jueves, 11 de julio de 2024

Movimientos de la Historia del Arte: Orientalismo

1750-1956

Más que un movimiento, el Orientalismo fue un ardor, un ardor longevo que duro tres siglos, alcanzando a multitud de disciplinas, estilos y artistas, una preocupación importante, concluyó Victor Hugo. Preocupación que emergió al calor del combo neoclasicismo más romanticismo, ofreciendo el academicismo la mayor gloria al género.

Asociado inevitablemente al siglo XIX, tuvo su precuela en la centuria anterior, cuando Europa observó con ojos curiosos al vecino de la derecha, un Imperio otomano que se descomponía. Era una necesidad urgente que una dama de clase alta -o muy esnob con recursos- se hiciese retratar con un buen turbante sepultada entre sedas adamascadas. Las «turquerías» es el comienzo de todo. Aunque fue con las campañas expansionas inglesas, y en especial la napoleónica en Siria y Egipto, cuando el norte de África y Oriente Medio se convierten en los territorios que narcotizan a Europa. La cosa finaliza oficialmente en 1956, cuando Francia abandona Marruecos.

Ser orientalista significaba lanzarse a explorar el este, no obstante, algunos pintores jamás salieron del estudio, dedicándose a imaginar, ayudados por la literatura de viajes o alguna lámina o daguerrotipo venido de allá. De hecho, el orientalismo es algo imaginado.

La pintura se utilizó sabiamente como propaganda de esas potencias imperialistas para legitimarse en aquellas tierras bárbaras, apoyadas por una clase acomodada y capitalista en busca del contraste con la ilustración de sus vidas. En tierras islámicas se buscaba lo desconocido, lo misterioso y sobre todo, lo prohibido, asumiendo sus aberraciones culturales e inferioridad intelectual y moral.

Así, los salones de aquellos países grises e industrializados se poblaron con el desorden de populosos zocos, con combates tribales a caballo y de ricas medinas medievales, de desiertos eternos u oasis con tiendas de nómadas, de arquitecturas cupuladas y esbeltos minaretes, con escenas cortesanas o cotidianas, festividades populosas y llamadas a la oración.

El erotismo femenino -de amplio espectro racial- se cultivó masivamente en contextos de esclavitud, gineceos y baños comunales, sirviendo como húmedo subterfugio a la castrada sociedad cristiana del momento.

Obras representativas

Jean Auguste Dominique Ingres, Francia (1780-1867)


Grande Odalisque (
La gran odalisca).


Le Bain turc (
Baño turco).

Jean-Léon Gerôme, Francia (1824-1904)


Los Baigneuses (Bañistas).

Mariano Fortuny, España (1838-1874)


Un marroquí.

Jacques Majorelle, Francia (1886-1962)


Marg, Ègyptiennes (
Escena de El Cairo).

Pierre-Auguste Renoir, Francia (1841-1919)


La Mosquée (
La mezquita).

Antonio Muñoz Degraín, España (1840-1924)


Amor de madre.

Giulio Rosati, Italia (1861-1917)

Ispezione di una nuova arrivata nell'harem (Inspección de un nuevo arribo en el harem).

Gaston Casimir Saint-Pierre, Francia (1833-1916)


Diane chasseresse (Diana cazadora).

(Fuente: Historia del Arte)