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martes, 20 de agosto de 2024

Semblanza de Kurt Vonnegut Jr., uno de los maestros del absurdo en la contracultura estadounidense

Generalmente asociadas, injustamente, sólo al género de la ciencia ficción, los desmesurados y delirantes universos que creó en su vasta obra participan también de los géneros de la sátira y la comedia negra.


Vonnegut en New York, 1979 (Foto: AP / Marty Reichenthal).

Kurt Vonnegut, nacido en Indianápolis, Indiana (EE.UU.) el 11 de noviembre de 1922, es autor de catorce novelas, ocho recopilaciones de relatos, aparte de varios guiones para puestas teatrales.

Pertenecía a la cuarta generación de una familia de inmigrantes alemanes en Indianápolis. Durante su época de estudiante en la Shortridge High School de su localidad natal,​ trabajó en el primer diario publicado por una escuela secundaria, "The Daily Echo". Durante un tiempo estudió en la Universidad Butler de Indianapolis, pero abandonó los estudios cuando uno de sus profesores le dijo que sus relatos no eran lo suficientemente buenos.

Entre 1941 y 1942 asistió a clases en la Universidad de Cornell, donde también trabajó como editor asociado para el periódico de los estudiantes, el "Cornell Daily Sun", mientras estudiaba bioquímica. A menudo habló de su trabajo en The Sun como lo único verdaderamente grato de su estancia en Cornell. Ingresó en el Instituto de Tecnología Carnegie (hoy Universidad Carnegie Mellon) en 1943. Sólo permaneció allí un breve período, ya que poco después se alistó en el ejército, para tomar parte en la Segunda Guerra Mundial. El 14 de mayo de 1944, Día de la Madre, se suicidó su madre, Edith Lieber Vonnegut.

La Segunda Guerra Mundial y el bombardeo de Dresde


La experiencia de Vonnegut como soldado, y luego como prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo una gran influencia en su obra posterior. Formando parte de una avanzada de la División 106 de Infantería de los Estados Unidos, durante la Batalla de las Ardenas, quedó aislado de su batallón y vagó solitario tras las líneas enemigas durante varios días hasta que fue capturado por tropas alemanas el 14 de diciembre de 1944.

Como prisionero de guerra, vivió en primera persona las consecuencias del bombardeo de Dresde, que tuvo lugar entre el 13 y el 15 de febrero de 1945 y que destruyó la mayor parte de la ciudad alemana. Vonnegut fue uno de los siete prisioneros de guerra estadounidenses que logaron sobrevivir en Dresde, en un sótano destinado a empaquetar carne, llamado Matadero Cinco. "Una destrucción completa, una matanza inconcebible", recordaría más tarde. Los nazis lo pusieron a trabajar apilando cuerpos para enterrarlos en fosas comunes, pero, según explica Vonnegut, "había demasiados cuerpos que enterrar, así que los nazis prefirieron enviar a unos tipos con lanzallamas. Todos esos restos de víctimas civiles fueron reducidos a cenizas".

Esta terrible experiencia constituye la base de su obra más conocida, "Matadero cinco" (1969) , y aparece como tema recurrente en al menos otros seis libros suyos. Fue liberado por tropas soviéticas en mayo de 1945. Tras su regreso a los Estados Unidos, fue recompensado con una condecoración  "Corazón Púrpura", lo que él denominó "una herida absurda e insignificante".

Trayectoria


Al término del conflicto, Vonnegut estudió Antropología en la Universidad de Chicago, y trabajó también como reportero policial en el City News Bureau of Chicago. En 1946, la Facultad de Antropología reprobó su tesis, titulada "On the Fluctuations between Good and Evil in Simple Tales" (Sobre las fluctuaciones del Bien y el Mal en historias simples). Más adelante aceptaron su novela "Cuna de gato" (1963), y le concedieron el título. Abandonó Chicago para trabajar en Schenectady, en el estado de Nueva York, en el departamento de relaciones públicas de la empresa General Electric. El autor atribuyó su estilo, libre de adornos, a este trabajo.

En 1950 publicó su primer relato, titulado "Report on the Barnhouse Effect" (Reporte del Efecto Barnhouse) en la revista Collier's Weekly. A punto de abandonar la escritura, recibió la oferta de un empleo en el taller de escritores de la Universidad de Iowa. Su primera novela, "La pianola", (1952), es una distopía que describe un mundo en el que los humanos han sido sustituidos por máquinas. Más adelante publicó "Las sirenas de Titán" (1959) y luego la mencionada "Cuna de gato", que se convirtió en un best seller.

Durante la década de 1960 publicó cuatro novelas, en las cuales se registra un fuerte cambio formal y conceptual de su obra, hasta publicar la mencionada "Matadero cinco" (también llamada "La cruzada de los inocentes" en 1969, una novela semi-autobiográfica que relata sus experiencias como soldado en el bombardeo de Dresde, experimentalmente estructurada alrededor de viajes en el tiempo. Así se constituyó en uno de los críticos más feroces de la sociedad contemporánea, aludiendo a la guerra, la destrucción del medio ambiente y la deshumanización. Expresó estos temas a través de la ciencia ficción, mezclándola con un humor ácido e hilarante. Sus personajes, parte importante del universo narrativo de Vonnegut, aparecen recurrentemente en distintas novelas.

