Mostrando entradas con la etiqueta inventos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta inventos. Mostrar todas las entradas

martes, 29 de abril de 2025

Estos fueron los seis instrumentos claves inventados durante la llamada "Revolución Científica"

Delimitada temporalmente entre los años 1500 y 1700, estuvo impulsada por varios inventos que se volvieron esenciales para comenzar a comprender mejor el mundo que nos rodea.

Ilustración de Isaac nweton (Foto: Shutterstock).

Gracias a instrumentos como el telescopio, el microscopio, el termómetro y el reloj de péndulo, los científicos pudieron ver cosas jamás vistas antes y medir los resultados de los experimentos con mucha mayor precisión de la que era posible antes.

La consecuencia del uso de instrumentos científicos fue la reformulación de teorías sostenidas durante mucho y a menudo erróneas, como el funcionamiento del sistema sanguíneo del cuerpo humano y el aspecto real de la luna. Los seis inventos fundamentales de la Revolución Científica son los siguientes:

• El telescopio

El telescópio reflector de Newton (Foto: Science Museum, London /Wikimedia Commons).

Se inventó aproximadamente en 1608 y su creación suele atribuirse al holandés Hans Lippershey (1570-1619). El aparato era notablemente sencillo y tenía una lente convexa y una cóncava (una para ampliar y otra para miniaturizar, respectivamente) en cada extremo de un tubo largo.

Sin embargo, fue el italiano Galileo Galilei (1564-1642) quien perfeccionó el instrumento y mejoró enormemente la amplificación posible unas 33 veces. Galileo observó por primera vez la superficie de la luna y vio que tenía montañas y valles, igual que en la Tierra. El italiano detectó cuatro lunas del planeta Júpiter, identificó las fases de Venus y observó manchas solares, lo que lo llevó a creer que el sol era una esfera giratoria. También se usaron telescopios menos potentes en tierra y en el mar para ver el horizonte lejano, lo que fue especialmente útil para los ejércitos y las fuerzas navales.

El astrónomo alemán Johannes Kepler (1571-1630) perfeccionó el diseño de Galileo al utilizar dos lentes convexas, lo que proporcionó una imagen más clara, aunque ahora invertida para el observador. Luego, el científico inglés Isaac Newton (1642-1727) inventó el telescopio reflector en 1668. Este tipo usaba un espejo curvo hecho de una aleación de metal que mejoraba la claridad de la imagen, por lo que el tubo podía ser mucho más corto.

Los telescopios aéreos carecían de un tubo, de modo que las dos lentes podían ubicarse mucho más separadas y así alcanzar una ampliación aun mayor. En el otro extremo de la escala, se usaron telescopios miniatura en instrumentos de navegación ya existentes, como el cuadrante. Las miras telescópicas solían incluir micrómetros para medir movimientos o cambios muy pequeños en el ángulo de los objetos a la vista. Al contar con más y mejores telescopios, fue necesario construir observatorios específicos para alojarlos, como en París (1667) y en Greenwich, en Londres (1675).

Los telescopios, que cada vez eran mejores, hicieron posible ver miles de estrellas nuevas, lo que parecía sugerir que el universo era infinito. El telescopio permitió que los astrónomos pusieran a prueba muchas de las teorías conflictivas relacionadas con los cuerpos celestiales y las compararan con la evidencia física de la observación detallada y prolongada.

Los modelos del universo propuestos por Aristóteles (384-322 a.C.) y Claudio Ptolomeo (en torno a 100170 d.C.) quedaron anulados a favor del propuesto por Nicolás Copérnico (1473-1543), donde el Sol, y no la Tierra, estaba ubicado en el centro de nuestra galaxia. Otros beneficios del uso de los telescopios en astronomía incluían un cálculo más preciso del calendario y mapas de las estrellas más precisos para los navegantes. Por último, este instrumento hizo pensar a los inventores acerca de qué otra utilidad podrían tener las lentes magnificadoras.

• El microscopio

El microscopio de Robert Hooke (Foto: Science Museum, London / Wikimedia Commons).

Tuvo su origen en el telescopio, ya que utiliza los mismos principios de ampliación y miniaturización. El invento se suele acreditar al holandés Cornelius Drebbel (1572-1635) o a Hans Janssen (1590-1608), del mismo origen que el anterior. Uno de los fabricantes especialistas fue el inglés John Marshall, quien diseñó el microscopio compuesto, que tiene tres lentes (la lente ocular, la lente de campo y la lente objetivo) y la posibilidad de agregar luz adicional esencial mediante una vela debajo de la base.

