martes, 25 de junio de 2024

El curioso origen de algunas de nuestras frases populares

"No quiere más Lola", "Viva la pepa" o "Más loca que una cabra" forman parte de nuestro lenguaje cotidiano, pero ¿alguna vez nos preguntamos de dónde provienen?


Hay frases que venimos repitiendo desde hace generaciones sabiendo exactamente en qué momento o situación aplicarlas pero que, si las extraemos del contexto y las pensamos aisladamente, pierden todo sentido, y algunas hasta pueden parecer desquiciadas.

Sin embargo, cada una de ellas, o al menos la gran mayoría, tiene un origen definido y hasta existen la paremiología, una disciplina que es capaz que echar luz sobre la mayoría de ella. Vamos a repasar algunas de las más usadas, entre las que se encuentran éstas 15:

• No quiere más Lola: es netamente argentina. "Lola" era el nombre de una galleta sin aditivos, sin sal, insulsa, que a principios del siglo XX integraba la dieta de cualquier hospital. Por eso, se la usaba cuando alguien moría. Y, desde entonces, se aplica a quien no quiere seguir intentando lo imposible.

• A Seguro se lo llevaron preso: proviene de Jaen, España, donde los delincuentes eran recluídos en el Castillo de Segura de la Sierra. Originalmente se decía "a (la prisión de) Segura se lo llevaron preso", que advertía sobre no robar, para no terminar en Segura. Hoy significa que nadie está libre de algún inconveniente, imprevisto o contingencia.

• Más loca que una cabra: los corderos, una vez destetados, siguen mansamente a su madre; en cambio los cabritos se disparan a los saltos hacia el monte y su pobre madre se vuelve loca tratando de ubicarlos. De allí lo de esta frase, o su variante en algunos lugares, "está rechiva". 

• Hasta que las velas no ardan: se originó en los prostíbulos, en épocas en que no existía la luz eléctrica y los relojes eran objetos de lujo. La "madama" o regente del lugar le entregaba al cliente una o varias velas, según lo pagado. Cuando se consumían, el turno había concluído.

• A cada chancho le toca su San Martín: alude al 11 de noviembre, día de San Martín de Tours, patrono de la ciudad de Buenos Aires, que se celebra comiendo lechón. Significa que a todos les llega en algún momento la compensación por sus buenos o malos actos.

• Viva la pepa: contra lo que podría creerse, no es el grito de alegría de un buscador de oro, sino el que usaban los liberales españoles en adhesión a la Constitución de Cádiz, promulgada el 19 de marzo de 1812, en la festividad de San José Obrero. Como a los José se los apoda "Pepe", en vez de decir "viva la Constitución" -lo que conllevaba llegar a ser reprimidos- los liberales gritaban "Viva la Pepa". En Argentina, su significado se ha desvirtuado y se parece a "piedra libre".

• Más problemas que los Pérez García: "Los Pérez García" fue un programa de radio que se emitió entre el año 1942 y 1967, por Radio El Mundo de Argentina, en vivo, durante quince minutos todos los días. Era una familia que trabajaba y aspiraba ser de clase media. Tenían problemas y los resolvían los viernes, siempre rescatando los valores, las buenas prácticas.

• No hay tu tía: la atutía era un remedio hecho en base a óxido de zinc, que curaba muchas enfermedades, pero sobre todo las infecciones oculares. Era tan buena que, en la época de Cervantes, cuando algo no tenía solución, se decía que "no tiene atutía", no tiene remedio que lo cure. Con el tiempo la palabra perdió la letra a inicial. Por eso es "no hay tutía", que se escribe todo junto porque nada tiene que ver con la hermana del padre o madre.

• Levantarse con el pie izquierdo: parece provenir de los antiguos servicios eclesiásticos, en los que se recomendaba al sacerdote que no accediese al altar con el pie izquierdo en primer lugar, dado que al paraíso se accedía con el derecho. Los antiguos romanos también respetaban esta regla, porque creían que la pierna izquierda estaba controlada por "malos espíritus".

• Como Pedro (o Pancho) por su casa: describe a quien que se mueve cómodamente por un espacio ajeno o poco familiar. El responsable de su origen fue Pedro I de Aragón, que allá por 1096 conquistó Huesca para los cristianos venciendo al ejército musulmán pese a una situación de partida poco favorable.

• El que se fue a Sevilla perdió su silla: surge en la disputa por el Arzobispado de Sevilla entre Alonso de Fonseca el Viejo (así lo llamaban para diferenciarlo de su sobrino) y Alonso de Fonseca el Mozo. El primero de los contendientes se fue a Santiago de Compostela para prepararse para el cargo, pero al regresar a Sevilla descubrió que su puesto había sido usurpado.

• Martes, no te cases ni te embarques: se remonta a la época de los antiguos romanos, quienes habían dedicado ese día a Marte, Dios de la Guerra, quien brindaba protección a los ejércitos, pero afecta­ba cuestiones relacionadas con la vida diaria, por lo cual debía evitarse cerrar negocios, establecer nuevas relaciones mercan­tiles, comenzar viajes (la mayoría de ellos por negocios) y, por supuesto, casarse. Hay que tener en cuenta que muchos de los matri­monios de esa época podían obedecer a cuestiones de intereses o tratos comerciales entre familias.

• En boca cerrada no entran moscas: Carlos I de España (1500­-1558), quien a su vez era Carlos V de Alemania, sufría de una afección llamada prognatismo, una desalineación entre el maxilar y la mandíbula que le impedía cerrar correctamente la boca, lo que le causaba dificultades al hablar y al comer. Cuentan que un caballero del lugar se dirigió respetuosamente al rey y le dijo: "Cerrad la boca, majestad, que las moscas de este reino son traviesas", que hoy es usado para graficar que, en ciertas ocasiones, conviene ser discreto o simplemente no hablar para evitar problemas innecesarios.

• Al que quiera celeste, que le cueste: durante el Renacimien­to (siglos XV y XVI), resultaba muy difícil obtener el color azul para las pinturas de los cuadros, los frescos de las catedrales y, en algunos casos, para las esculturas. Se obtenía a través del lapislázuli, una piedra proveniente de Oriente, en ese momento carísima. Por eso, antes de comenzar cada obra, se calculaba cuánto de esa piedra iba a ser necesario, y en base a eso se calculaba su costo.

• Tirar manteca al techo: surgió a mediados del siglo XX, cuando los argentinos acaudalados viajaban a Europa de vacaciones por varios meses. Fue por ese entonces cuando Martín Máximo Alzaga Unzué, miembro de una tradicional familia aristocrática, junto a sus amigos, jugaban a embocar pedazos de manteca en el techo de los bares de París.

(Fuente: varias)