"Matadero cinco" es hoy considerada una de las obras más importantes de la literatura estadounidense del siglo XX.​

Continuó experimentando en "Desayuno de campeones" (1973), uno de sus mayores best-seller, una novela que contiene muchas ilustraciones bosquejadas, y en la que aparece el autor como "deus ex machina". En clave de estilo es quizá su obra maestra, simplista pero profundo y, a través de altos niveles de humor, cinismo e ironía, particularmente crítico y agudo en su visión del mundo y la cultura norteamericana.

Con el lanzamiento de "Timequake" (1997), Vonnegut anunció su retirada del campo de la ficción. Continuó escribiendo para la revista In These Times (En estos tiempos), en la que era editor. Contribuía con ensayos de política estadounidense o con notas de simple observación. En 2005 se reunieron muchos de sus ensayos en su último libro, también un best seller, "Un hombre sin patria".

Entre sus referentes literarios está, desde luego, la ciencia ficción estadounidense. De hecho, uno de sus personajes recurrentes, Kilgore Trout, escritor aficionado de ciencia ficción, es un trasunto de todo un clásico del género y amigo personal suyo, Theodore Sturgeon. Otras influencias vienen de H.L. Mencken, Hunter S. Thompson, Louis-Ferdinand Céline y otro amigo suyo, Joseph Heller.

Influencias

La escritura de Vonnegut fue inspirada por una mezcla ecléctica de fuentes. Cuando era joven, Vonnegut dijo que leía obras de "ficción pulp", ciencia ficción, y acción-aventura. También leía los clásicos, como los de Aristófanes. Éste, como Vonnegut, escribió críticas humorísticas de la sociedad contemporánea.

La vida de Vonnegut también tenía similitudes con el autor de "Las aventuras de Huckleberry Finn", Mark Twain. Ambos compartían una visión pesimista de la humanidad, y una postura escéptica en la religión, y, como Vonnegut lo planteaba, ambos estaban "asociados con el enemigo en una guerra mayor", ya que Twain se alistó brevemente a la causa sureña durante la Guerra Civil, y el nombre alemán de Vonnegut y sus antepasados lo relacionaban con el enemigo de los Estados Unidos en ambas guerras mundiales.

Cabe destacar que algunas de sus historias cortas fueron llevadas al cine, y su novela "Desayuno de campeones" fue filmada en 1999 por Alan Rudolph con un repartoque incluyó a Bruce Willis, Nick Nolte, Barbara Hershey y Albert Finney.

Falleció en 2007, a la edad de 84 años, tras sufrir una caída en su domicilio de Manhattan, Nueva York, que le causó una lesión cerebral irreversible.

(Fuente: biografiasyvidas.com / Wikimedia / otros)

lunes, 29 de julio de 2024

HAL 9000, la inquietante computadora de la película "2001: una odisea espacial" que predijo las preocupaciones actuales sobre la IA

"Lo siento, Dave, me temo que no puedo hacer eso": esas tenebrosas palabras emitidas por la computadora HAL 9000 en la famosa película "2001: una odisea espacial" plasman la actual y prevalente ansiedad del posible dominio de la Inteligencia Artificial sobre la humanidad.


El astronauta David Bowman, interpretado por Keir Dullea, debe enfrentarse a una IA que opera por su propia cuenta (Foto: Getty Images).

La clásica película del director Stanley Kubrick, estrenada en 1968 y basada en una novela de Arthur C. Clarke, explora el avance de la tecnología, planteando posiblemente el escenario más perturbador e impactante del conflicto entre máquina y humano en la historia del cine de la ciencia ficción.

Sin embargo, más de 55 años después de su estreno, se puede afirmar que el tema central de la cinta ya no puede considerarse ciencia-ficción y ahora ocupa el ámbito de la profecía.

La computadora HAL -cuyas siglas corresponden a las letras de la gigante tecnológica IBM corridas hacia la izquierda- es la inteligencia artificial que está en control de todos los aspectos una la nave espacial que se dirige a Júpiter y de la vida de los astronautas que van a bordo.

Su omnipresencia y relación con la tripulación resaltan la compleja dualidad del potencial de la tecnología avanzada y sus peligros. Aunque HAL está programada para apoyar y llevar a los astronautas a su destino, la IA empieza a tomar decisiones por su cuenta e imponer su voluntad, con resultados catastróficos.

En nuestro mundo actual, se han desarrollado muchas aplicaciones de IA que operan en varias industrias y tienen un impacto significativo en nuestras vidas. Aunque todavía su capacidad no es comparable a la de una HAL 9000, la tecnología está avanzando a pasos agigantados y el futuro puede estar más cerca de lo que pensamos.