Algunos microscopistas crearon sus propios instrumentos, de los cuales el más famoso tal vez sea el holandés Antonie van Leeuwenhoek (1632-1723), que creó más de 500 microscopios. Leeuwenhoek creó microscopios que ampliaban los objetos 270 veces mediante el uso de un glóbulo de cristal diminuto en lugar de una lente más grande y plana.

Más adelante, se le hicieron adaptaciones al instrumento para mejorarlo, como por ejemplo la adición de un pequeño espejo en la base, cuyo ángulo podía ajustarse para iluminar mejor la muestra bajo observación. El creador de instrumentos inglés Edward Culpeper (1670-1737) usó un espejo cóncavo, lo que aumentó la luz disponible en sus microscopios.

Los anatomistas, entomólogos y botánicos estaban particularmente ansiosos por utilizar este nuevo invento para promover su comprensión del mundo natural. Luego, muchos publicaron obras con ilustraciones hermosas, que revelaban al público exactamente lo que habían visto a través de los microscopios más recientes. Ahora estaba claro que la estructura de un insecto diminuto podía ser tan compleja como la de un mamífero grande.

Uno de estos libros ilustrados, "Micrographia", publicado en 1665 por el inglés Robert Hooke (1635-1703), causó sensación. En 1661, el italiano Marcello Malpighi (1628-1694) utilizó un microscopio para descubrir los vasos capilares, que confirmaron el descubrimiento de la circulación sanguínea realizado por William Harvey. Asimismo, el ya mencionado Leeuwenhoek descubrió los glóbulos rojos, los protozoos y los espermatozoides.

Muchos otros realizaron descubrimientos igualmente asombrosos. Sin embargo, se debía admitir que ver estas cosas no necesariamente significaba que entendían su importancia. El microscopio había revelado un mundo totalmente nuevo, pero se necesitaban más investigaciones e instrumentos para obtener una comprensión más completa de la importancia de lo que ahora se podía observar mediante una lente.

• El reloj de péndulo

El reloj de péndulo de Huygens (Foto: Science Museum, London / Wikimedia Commons).

Los relojes solares y de agua fueron en su mayoría reemplazados por los relojes mecánicos desde fines del siglo XIII, pero estos aún no eran lo bastante precisos para medir los minutos; de hecho, muchos ni siquiera tenían un minutero. Los científicos, en especial los astrónomos que ahora contaban con telescopios, necesitaban una forma mucho más precisa de medir el tiempo.

Galileo diseñó un reloj de péndulo, pero el primer modelo funcional lo inventó Christiaan Huygens (1629-1695) en 1657. En el reloj de péndulo, la regularidad de las oscilaciones pendulares controla con exactitud la caída de un peso. Los mejores relojes de péndulo mostraban una variación máxima de 15 segundos al día, en comparación con los 15 minutos que presentaban los relojes mecánicos.

Ahora los astrónomos podían calcular el movimiento de los cuerpos celestiales con mayor precisión, y en muchos observatorios se instalaron uno o más relojes de péndulo. Gracias a una medición del tiempo más precisa, los científicos que realizaban experimentos en distintos lugares podían comparar sus datos de forma más confiable. Se podían medir cosas nuevas, como objetos en caída en pruebas de gravedad, la velocidad en distancias cortas y los movimientos más refinados de los planetas.

La medición del tiempo alcanzó mayor precisión con la invención en 1675 de relojes portátiles que empleaban un muelle espiral. Estos reproducían la acción del péndulo en un espacio confinado y no eran susceptibles a los movimientos bruscos del dispositivo. De repente, mantener un buen registro del tiempo se volvió más importante para todos, no sólo para los científicos, y muchas personas cambiaron sus relojes mecánicos por la versión del péndulo y se compraron un cronómetro de bolsillo.

La gran complejidad de los relojes llevó a que se usaran como una metáfora común para cualquier cosa intrincada, y sus mecanismos inspirarían más adelante a los ingenieros durante la Revolución Industrial británica para inventar máquinas nuevas, como el motor a vapor.

• El termómetro

El termómetro máximo y mínimo de Rutherford (Foto: Science Museum, London / Wikimedia Commons).

