viernes, 7 de junio de 2024

Mal de ojo: una creencia supersticiosa remota, compleja y aún viva

El mal de ojo es una creencia supersticiosa que atribuye a la mirada de algunas personas y a determinados actos o sentimientos negativos la capacidad de causar daño a otros. Es conocida desde la antigüedad y se halla extendida por casi todo el mundo, presentando características similares en todas las culturas.


Talismanes típicos contra el "mal de ojo" (Foto: FocalPoint).

Es la creencia supersticiosa que mayor difusión ha alcanzado en todo el mundo, apareciendo en un amplio abanico de países que comprenden toda Europa, una gran parte de Asia, el norte y centro de África y amplias regiones de América y Oceanía. Su presentación es idéntica en todos los países, presentando características similares en cuanto a la etiología, prevención y los tratamientos que se le aplican.

Denominación


El nombre más generalizado, en lengua castellana, es mal de ojo o aojo. En mi opinión el primero designaría fundamentalmente al cuadro clínico y el segundo, aojar, al acto de transmitir el "mal".

El término "fascinación" aparece con profusión en la literatura española de siglos pasados. Actualmente este vocablo, que proviene directa mente de la designación latina del mal (oculus fascinus, fascinum o fascinatio), se utiliza poco y, a veces, con otro sentido y en otros contextos.

En euskera se le dice "begizkoa" o "begizko", con algunas variantes como "begisantarra"  o "begiguna". En catalán se le dice "mal d’ull", en gallego "mal de ollo" o "mal de filu", en francés "mauvais oeil", en italiano "malocchio", en inglés "evil eye", en alemán "böse blick", en hebreo "ayin ha ra", en árabe "’ayn" o "’ayn wehsha", y podríamos seguir hasta cansar.

El denominador de la denominación de esta psicopatología popular en todos los idiomas se relaciona con los ojos -con la mirada-, conservando esta vinculación (mal-ojo), una increíble unidad en todo el mundo a pesar de su antigüedad.

Una creencia milenaria

Desde la antigüedad, el mal de ojo se atribuye a la mirada muy fuerte de algunas personas. "Los orígenes de esta creencia se remontan a pueblos tan antiguos como Babilonia, Egipto, los sumerios y los hititas. Estas culturas creían que los malos sentimientos que están dentro del ser humano salen afuera por los ojos", describe Carmen Torrente en su libro "La superstición dice…".

Así, de las gorgonas griegas y su mirada paralizante hasta los relatos celtas de hombres que dominaban caballos con sólo mirarlos, el mal de ojo atravesó prácticamente todas las culturas a lo largo de miles de años. Y con él, cada civilización creó sus propios amuletos de cuidado y defensa.

A modo de "antídoto", los egipcios maquillaban el contorno de sus ojos con Kohl, un compuesto a base de antimonio que era preparado por los adivinos para los hombres y, en cambio, por ellas mismas en el caso de las mujeres.

"En la antigua Roma -describe Torrente- los hechiceros profesionales especializados en mal de ojo eran contratados para ejercer sus sortilegios contra los enemigos de una persona". En la Edad Media, como solía ser habitual, tener la mirada desviada o algún problema en la vista convertía a la persona en candidata a morir ahorcada o en la hoguera.

En Asia Central, Grecia, Turquía y en la región oeste de China también se creía -y aún se cree- en el ojeo y los temibles efectos de una mirada fuerte y "mala".

Ojo por ojo: talismanes y amuletos

Cintas rojas en la muñeca, cuernos del mismo color en el cuello, herraduras colgadas del revés, riestras de ajo detrás de las puertas o una espina seca en el bosillo. Desde siempre, las personas se han protegido de múltiples formas frente a las "malas vibras" de los demás.

Sin embargo, muchos aseguran que el ojo turco -el tradicional ojo azul de cristal- es el talismán más efectivo para protegerse de todo lo malo. Tanto para cuidar los hogares (ubicados en la entrada) como a las personas (en anillos, collares o en bolsos), su misión era anular la "onda negativa", ya que, supuestamente, la "absorben".

A la hora explicar el origen de este amuleto, algunas creencias aseguran que fue una consecuencia de la invasión de los pueblos nórdicos. "Éstos tenían los ojos azules y a su llegada a los pueblos de Anatolia, actualmente en la parte asiática de Turquía, fueron vistos como invasores que les echaban mal de ojo. Para evitarlo crearon el ojo azul: Nazar Boncuk, o el grano malvado del ojo, que es un "ojo", a menudo sobre un fondo azul, que mira fijamente para proteger de la maldad a sus usuarios y para mantenerlos al margen de todo daño", explica el citado libro de Torrente.

Otra imagen muy utilizada es la Mano de Fátima (o Hamsa). Símbolo sagrado tanto para el Islam como para el Judaísmo, tiene la forma de una mano simétrica que, tal como indica su propio diseño, tiene la capacidad de frenar la envidia. Potente en su rol protector, el Ojo de Horus egipcio también es considerado uno de los talismanes anti-envidia más reconocidos.


Mano de Hamsa (Foto: Shutterstock).

¿Mito o realidad? ¿Será cierto que algunos pueden "enviar maldad" con sus ojos? ¿Y otros sentirse afectados por ello? Finalmente, si alguien esperaba una respuesta científica a la pregunta "¿pero existe o no?", este no es el lugar para buscarla, y probablemente no exista.

Como se dice en Argentina, creer o reventar, cada uno elegirá su propia respuesta.

(Fuente: Clarín / Wikimedia)