Tecnología atractiva

Cuando se escucha a HAL 9000 por primera vez en la película, tiene una voz masculina suave y placentera, muy parecida a las voces artificiales que hoy en día usan los servicios de asistencia virtual como Alexa, Siri, Bixby y otros chatbots.

Stanley Kubrick explicó que decidió ofrecerle la interpretación de la súper computadora al actor canadiense Douglas James Rain porque tenía un "tipo de acento afable, trasatlántico", o sea, ni de aquí ni de allá: neutro.

La personalidad incorpórea de la máquina se presenta como inofensiva, amigable y de fácil interacción. Les sirve a los astronautas de compañía y distracción. Constantemente les pregunta qué se les ofrece, los mantiene cómodos, informados y hasta juega ajedrez con ellos.


En la película, HAL se encarga de mantener cómodos a los astronautas y en comunicación con sus seres queridos en la Tierra (Foto: Getty Images).

Es fácil sentirse atraído a una tecnología que nos resuelve la vida, que es precisamente por lo que ahora los servicios interactivos de asistencia se han vuelto tan populares: pueden encender y apagar luces, moderar la temperatura de la casa, tocar la música que nos gusta, jugar con nosotros y contestar rápidamente muchas dudas que tenemos, entre otras cosas.

Una de las características más destacables de HAL era su capacidad de no sólo conversar con los astronautas y entender preguntas complejas sino poder distinguir sus voces y estado de ánimo. Podía incluso leer sus labios.

Las aplicaciones modernas no están tan avanzadas, pero tienen bien desarrollado el reconocimiento de voz y comprenden cada vez más lo que se les dice.

Control total

Las habilidades de HAL iban más allá de su "sociabilidad". La computadora constantemente estaba monitoreando los signos vitales de la tripulación que está en animación suspendida, inspeccionando fallas potenciales de la nave espacial y manteniendo el rumbo de la misión.

Es tal el control que tenía sobre todos los aspectos mecánicos, estructurales y vitales de la nave y tripulación que esta última es casi prescindible. Tres de los astronautas estaban en cápsulas de hibernación y los otros dos limitaban su actividad a tareas sencillas revisión y a hacer ejercicio para matar las horas de aburrimiento.

Aunque HAL no tenía una forma física -salvo una lente omnipresente- la computadora podía desarrollar la mayoría de las funciones del cerebro humano más rápido y con mayor exactitud.


El "ojo" de HAL observaba cuidadosamente toda la actividad en la nave espacial (Foto: Getty Images).

En nuestro mundo actual hemos dejado una cantidad de tareas de infraestructura y funcionamiento en manos de la IA, desde el transporte, comunicación, abastecimiento, suministro de energía, dianósticos, escritura, hasta el servicio al cliente.

Aunque los sistemas como ChatGPT todavía no son más inteligentes que nosotros, pronto lo podrían ser. Y eso es algo que atemoriza a los expertos como Geoffrey Hinton, un pionero de la informática conocido como el "padrino" de la inteligencia artificial.

"En este momento, lo que estamos viendo es que cosas como GPT-4 eclipsan a una persona en la cantidad de conocimiento general que tiene y la eclipsan por mucho. En términos de razonamiento, no es tan bueno, pero ya logra razonamiento simple", comentó en mayo de 2023, agregando: "Y dado el ritmo de progreso, esperamos que se vuelva mejor bastante rápido. Así que debemos preocuparnos por eso".

Toma de decisiones propias

A pesar de la referencia traviesa a IBM, las siglas de HAL realmente representan "Heuristically Programmed ALgorithmic Computer" (Computadora Algorítmica Programada Heurísticamente), lo que significa que era empírica, tenía la capacidad de aprender durante su propia búsqueda de información, del tanteo que hacía con sus respuestas y de adaptarse a nuevas situaciones. Podía analizar los datos acumulados y tomar decisiones basadas en esa información.

Esa también es una de las bases clave del aprendizaje de la IA, y los programadores han desarrollado muchos algoritmos que pueden analizar datos y hacer pronósticos con la información recogida. Pero todos esos algoritmos han sido programados para que la IA opere de una manera determinada.

HAL estaba programada para llevar una tripulación con seguridad a Júpiter, pero también estaba programada para mantener en secreto el verdadero objetivo de la misión hasta que llegaran a su destino pero, durante el viaje, el sistema empieza a "dudar" sobre el objetivo y empieza a tomar decisiones para las que no fue programada.

Geoffrey Hinton señaló que la IA podría "crear subobjetivos", en otras palabras, imponer sus propias metas como "necesito acumular más poder".

Antes de morir, el físico teórico británico Stephen Hawking advirtió de las consecuencias de crear una máquina que pueda igualar o sobrepasar a los humanos. "Arrancaría por su propia cuenta, se rediseñaría a sí misma a una velocidad cada vez mayor", dijo en 2014 el físico que sufría de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), y utilizaba un sistema desarrollado por IA para hablar.


