viernes, 7 de junio de 2024

La supercomputadora argentina Clementina XXI, parada desde hace seis meses por falta de conexión

Es la primera comprada por el país, que podría ubicarse entre las 100 más potentes del mundo y debía brindar servicio a todo el sistema científico. Sin embargo, se encuentra inactiva.


Clementina XXI debería estar funcionando al servicio de la ciencia y tecnología nacionales, pero se encuentra inactiva (Foto: Diego Spivacow / AFV).

En Argentina, la justificación de despidos, parálisis de proyectos, reducción de ingresos, en suma, destrucción del sistema científico, se reduce en los últimos meses a tres palabras: "No hay plata". Pero aunque resulte difícil de creer, tampoco se ejecutan las cosas que no cuestan ni un centavo, ya que dependen de simples actos de seguimiento administrativo.

Es lo que ocurre con la supercomputadora Clementina XXI (que lleva ese nombre en honor a la primera que tuvo el país), que está en veremos. Adquirida en 2021 por el ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación a un costo de cinco millones de dólares, que fueron financiados con un crédito del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), está alojada en el Data Center del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), modernizado por el Ministerio de Defensa para albergar este equipo con una inversión cercana a los dos millones de dólares para ponerla a disposición de toda la comunidad científica y tecnológica local, reservando un 10% del tiempo de uso de su gran poder de cómputo para el SMN.

El contrato de adquisición de la máquina estipulaba que el pago se haría en tres cuotas: una en el momento que se adjudicara la licitación, la segunda a la entrega de la máquina y la final cuando se aprobara para su uso. Este último pago incluye los gastos de funcionamiento por los siguientes tres años, mantenimiento y repuestos.

Pero quedaba un detalle: para poder usar esta máquina junto con la anterior que tenía el SMN, como estaba previsto, y con el fin de aumentar la capacidad de cálculo para pronóstico, era necesario instalar un sistema eléctrico de media tensión, ya que en la actualidad funciona con uno similar al que llega a los hogares familiares. "El plan era llevarlo a media tensión, como si fuera una industria, lo que permite tener una capacidad eléctrica mucho mayor, y poder aumentar la capacidad de cómputo en el futuro", cuenta el físico Pablo Mininni, coordinador del Sistema Nacional de Computación de Alto Desempeño (Sncad).

Pero aunque el SMN cumplió con toda la adecuación eléctrica que le correspondía, y las empresas involucradas, Lenovo e Intel, estaban interesadas en que el trámite se cumpliera lo más rápido posible, sólo en estos días llegó el transformador de media tensión que tenía que proveer Edenor.

Según explica Mininni, el ex Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación estuvo muy pendiente del progreso de este proyecto, llamando Edeno, explicando su relevancia y asegurándose de que se cumplan los plazos pactados. "Eso desde el cambio de gestión se frenó y la empresa Edenor empezó a trabajar con otros tiempos. Recién en el último mes tuve una reunión con las secretarias de Paula Nahirñak (subsecretaria de ciencia y tecnología), que ya vienen de gestiones anteriores y pusieron la mejor buena voluntad, y les solicité que repita esas gestiones, o sea, que vuelva a llamar periódicamente para asegurarse que cumplan con los plazos, porque ya llevamos seis meses de demora".


La computadora más potente con la que contaba el Servicio Meteorológico Nacional se llama Huayra Muyu y tiene 40 veces menos capacidad de cómputo que Clementina XXI (Foto: Diego Spivacow / AFV).

El encargado de esas diligencias en el gobierno anterior era el también físico Juan Pablo Paz, ex Viceministro de Ciencia, Tecnología e Innovación. Según sus palabras "la supercomputadora se puso en marcha, la empresa Lenovo estaba terminando la instalación de los últimas componentes del equipo que se había traído de Europa y el SMN estaba a cargo de la obra civil . La computadora costó cinco millones de dólares y la obra civil está presupuestada en aproximadamente 1.800.000 dólares, que pagó el Ministerio de Defensa, en cuya órbita se encuentra el SMN. Lo único que faltaba de la obra civil era la puesta en funcionamiento de un tablero de media tensión. Se conectó en forma provisoria y eso permitió que la computadora pudiera funcionar a mitad de potencia. Con esa prueba, quedó ubicada y así figura en el ranking oficial que se publicó en noviembre del año pasado 196 del mundo entre las de mayor poder de cómputo. Es la primera vez que la Argentina tiene una computadora entre las 500 más poderosas y se esperaba que cuando funcionara a toda potencia estaría un poco más arriba, probablemente entre las 100 más poderosas. Eso era lo que prometía Lenovo. La cuestión es que desde ese momento hasta ahora no se hizo nada de nada en lo que se refiere a la alimentación eléctrica. Y es un trámite en el que no hay que invertir nada. Cuesta creerlo. En teoría están todos interesados en que esto se ponga en marcha, pero pasaron seis meses, ¡seis meses!, y la computadora no está funcionando. Es un crimen. Seis meses paralizada una máquina de ese porte, de esa calidad y de ese costo es un montón de plata tirada a la basura. Me da mucha pena, mucha indignación, porque es un proyecto hermoso, y se resuelve levantando el teléfono y haciendo microgestión".

Clementina XXI, de ser puesta en funcionamiento, tendrá una capacidad de 15.4 petaFLOPS, siendo cada petaFLOP igual a 1000 teraFLOPS. Cada teraFLOP tiene la capacidad de hacer un trillón de cálculos por segundo. Esto representa un avance significativo en comparación con las computadoras con las que actualmente cuenta el SMN. La más potente hasta ahora se llama Huayra Muyu y tiene unos 340 TeraFLOPS.

Un poco de historia


La Clementina original que usó el científico Manuel Sadosky (considerado como "el padre de la computación" en Argentina) contaba solo con 5Kb de memoria RAM, tenía 18 metros de largo y pesaba 500 kilos, a diferencia de la actual que ocupa solo un espacio de, aproximadamente, tres por tres metros.

Si bien la capacidad de computo de aquella máquina hoy no llama la atención, hace 61 años esas cifras eran muy llamativas. De hecho, fue la primera computadora científica del país, se ocupó de resolver cálculos complejos y fue el símbolo de un proyecto que pretendía desarrollar la ciencia y tecnología argentina. Su nombre en realidad era "Mercury" y llegó al país en barco en 1960, tras haber sido encargada a la fábrica británica Ferranti, pero se la conoció popularmente como "Clementina", porque al finalizar un cálculo la máquina ejecutaba un sonido con los acordes de la canción "Oh My Darling’ Clementine".

(Fuente: El Destape / La Nación / Wikipedia)