Al igual que los instrumentos mencionados antes, revolucionó las ideas y prácticas. Anteriormente, no había manera de medir la temperatura más que en un rango impreciso de tres condiciones: frío, normal y caliente. El gran médico de la antigüedad Galeno (129-216 d.C.), por ejemplo, solo tenía cuatro grados de temperatura basados en los dos extremos del hielo y el fuego. La palabra clave de la Revolución Científica era la precisión y, así, el termómetro se inventó a principios del siglo XVII, aunque no se sabe quién fue su creador.

Los primeros termómetros eran del tipo termoscopio, es decir, que se llenaba un tubo angosto con agua que subía (o bajaba) a lo largo de una escala cuando se calentaba el aire en la parte inferior o superior, y así se expandía y empujaba el líquido hacia arriba o hacia abajo. El termómetro del tipo termoscopio tenía algunos problemas, ya que no daba lecturas precisas y era susceptible a variaciones en la presión del aire.

Fue alrededor de 1650 cuando los inventores de la Academia del Cimento en Florencia tuvieron la idea de hacer expandir el líquido, y no el aire, del termómetro. Los primeros modelos usaban alcohol en un tubo de vidrio sellado y muy delgado. Para tomar las lecturas en la escala proporcionada con más facilidad, se utilizaba alcohol coloreado. Este instrumento pasó a conocerse como el termómetro florentino y reemplazó al tipo termoscopio para fines del siglo XVII.

Los científicos de Florencia habían realizado experimentos con mercurio en lugar de alcohol, pero eligieron el segundo porque es más sensible al cambio de temperaturas. Las desventajas del alcohol eran que, en el siglo XVII, no era fácil adquirir alcohol puro y tiene un punto de ebullición bajo. Debido a estos dos puntos negativos, los termómetros de la época no eran siempre tan precisos como esperaban sus usuarios y, ciertamente, era difícil comparar lecturas más precisas entre distintos termómetros.

Aun así, fue un gran paso hacia delante, y el próximo desafío fue asegurarse de que todos utilizaran la misma escala de medición para que la creciente comunidad científica pudiera intercambiar y comparar los resultados de sus experimentos.

Algunas instituciones se aseguraron de que los experimentadores utilizaran las mismas escalas de temperatura, pero fue recién en el siglo XVIII cuando dos escalas terminaron dominando el escenario: la Fahrenheit, propuesta por el alemán Daniel Gabriel Fahrenheit (1686-1736), y la Celsius, propuesta por el sueco Anders Celsius (1701-1744).

El termómetro se volvió un instrumento indispensable en muchos campos distintos de la ciencia. Por ejemplo, ahora los médicos podían rastrear los altibajos de las enfermedades de sus pacientes con precisión, y los químicos podían medir las propiedades de las sustancias con las que trabajaban y comparar la configuración de sus aparatos con gráficas de temperatura establecidas.

• El barómetro

El barómetro de Torricelli (Foto: Science Museum, London / Wikimedia Commons).

Fue inventado en 1643 por el italiano Evangelista Torricelli (1608-1647) cuando, mientras trabajaba con Vincenzo Viviani (1622-1703), intentó averiguar cuánto podía elevarse el mercurio dentro de un tubo de vidrio cuando uno de sus extremos se colocaba en un recipiente con mercurio. La presión del aire sobre el mercurio del recipiente hacía subir el mercurio del tubo unos 76 cm (30 pulgadas) por encima del nivel del recipiente.

En 1648, Blaise Pascal (1623-1662) y su cuñado Florin Périer (1605-1672) llevaron a cabo experimentos con aparatos similares, pero esta vez bajo diferentes presiones atmosféricas, colocando los dispositivos a distintas altitudes en la ladera de una montaña (Puy-de-Dôme, en el Macizo Central). Los científicos observaron que el nivel de mercurio en el tubo de cristal descendía cuanto más alto se tomaban las lecturas en la montaña.

Fue el químico angloirlandés Robert Boyle (1627-1691) quien bautizó este lector de presión del mercurio con el nombre de barómetro, hasta entonces conocido como tubo de mercurio. También fue Boyle el que demostró de forma concluyente el efecto de la presión atmosférica mediante el uso de un barómetro dentro de una bomba de aire (próximo y último invento en nuestra lista) donde había vacío. Boyle formuló un principio que se conoció como Ley de Boyle, según la cual la presión ejercida por una determinada cantidad de aire varía de manera inversamente proporcional a su volumen, siempre que las temperaturas sean constantes.