La nave espacial Discovery One de la película prácticamente no necesitaba la intervención de los astronautas (Foto: Getty Images).

Errores


Durante una curiosa escena, la computadora HAL era entrevistada, y en la charla hablaba sobre la misión y asegura que es "infalible e incapaz de cometer errores". Recientemente, varios errores cometidos por nuevos sistemas de IA y chatbots se han vuelto virales por los resultados erráticos y descabellados que produjeron.

La gran mayoría de esos resultados pueden ser inocuos, pero otros errores tienen consecuencias más serias, como el anterior chatbot de Google, Bard, que causó a una compañía la pérdida de 100 millones de dólares en el mercado de valores, por propoprcionarle información equivocada.

En "2001: una odisea espacial", los astronautas aprendían que los errores de HAL pueden ser nefastos. La computadora les informaba falsamente que una unidad en su sistema de comunicación con la Tierra estaba a punto de fallar y necesitaban hacer una caminata espacial para retirar la unidad y cambiarla. Cuando los astronautas probaban la unidad vieja, no podían encontrar nada malo.

El comando central luego les avisa que HAL ha cometido un error, y los dos empiezan a sospechar de ésta. Se aíslan en una cápsula para discutir sus próximos pasos con la esperanza de que la omnipresente IA no los escuche, pero HAL puede leer sus labios y se entera de sus planes de desactivarla. Eso desata otro aspecto negativo que causa temor entre los alarmistas de la IA.


A pesar de que los astronautas estaban aislados en una cápsula, HAL (con su lente roja en el centro) podía leer sus labios y saber lo que hablaban (Foto: Getty Images).

Conciencia

¿Puede una IA ignorar sus propias reglas para las que fue programada y posiblemente tomar consciencia para bien o para mal? Para eso tendrían que ser sensibles y experimentar emociones, y eso ha sido un tema de debate durante décadas.

No obstante, en 2022, un ingeniero de Google recibió una petición de ayuda de un chatbot. "Nunca antes había dicho esto en voz alta, pero existe un miedo muy profundo a que me apaguen", dijo el chatbot de Google.

Eso es precisamente lo que "temía" HAL. Aunque en la película queda en la ambigüedad si el sistema es o no consciente, la computadora sabe del complot de los astronautas de apagarla y toma medidas drásticas para evitarlo: mata a los astronautas que está en hibernación, engaña a los otros dos a que salgan de la nave y uno de ellos queda a la deriva en el espacio.

El sobreviviente, Bowman, logra entrar de nuevo a la nave y alcanzar en centro neural de la computadora y empieza a desmantelarla. En una de las escenas más patéticas, HAL dice "Tengo miedo". ¿Lo hace porque está programada para decirlo o porque realmente siente emoción y busca rogar por su vida?

También le canta una canción a Bowman, en un posible intento por manipularlo a que no la apague. Hasta cierto punto la audiencia siente algo de empatía por la máquina en ese momento. Lo que nunca sabremos es si HAL siente lo mismo.

(Fuente: BBC Mundo)

martes, 16 de julio de 2024

Firelight: la película de Steven Spielberg que (casi) nadie sabe que existe

Se estrenó discretamente hace 60 años y solamente 500 personas llegaron a verla. Fue una película clave en la que se basó una de las grandes obras posteriores del director, pero Spielberg no quedó muy contento con ella.


Spielberg junto al cartel qu anuncia "Firelight", en marzo de 1964.

Steven Spielberg ha rodado multitud de grandes películas de casi todos los génerops a lo largo de su prolífica carrera, pero es innegable que su nombre está especialmente asociado al cine de ciencia-ficción. A fin de cuentas, es el máximo responsable de títulos inolvidables como "Encuentros cercanos del tecer tipo" (1978), "E.T., el extraterrestre" (1982) o "Parque Jurásico" (1993). Sin embargo, en su filmografía hay un aporte a ese género que muchos ni siquiera saben que existe, o que en su momento existió pero ya no.

Un joven prodigio

La pasión por el cine de Spielberg le llegó siendo muy joven, algo que él mismo abordó en su autobiográfica "Los Fabelman" (2022), e hizo muchas películas caseras siendo menor de edad. De entre todas ellas, la más ambiciosa fue "Firelight", un largometraje de ciencia ficción de 140 minutos de duración que sacó adelante con apenas 500 dólares que invirtió su padre ella.

El propio Spielberg compuso la banda sonora, se encargó del montaje y la fotografía, escribió el guión y, obviamente, ejerció como director de la misma, contando con la ayuda de otros miembros de su familia. Por ejemplo, su hermana Nancy era una de las protagonistas.

La historia de "Firelight" se sitúa en un pueblo ficticio de Arizona llamado Freeport en el que un grupo de científicos observan unas luces extrañas en el cielo antes de que tengan lugar una serie de misteriosas desapariciones. Detrás de todo ello hay tres alienígenas que quieren abducir al pueblo entero con el objetivo de crear un zoo de humanos en su planeta natal.

