de su mensaje.

Otro ejemplo del uso creativo del espacio es la charla TED de Janine Shepherd, quien utilizó cinco sillas como metáforas de diferentes etapas de su vida tras un accidente, transformando el escenario en una narración visual y emocional.

La próxima vez que ajustemos la distancia con alguien, recordemos que estamos utilizando una poderosa herramienta de comunicación: la proxémica, capaz de influir en las percepciones, generar emociones y definir el éxito de una interacción.

(Fuente: The Conversation)