Los antiguos egipcios eran enterrados con tesoros que les facilitaban el tránsito hacia el más allá. Amuletos protectores, papiros y sirvientes los acompañaban en su travesía.
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En los entierros egipcios se han encontrado textos funerarios, ahora conocidos como El Libro de los Muertos. Éste integra fórmulas mágicas y oraciones para guiar al difunto a través de trances y obstáculos tras la muerte. Su objetivo es asegurar que alcance el más allá, evitando así una segunda muerte y la extinción. A menudo, los textos describen lo que los egipcios creían que encontrarían en su viaje, incluyendo la ceremonia del pesaje del corazón, donde las acciones se evaluaban con la pluma de la diosa Maat, asociada con la justicia.
Pero en su peregrinación para llegar al reino de Osiris (el dios egipcio de la resurrección), los muertos no viajaban solos, en sus tumbas eran acompañados por estatuillas funerarias, muchas veces cientos de ellas, llamadas ushebtis o shabtis que representaban a sirvientes dispuestos a cumplir las tareas del difunto en el más allá. Los egipcios creían que estos objetos eran esenciales para asegurar una travesía exitosa, donde el alma podía disfrutar de la eternidad. Los sirvientes llevaban inscrito el nombre de su amo y una letanía para darles vida.
Una serie de "ushebtis", estatuillas encontrtadas habitualmente en las antiguas tumbas egipcias.
Escarabajos entre los tesoros egipcios
En los papiros fúnebres, los escarabajos aparecen como protectores del corazón de los muertos. Los egipcios colocaban uno a la altura del corazón del cuerpo momificado. La figura del insecto se tallaba en piedra verde y su propósito principal consistía en garantizar que el corazón del difunto no acusara al fallecido durante el juicio, evitando así la revelación de los pecados cometidos.
Una tumba con pinturas, joyas y dioses
La tumba KV9, en el Valle de los Reyes de Egipto, fue construida originalmente por el faraón Ramsés V (Foto: Getty Images).
Las tumbas de los antiguos egipcios ricos a menudo incluían pinturas murales, donde los artistas representaban retratos de los difuntos, sus familiares, dioses venerados, y personas llorando su muerte. Estas obras podían expresar su devoción religiosa. Además, en algunos entierros se colocaban estatuas, posiblemente representando a las deidades, además de joyas, como collares, anillos y broches. La sofisticación aumentaba según la riqueza del individuo.
Algunas tumbas incluso albergaban barcos y momias de animales, posiblemente las mascotas amadas enterradas para acompañar a sus dueños en la otra vida.