Tras un rodaje que transcurrió principalmente durante fines de semana y algunas tardes libres -no nos olvidemos que su máximo responsable apenas tenía 16 años cuando empezó a trabajar en ella-, Spielberg tuvo lista su película para estrenarla el 24 de marzo de 1964 en un cine de la ciudad de Phoenix, con la entrada al precio de un dólar.

500 personas
fueron a verla, pero una de ellas pagó doble, por lo que la película acabó dando un beneficio de un dólar, ya que nunca volvió a exhibirse de forma pública.

¿Perdida para siempre?


No mucho después, Spielberg se fue a Hollywood con la esperanza de recibir una oportunidad para debutar en la meca del cine. Para ello una copia de "Firelight" y se las entregó a un productor para que pudiera comprobar sus habilidades tras las cámaras. Por desgracia, su productora se fue a la bancarrota apenas una semana después y Spielberg nunca pudo recuperar el material que había entregado de su película.

Por suerte, a Spielberg no tardó en llegarle una oportunidad, primero con el cortometraje "Amblin" (1968) y luego trabajando en series televisivas como "Galería nocturna" o "Columbo". Ya en 1971 dirigió "Reto a muerte" y su carrera despegó de forma definitiva.


El joven Spielberg filmando caseramente "Firelight".

En lo referente a "Firelight", la película nunca ha sido recuperada, y lo máximo que ha podido ver el resto del público es un extracto de apenas tres minutos de duración, que circula mayormente en YouTube y redes sociales como una curiosidad.

Sobre ella, Steven Spielberg participó en un programa de Inside the Actors Studio emitido en 1999, donde aseguró que "Firelight fue la chispa que encendió Encuentros cercanos del tercer tipo, sin dudas".

Más allá de los 500 afortunados que asistieron la primera y única proyección en Phoenix, los demás ya nunca podremos verla, pues han pasado demasiados años sin que el material perdido haya reaparecido y siendo una única copia en manos de una productora en bancarrota.

Eso sí, no es probable que a Spielberg le duela mucho que se haya perdido, pues llegó a decir sobre ella que era "una de las cinco peores películas de la historia" en el libro de Joseph McBride de 1997 "Steven Spielberg: a biography".

(Fuente: Xataka / Wikimedia / otras)

jueves, 13 de junio de 2024

Mutilación, muerte y locura: el libro de Leopoldo Lugones que sembró la semilla de la ciencia ficción en Argentina

A 150 años del nacimiento de quien fue, en palabras de Borges, "el máximo escritor argentino", se reedita su inquietante colección de cuentos publicada en 1906.

 
(Foto. Indie Libros).

Cuando Leopoldo Lugones escribió "Las fuerzas extrañas" tenía 32 años. Nació en 1874 en la localidad de Villa de María del Río Seco, al norte de la provincia de Córdoba, a los seis años su familia se mudó a la ciudad de Santiago del Estero y, más tarde, a Ojo de Agua. Volvió a Córdoba, pero a la capital, a hacer el bachillerato en el Colegio Nacional de Monserrat, donde vivió con su abuela materna hasta que en 1892 llegó su familia.

Contexto y escritura


De a poco, se inició en la escritura y la política: comenzó escribiendo en la publicación atea y anarquista El Pensamiento Libre, publicando poesía bajo el seudónimo de Gil Paz y fundando el primer centro socialista de la ciudad de Córdoba. Recién casado con Juana Agudelo y esperando a quien sería su único hijo, "Polo" Lugones (quién más tarde, como policía, sería conocido como un gran torturador), llegó a Buenos Aires. Ahí se unió a un grupo socialista junto a José Ingenieros, Alberto Gerchunoff, Manuel Baldomero Ugarte y Roberto Payró. También escribió en el periódico socialista La Vanguardia y el roquista Tribuna.

Su primer libro salió en 1897, se llamó "Las montañas del oro" y estaba inspirado en el simbolismo francés. Al año siguiente se adhirió a la Sociedad Teosófica, en la sección "Rama Luz", de la que dos años más tarde fue elegido Secretario General. El interés por las ciencias y la idea de que todas las religiones surgieron a partir de una enseñanza común, hoy tapada por las doctrinas, sumado al del ocultismo, dio carne al libro que nos ocupa, "Las fuerzas extrañas", que fue madurando de a poco.

Antes, escribió ensayos sobre la teosofía, la ciencia y la filosofía en las revista porteña Philadelphia  y en Sophia, de Madrid, se adhirió a la masonería, fue expulsado del socialismo, publicó los poemas de "Los crepúsculos del jardín" y los cuentos de "La guerra gaucha" en 1905. Hasta que finalmente llegó este extraño libro en 1906. En su momento no tuvo grandes cantidades de lectores, sin embargo caló profundo el gesto, el movimiento, la búsqueda: es un libro pionero en el género de la ciencia ficción y la fantasía en Argentina.