La siguiente pieza del rompecabezas del barómetro provenía de los experimentos realizados por Otto von Guericke (1602-1686) quien observó que la presión de aire variaba según las condiciones del clima. Cuando se descubrió que se podía usar mercurio para medir la presión de aire, se crearon mejores barómetros, que usaban una escala de medición y mezclaba el mercurio con otras sustancias para aumentar su sensibilidad. El barómetro se creó gracias a una colaboración internacional de inventores, y se volvió inestimable para los agrimensores y meteorólogos en particular.

• La bomba de aire

La bomba de aire de Boyle (Foto: Science Museum, London / Wikimedia Commons).

Vamos a hablar de gente que ya mencionamos. En 1654, Otto von Guericke demostró en público y por primera vez cómo funcionaba la bomba de aire, un dispositivo que podía remover aire de un recipiente cerrado. Este dispositivo consistía en dos hemisferios de bronce, pero no permitía introducir nada en su interior. La bomba de aire fue posible gracias a Robert Hooke, quien la construyó por encargo de Robert Boyle. El instrumento permitía colocar especímenes dentro de un domo de vidrio y luego someterlos a distintas presiones de aire.

Hooke había desarrollado un primer modelo en 1659. Boyle y Hooke realizaron todo tipo de experimentos, que incluían someter a plantas y otros organismos vivos a las variaciones de la presión de aire. Estos experimentos, que solían realizarse frente a un público, causaron sensación en las reuniones de la Sociedad Real. En 1671, Hooke incluso construyó una bomba de aire lo bastante grande para meterse en ella.

Afortunadamente para Hooke, la bomba tuvo un rendimiento regular y vació sólo aproximadamente un cuarto del aire del recipiente. Las sensaciones que informó cuando salió de este recipiente sin aire fueron mareos, sordera y dolores. Estos efectos fueron mucho menos letales que aquellos utilizados en incontables criaturas vivas sometidas a la curiosidad despiadada de los científicos. En 1660, Boyle publicó los resultados de sus experimentos con la bomba de aire en el libro "New Experiments Physico-Mechanical: touching the Spring of the Air, and Its Effects" (traducido al español como Nuevos experimentos físico-mecánicos: notas sobre la elasticidad del aire y sus efectos).

Boyle y Hooke lograron demostrar la existencia del vacío, por un tiempo llamado el "vacío de Boyle". No todos estaban de acuerdo en que Boyle había creado un vacío en su domo de vidrio con una bomba de aire, o incluso que tal cosa pudiera existir; Thomas Hobbes (1588-1679) fue el oponente más acérrimo del trabajo de Boyle con los vacíos. El trabajo de Boyle sobre la presión de aire, sobre todo su ley y experimentos con manómetros y pistones, fue importante porque inspiró a los creadores del motor a vapor, que literal y figurativamente potenciaron la Revolución Industrial británica a partir de 1710.

Hacia el futuro

Hubo un debate acerca de si se podía confiar en estos nuevos instrumentos científicos y si lo que revelaban no eran meros trucos. Algunos argumentaban que la evidencia de tales instrumentos, incluso si requerían el ojo humano, no era la misma que se obtenía mediante el uso directo de los sentidos.

Otros argumentaban que instrumentos como el telescopio y el microscopio le mostraban a la humanidad lo que debería permanecer oculto, ya que Dios nos había dado la vista para ver el mundo, y husmear más profundo no era el lugar de la humanidad y se consideraba impío. Para otros, los instrumentos científicos revelaban el increíble detalle y la ingeniosidad de la vida en la Tierra y, en su opinión, uno sólo podía maravillarse aún más ante la obra de Dios.

Los nuevos instrumentos científicos dieron lugar a que los descubrimientos se produjeran con rapidez y en grandes números, y a menudo causaban asombro al mostrar la gran complejidad de la vida. Los telescopios, en un extremo de la escala, y los microscopios, en el otro, revelaron que se requería un sistema de medición totalmente nuevo para que la mente humana pudiera aprehender la escala de los prodigios del universo visible.

La mayoría de los nuevos descubrimientos con el microscopio no ayudaban aún en la medicina práctica, que seguía intentando hallar curas. El telescopio se utilizó para probar que las teorías existentes eran erróneas, pero el microscopio meramente reveló que había que crear todo un nuevo conjunto de teorías. La creación de relojes mejores había transformado la forma de medir el tiempo, pero aún no eran lo bastante precisos como para resolver el problema de la longitud.

