El té es una de las bebidas más antiguas del mundo, con millones de adeptos en todos los países, que se expandió desde China hacia otras partes del globo de una forma lenta pero constante. Pero, ¿cuál es su verdadero origen?
Antiguo conjunto japonés para realizar la ceremonia del té, una costumbre del país nipón muy influenciada por el budismo (Foto: Shutterstock)
No existe una respuesta definitiva a la pregunta que cierra el párrafo anterior, pero algunas leyendas pueden servir de guía para conocer la época en la que se empezaron a cultivar y consumir los diferentes tipos de té en distintas partes del mundo.
China: un descubrimiento accidental
Según cuenta la leyenda china, el té surgió de la mano del Emperador Shen-Nung, quien vivió hace unos 5.000 años. Un día, el emperador se sentó bajo la sombra de un árbol para descansar y hervir agua, como era su costumbre, cuando unas hojas de ese árbol cayeron de manera casual en el recipiente.
Shen-Nung probó el fortuito té y se sintió reconfortado, así que mandó enseguida a plantar semillas de ese árbol silvestre. Así habría nacido el té como bebida, en el año 2.737 a.C.
Japón: un remedio contra el sueño
Los japoneses tienen otra leyenda para el origen del té, con el Príncipe Bodhi-Dharma, peregrino budista de origen persa, como protagonista. Según la versión nipona, el príncipe, tras tres años de peregrinaje, tuvo un sueño en el que aparecían todas las mujeres con las que había estado hasta ese momento, que no eran pocas.
Avergonzado, se hizo la promesa de no volver a dormir nunca más para evitar que un sueño semejante se repitiera. Pero como es lógico, pasado un tiempo el sueño y el cansancio se abatieron sobre él sin que pudiese hacer nada para evitarlo, hasta que encontró un arbusto en el camino del que mascó unas hojas.
Gracias a ellas pudo mantener los ojos abiertos y evitar así caer otra vez en el sueño y la vergüenza.
India: finalidades medicinales
Otra de las leyendas tiene a la India como país de origen del té, y además su protagonista coincide con el de la historia japonesa. Según cuentan los indios, el Príncipe Bodhi-Dharma partió un día de peregrinaje hacia el norte del país para predicar y enseñar el budismo. No obstante, tras cinco años de viajes y enseñanzas Bodhi-Dharma se encontraba cansado y enfermo.
Fue entonces cuando, siguiendo las indicaciones de unos sabios, recogió las hojas de un árbol muy especial y se preparó una infusión con ellas. Este remedio le sanó y le reconfortó, pudiendo así continuar con su viaje.
Un grabado de Utagawa Hiroshige, realizado hacia 1845-46, muestra dos mujeres vestidas con kimonos que se desempeñan como trabajadoras de las plantaciones del té en la región de Fuchu, en Japón (Foto: Wikimedia Commons / Utagawa Hiroshige)
¿Qué dice la historia documentada?
Todas estas leyendas hablan de la casualidad como factor indispensable en la historia del origen de la infusión, pero no ofrecen muchos detalles que se puedan considerar totalmente veraces. Aun así, hay evidencias que demostrarían que en China, hacia el siglo XXVII a.C., ya se consumía té.
De todas formas, la historia real y conocida del té empieza por su expansión en la propia China. Fue en la época de las seis dinastías (589-222 a.C.) cuando el té empezó a conquistar el sur del país, y lo hizo como planta medicinal.
Más tarde, fue el comercio y las grandes caravanas las que transportaban y comerciaban con estas hojas medicinales, y así alcanzaron cotas como el Himalaya o Japón hacia el año 800 d.C., o quizás incluso antes.
Para su llegada a Europa tuvieron que pasar muchos años, hasta que el explorador portugués Vasco da Gama atravesó el Cabo de Buena Esperanza y la ruta marítima entre Oriente y Occidente se estableció, sobre todo para portugueses y holandeses.
No hay conclusiones claras que determinen si fueron unos u otros quienes exportaron el té chino hasta Europa por primera vez, pero lo que es seguro es que se convirtió en todo un éxito social en el siglo XVII, y desde entonces el negocio no ha cesado.
Y eso lo aprovechó de manera especial la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que se quedó con el monopolio del mercado. Además, China y Japón eran los únicos países que exportaban té, y la Compañía de las Indias no quería que nadie más cultivase la preciada planta.
El té llegó a Estados Unidos de la mano del Gobernador Colonial holandés Peter Stuyvesant en 1650, quien mandó un cargamento de estas hojas a los colonos de Nueva Ámsterdam, la actual ciudad de Nueva York. El problema era su alto precio: sobre su importación a Estados Unidos recaían una gran cantidad de impuestos. Por ello, en 1773 se dio el conocido motín del té en Boston, que a la larga fue uno de los desencadenantes previos al inicio de la Guerra de la Independencia de EEUU.
Para el siglo XIX, los ingleses ya cultivaban té en India, lo cual abarató costos y abrió el mercado, popularizando todavía más esta bebida.
A África el té llegó gracias a los árabes, que tenían sus propias rutas de comercio. Tuvo mucha repercusión en el norte, donde se ha convertido en bebida nacional en países como Marruecos.
En España el té aterrizó en el siglo XVIII como una moda importada de Francia e Inglaterra, pero su arraigo fue mucho menor por culpa del café y del chocolate, que para entonces ya estaban mucho más asentados.
Pequeña plantación de arbustos de Camellia sinensis (Foto: Kenpei Studio / Wikimedia)
En la actualidad
El té es la bebida más consumida en todo el mundo hoy en día, según indican las estimaciones hechas por la Federación Internacional del Té. Su popularidad supera la del café, la cerveza o la Coca-Cola, pero sin tener en cuenta el agua, por supuesto.
Existen varios tipos de té, entre ellos el té blanco, rojo, verde o negro. Cada uno de ellos aporta unas propiedades y beneficios distintos a nuestro sistema, aunque todos provienen de la misma planta, la Camellia sinensis, y será el proceso de oxidación de la hoja el que permita obtener las distintas variedades.
A pesar de que se desconozca con exactitud su origen, lo que sí sabemos es que desde hace más de 5.000 años esta bebida triunfa en todo el planeta y no parece que vaya a dejar de hacerlo.
(Fuente: National Geographic / Wikipedia)