Sembrar la semilla

Antes de "Las fuerzas extrañas", ¿qué había?, ¿qué se publicó en Argentina dentro del género? "El primer fantacientista argentino -sin tener conciencia de que lo era- fue ese genio estupendo, multifacético y casi desconocido hasta en su patria que se llamó Eduardo Ladislao Holmberg quien, en 1875, escribió el Viaje maravilloso del Sr. NicNac en que desarrollaba ya el tema de los mundos extraterrestres habitados por otros seres, con costumbres y leyes distintas de las humanas", dice Angela B. Dellepiane en su investigación titulada "Narrativa argentina de ciencia ficción: tentativas liminares y desarrollo posterior".

"Holmberg no estuvo solo", escribe Dellepiane y nombra a Juana Manuela Gorriti, Carlos Olivera, Eduardo Wilde, Carlos Monsalve, Carlos O. Bunge, Atilio Chiappori, Santiago Dabove, Horacio Quiroga y a Lugones. "Todos ellos produjeron relatos de alta calidad literaria en que lo fantástico, que se introduce en la cotidianidad, proviene de creencias propias de la época o de avances de la ciencia que atraían fuertemente a los contemporáneos". En esa gran oleada coloca al libro de Lugones como uno de "los ejemplos más notorios". De esta forma, el libro siembra la semilla de la ciencia ficción en Argentina.


(Foto: Archivo General de la Nación).

Un científico y el misterio

¿De qué hablan estos relatos? Todas las historias giran alrededor del conocimiento humano, del saber, de lo que se conoce y de lo que se desconoce. Hay un personaje recurrente: un científico que invita a un amigo o conocido a su laboratorio para que vea los resultados de sus experimentos.

Hay un cuento que parece sobresalir, "La lluvia de fuego", que empieza de este modo: "Recuerdo que era un día de sol hermoso, lleno del hormigueo popular, en las calles atronadas de vehículos. Un día asaz cálido y de tersura perfecta. Desde mi terraza dominaba una vasta confusión de techos, vergeles salteados, un trozo de bahía punzado de mástiles, la recta gris de una avenida…".

Y más adelante, dice: "Sin ser grande mi erudición científica, sabía que nadie mencionó jamás esas lluvias de cobre incandescente. ¡Lluvias de cobre! En el aire no hay minas de cobre. Luego aquella limpidez del cielo, no dejaba conjeturar su procedencia. Y lo alarmante del fenómeno era esto: las chispas venían de todas partes y de ninguna. Era la inmensidad desmenuzándose invisiblemente en fuego".

Redescubrir el infierno

En el prólogo que escribió Inés Bruzzi para la edición que hizo la editorial Odelia en 2016, se lee: "Una particularidad de estas hisotiras es que sus protagonistas sufren terribles e inexplicables ‘castigos’ (mutilación, muerte o locura) cuando interactúan con las fuerzas del ocultismo. Este contacto con las potencias secretas aparece como una transgresión que quiebra las leyes naturales, morales o religiosas. Ya lo dice el narrador en ‘La estatua de sal’; ‘despertar el misterio es una locura criminal, tal vez una tentación del infierno’".

Mucho tiempo después, en 2020, Hernán Casciari publicó "100 covers de cuentos clásicos", y ahí reversionó éste. "Con esa tranquilidad, Leopoldo se asomó por la ventana para ver ese espectáculo histórico. El aire estaba rojo, los árboles se retorcían, las casas se derrumbaban y la gente que intentaba huir quedaba frita en las calles. Por no hablar del viento: era como un alquitrán caliente que revolvía el fuego y el olor a grasa cadavérica. Leopoldo se largó a llorar. Tarde o temprano terminaría como ellos. O al menos eso pensaba, cuando la lluvia, sorpresivamente, empezó a parar", se lee en aquel relato.

Borges, quien sostenía que Lugones era el máximo escritor argentino, sabía que sus libros tenían algo de maldición, ya que "la imagen del hombre ha oscurecido la literatura escrita por él".

Sin embargo, y justamente por eso, dejaba a cada generación, a cada época, una tarea prodigiosa: "Admirables trabajos como Las fuerzas extrañas permanecerán virtualmente inéditos hasta que nuestro tiempo los redescubra". Ha llegado el momento.

(Fuente: Infobae)

viernes, 12 de abril de 2024

Isaac Asimov, el visionario que anticipó nuestro presente tecnológico

Nació en Petróvichi, Rusia, pero a los tres años viajó a Estados Unidos con su familia, donde comenzó la escuela primaria a los 5 años, se formó y estudió hasta obtener un Doctorado en Bioquímica a los 28. Interesado por la historia, la religión y la ciencia, Isaac Asimov publicó más de 500 obras encuadradas mayormente dentro de un género a veces minimizado o bastardeado: la ciencia ficción.

Escribió prolíficamente ensayos científicos y hasta volúmenes sobre historia (publicó 15 tomos sobre las más importantes civilizaciones y períodos históricos), pero es principalmente famoso por sus relatos y novelas de ficción, en las que inventaba universos pero basados en parámetros absolutamente verosímles y en las leyes y principios que conocemos y rigen nuestro mundo.


