martes, 12 de marzo de 2024

El Adagio de Albinoni, una joya musical barroca que no es barroca ni es de Albinoni

Todos hemos escuchado alguna vez el llamado comúnmente Adagio de Albinoni (Adagio en Sol menor para cuerdas y órgano). De hecho, con sólo mencionarlo a la mayoría de la gente le llegará a la cabeza esa melodía triste, casi devastadora, y sin embargo atrayente y bellísima.



De Camilo Sesto a The Doors
 
¿Qué tienen en común Django, Camilo Sesto, The Doors, Yngwie Malmsteen, Gallipoli, Flashdance, y Manchester By The Sea?

Una pregunta bizarra para la cual la primera respuesta es: nada. Porque se trata de los nombres de cuatro intérpretes y músicos, y de los nombres de tres largometrajes, al parecer todos tomados al azar. Pero, sin embrago, los vincula una de las piezas musicales más famosas de la historia.

Los cuatro primeros mencionados hicieron disímiles versiones del Adagio que nos ocupa, y en las tres películas citadas -Gallipoli (Peter Weir, 1981), Flashdance (Adrian Lyne, 1983) y Manchester By The Sea (Kenneth Lonergan, 2016) se escucha como parte de la banda de sonido.

Enumerar a los artistas que versionaron la pieza y a las películas de las que forma parte en su banda sonora sería demasiado largo y tedioso, por lo que la lista anterior es en cierto modo sí, un poco caprichosa, pero dentro de un montón de ejemplos. Así que es mejor hacer un poco de historia.

El archivo bombardeado

Hace setenta u ochenta años nadie había escuchado el "Adagio de Albinoni", por la sencilla razón de que no existía. Lo publicó en 1958 el reputado musicólogo Remo Giazotto, biógrafo del compositor Tomaso Albinoni y catalogador de su obra, que lo identificó como un arreglo propio a partir de un brevísimo esbozo manuscrito que había encontrado entre los papeles del compositor veneciano.

Según aclaró, se trataba de unos cuantos compases que formaban parte de una sonata fechada aproximadamente en 1708. Nadie pudo examinar jamás ese legendario fragmento, aparecido supuestamente entre las pertenencias del músico barroco, que se conservaban en la Biblioteca del Estado de Sajonia (Dresde, Alemania) y habían acabado destrozados por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

¿Existió alguna vez aquel germen no apócrifo del Adagio? El propio Giazotto se acabó atribuyendo el crédito de la pieza, pero sin embargo su última ayudante aseguró que, al organizar el archivo del musicólogo, vio una transcripción del famoso fragmento con el sello de la biblioteca alemana. En cualquier caso, ni siquiera así habría duda de que la totalidad de la composición se debe a Giazotto y viene a ser, por tanto, un pastiche neobarroco confeccionado en el siglo XX.

Esta historia se presta a algunas preguntas, entre ellas: ¿habría tenido el mismo éxito la pieza si se hubiese presentado desde el principio como el "Adagio de Giazotto"? Y, sobre todo, ¿por qué el musicólogo-biógrafo de Albinoni no compuso más si, como parece demostrar el caso, tenía talento para hacerlo?

Desde otro punto de vista, también resulta un poco triste pensar en el injusto destino de Albinoni, tan famoso en su tiempo (firmó más de cincuenta óperas y fue admirado hasta por Johann Sebastian Bach) y hoy recordado como el "autor de una música que el otro día escuché en una película".