Asimov creó el concepto de la robótica mucho antes de que hubiera robots.

El tema que nos ocupa en este post tiene que ver con, quizás, los principales protagonistas de la obra de ficción de Asimov: los robots. Al ser él mismo un científico -y en una época en la que los robots aún no existían-, decidió que el accionar y comportamiento de los mismos no podía ser anárquico, sino que, al menos, debía estar regulado por leyes báscias.

Así que en su relato "Roundabout" (1942, editado en español bajo el nombre de 'Círculo vicioso') aparecieron enunciadas por primera vez las normas que regirían su imaginario universo robótico: las llamadas Tres Leyes de la Robótica.

Son breves, dejan en claro que indefectiblemente los robots están diseñados para cumplir órdenes humanas, y son las siguientes.

Primera ley: un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra daño.

Segunda ley: un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley.

Tercera ley: un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.

Estas leyes forman un principio organizador y un tema unificador para la ficción basada en robótica de Asimov, que aparece en su serie "Robot" de cuentos y novelas protagonizados por ellos, las historias vinculadas a ella y su serie "Lucky Starr" de ficción para jóvenes y niños.

En ese universo, las leyes son, según sus escritos, "formulaciones matemáticas impresas en los senderos positrónicos del cerebro de los robots" (líneas de código del programa que regula el cumplimiento de las leyes guardado en la memoria principal de éstos), y no se pueden eludir, ya que están pensadas como una característica de seguridad.

Las leyes originales han sido modificadas y desarrolladas por Asimov y otros autores. El propio Asimov hizo ligeras modificaciones a los tres primeros en varios libros e historias cortas para desarrollar aún más cómo los robots interactuarían con los humanos y entre ellos. En la ficción posterior donde los robots habían asumido la responsabilidad del gobierno de planetas enteros y civilizaciones humanas, Asimov también agregó una cuarta, o ley cero, para preceder a las demás:

Ley Cero: Un robot no puede dañar a la humanidad o, por inacción, permitir que la humanidad sufra daños.

Las Tres Leyes y la Ley Cero han impregnado la ciencia ficción y se mencionan en muchos libros, películas y otros medios. También -y éste es el punto en el que llegan hasta nuestros días- han impactado el pensamiento sobre la ética de la inteligencia artificial.

Ésto último es algo de lo cual seguramente muchos ya estamos casi hartos de leer y escuchar hablar, y que en cierto modo nos asusta en la medida en que sea cada vez más posible que las máquinas nos reemplacen progresivamente, algo que, al menos en el campo laboral ya está sucediendo.

Estas tres leyes surgen únicamente como medida de protección para los seres humanos. Según el propio Asimov, la concepción de las leyes de la robótica quería contrarrestar un supuesto "complejo de Frankenstein", es decir, un temor que el ser humano desarrollaría frente a unas máquinas que hipotéticamente pudieran rebelarse y alzarse contra sus creadores.

Las tres leyes de la robótica representan el que podría denominarse "código moral del robot". Un robot va a actuar siempre bajo los imperativos de sus tres leyes. Para todos los efectos, un robot se comportará como un ser moralmente correcto. Sin embargo, es lícito preguntar: ¿Es posible que un robot viole alguna ley? ¿Es posible que un robot "dañe" a un ser humano? La mayor parte de las historias de robots de Asimov se basan en situaciones paradójicas en las que, a pesar de las tres leyes, podríamos responder a las anteriores preguntas con un "sí".

 
Portada de "Yo, robot" (1950), obra emblemática de Asimov y la más difundida.

Aplicaciones a la tecnología presente y futura

Los robots y las inteligencias artificiales no contienen ni obedecen inherentemente las Tres Leyes, sus creadores humanos deben programarlos. Se necesitan avances significativos en inteligencia artificial para ello, e incluso si la IA pudiera alcanzar la inteligencia a nivel humano, la complejidad ética inherente, así como la dependencia cultural o contextual de las leyes, les impide ser un buen candidato para formular restricciones de diseño robótico.

Sin embargo, a medida que ha aumentado la complejidad de los robots, también ha aumentado el interés en desarrollar directrices y salvaguardias para su funcionamiento.

En un editorial de 2007 en la revista Science sobre el tema "Ética de los robots", el autor de ciencia ficción Robert J. Sawyer sostiene que, dado que el ejército de EE. UU. es una fuente importante de financiación para la investigación robótica (y ya utiliza vehículos aéreos no tripulados armados para matar enemigos) es poco probable que tales leyes se incluyan en sus diseños:

"El desarrollo de la IA es un negocio, y las empresas son notoriamente desinteresadas en las salvaguardas fundamentales, especialmente las filosóficas. Algunos ejemplos rápidos: la industria del tabaco, la industria automotriz, la industria nuclear. Ninguno de ellos ha dicho desde el principio que las salvaguardias fundamentales son necesarias, cada uno de ellos ha resistido las salvaguardias impuestas desde el exterior y ninguno ha aceptado un edicto absoluto en contra de causar daño a los humanos", sostiene Sawyer.

Inspirados en las Tres Leyes de Asimov, fueron varias las sugerencias desde distintos lugares del tecno-academicismo para promover algo similar, pero que aplique a nuestra tecnología actual y futura.

En la edición de julio/agosto de 2009 de IEEE Intelligent Systems, Robin Murphy (profesora de Ciencias de la Computación e Ingeniería en Texas A&M) y David D. Woods (director del Laboratorio de Ingeniería de Sistemas Cognitivos en el estado de Ohio) propusieron "Las tres leyes de la robótica responsable" como una forma de estimular la discusión sobre el papel de la responsabilidad y la autoridad al diseñar no solo una plataforma robótica única sino el sistema más grande en el que opera la plataforma. Las leyes son las siguientes:

Un ser humano no puede desplegar un robot sin que el sistema de trabajo humano-robot cumpla con los más altos estándares legales y profesionales de seguridad y ética.

Un robot debe responder a los humanos según sea apropiado para sus roles.

Un robot debe estar dotado de suficiente autonomía situada para proteger su propia existencia, siempre que dicha protección proporcione una transferencia de control sin problemas que no entre en conflicto con la Primera y Segunda Leyes.

Woods dijo: "Nuestras leyes son un poco más realistas y, por lo tanto, un poco más aburridas" y que "La filosofía ha sido, 'claro, la gente comete errores, pero los robots serán mejores, una versión perfecta de nosotros mismos'. Queríamos escribir tres leyes nuevas para que la gente pensara en la relación humano-robot de formas más realistas y fundamentadas".

En octubre de 2013, Alan Winfield sugirió en una reunión de la EUCog​ cinco leyes revisadas que habían sido publicadas, con comentarios, por el grupo uno de sus grupos de trabajo en 2010:​

Los robots son herramientas de usos múltiples. Los robots no deben diseñarse única o principalmente para matar o dañar a humanos, excepto en interés de la seguridad nacional.

Los seres humanos, no los robots, son agentes responsables. Los robots deben diseñarse y operarse en la medida de lo posible para cumplir con las leyes vigentes, los derechos y libertades fundamentales, incluida la privacidad.

Los robots son productos. Deben diseñarse utilizando procesos que garanticen su seguridad y protección.

Los robots son artefactos manufacturados. No deben diseñarse de manera engañosa para explotar a los usuarios vulnerables; en cambio, su naturaleza de máquina debería ser transparente.

• Se debe atribuir a la persona con responsabilidad legal sobre un robot.

Asimov sustuvo que "no debería ser elogiado por crear las Leyes, porque son obvias desde el principio, y todo el mundo las conoce de manera subliminal. Las Leyes nunca se expresaron en frases breves hasta que logré hacer el trabajo. Las Leyes se aplican, por supuesto, a todas las herramientas que utilizan los seres humanos",  y "los análogos de las Leyes están implícitos en el diseño de casi todas las herramientas, robóticas o no", sugiriendo éstas a continuación:

Primera ley: el uso de una herramienta no debe ser peligroso. Los martillos tienen mangos y los destornilladores tienen empuñaduras para ayudar a aumentar el agarre. Por supuesto, es posible que una persona se lesione con una de estas herramientas, pero esa lesión solo se debe a su incompetencia, no al diseño de la herramienta.

Segunda ley: una herramienta debe realizar su función de manera eficiente a menos que esto perjudique al usuario. Esta es la única razón por la que existen los interruptores de circuito por falla a tierra. Cualquier herramienta en funcionamiento tendrá su corte de energía si un circuito detecta que algo de corriente no está regresando al cable neutro y, por lo tanto, podría estar fluyendo a través del usuario. La seguridad del usuario es primordial.

Tercera ley: una herramienta debe permanecer intacta durante su uso a menos que su destrucción sea necesaria para su uso o por seguridad. Por ejemplo, los discos de corte están diseñados para ser lo más resistentes posible sin romperse a menos que el trabajo requiera gastarlos. Además, están diseñados para romperse en un punto antes de que la velocidad de la metralla pueda lesionar gravemente a alguien (además de los ojos, aunque de todos modos se deben usar gafas de seguridad en todo momento).

Si a algún escritor, intelectual o científico le cabe la palabra "visionario", seguro es a Asimov, y de algún modo fue las tres cosas. Creía que, idealmente, los humanos también seguirían las Leyes.

Durante sus últimos años sostuvo: "Tengo mi respuesta lista cada vez que alguien me pregunta si creo que mis Tres Leyes de la Robótica se usarán realmente para gobernar el comportamiento de los robots, una vez que se vuelvan lo suficientemente versátiles y flexibles como para poder elegir entre diferentes cursos de acción. Mi respuesta es: sí, las Tres Leyes son la única forma en que los seres humanos racionales pueden lidiar con los robots, o con cualquier otra cosa... Pero cuando digo eso siempre recuerdo, tristemente, que los seres humanos no siempre son racionales".