En muchos sentidos, la tecnología estaba frustrantemente atrasada con respecto a lo que los científicos necesitaban para medir, evaluar y entender mejor sus campos específicos de investigación. Incluso después de la Revolución Científica, entonces, la ciencia aún tenía un largo camino que recorrer para convencer a muchos de su verdadero valor para mejorar la condición humana.

(Fuente: World History Encyclopedia / redacción propia)

miércoles, 21 de agosto de 2024

Bibliotecas de antaño: ¿en qué consistió la ingeniosa "rueda de libros" de Ramelli?

Este invento, innovador para su tiempo, fue diseñado para permitir a los lectores tener fácil acceso a una gran cantidad de libros al mismo tiempo.


A principios del siglo XVI, un italiano llamado Agostino Ramelli inventó un dispositivo conocido como la "Rueda de Libros". Este invento fue diseñado para permitir a los lectores tener fácil acceso a una gran cantidad de libros al mismo tiempo. No olvidemos que por esta época y en ciertos círculos de eruditos y de investigadores, era mucha cantidad de libros la que se consumía y la que se consultaba, sobre todo en las grandes bibliotecas de la época.

Una biblioteca en ciernes

La rueda de libros de Ramelli es considerada una de las primeras formas de la moderna biblioteca. Era un dispositivo de madera en forma de rueda. Estaba hecho de seis o siete brazos de madera, como los de una rueda de bicicleta. Estos brazos sostenían varios libros al mismo tiempo. Los libros se podían colocar en los brazos de la rueda y luego girar los brazos con la mano para que los lectores pudieran acceder a diferentes partes de los libros sin mover físicamente los libros. El dispositivo se diseñaba para que los lectores pudieran leer varios libros al mismo tiempo, algo que no era posible con los libros tradicionales. Esto permitió a los lectores comparar y contrastar información entre los libros sin tener que cambiar entre ellos.

Engranajes y palancas

Consistía en una mesa con un mecanismo de engranajes alrededor de la periferia. Estos engranajes estaban conectados a una rueda dentada sobre la cual se colocaban los libros. Con una palanca en forma de L, el usuario podía girar la rueda para que los libros se deslizaran hacia la misma posición. Esto significaba que una persona podía tener acceso a cualquier libro en un abrir y cerrar de ojos.

Había una segunda rueda dentada en la parte inferior de la mesa. Esta rueda estaba conectada a un eje central, lo que permitía a los usuarios dar un giro la mesa para tener acceso a los libros de manera más cómoda. De esta forma se hacía fácil para los usuarios leer los libros, ya que la mesa podía girar para que los libros estuvieran en la misma posición, lo que les permitía ahorrar tiempo.

Beneficios de almacenaje de libros


Además de permitir a los lectores leer varios libros al mismo tiempo, la rueda de libros también fue diseñada para almacenar los libros en una forma compacta. Esto hizo que fuera más fácil para los lectores almacenar una gran cantidad de libros en un pequeño espacio. También les permitió mover fácilmente los libros de un lugar a otro.

Aunque el invento fue sin duda un gran avance, no es tan utilizado hoy en día debido a la tecnología moderna. Sin embargo, la "Rueda de Libros sigue" siendo una gran contribución al mundo de la lectura y su historia.

(Fuente: soybibliotecario.blogspot.com)

jueves, 11 de julio de 2024

Crean una casa plegable para 8 personas que se arma en 11 minutos

Se trata de una propuesta de la compañía Cmax System y las unidades han sido diseñadas para ser transportadas fácilmente.


La compañía estadounidense. fundada y dirigida por un diseñador argentino llamado Nicolás García Mayor, comercializa un curioso tipo de vivienda plegable. Se trata de una especie de "caja" que tiene el irrisorio precio de 8.000 dólares y se convierte en un espacio habitable con capacidad para ocho personas y se monta en tan sólo once minutos.

La firma cuenta en su página web que una de las principales características de su producto es la portabilidad. Cada unidad Cmax (el modelo más reciente lleva el nombre de CX20), ha sido concebida para que pueda ser transportada en casi cualquier pickup o almacenada en un garaje por sus reducidas dimensiones.

Montaje en poco más de 10 minutos

El tamaño de la vivienda en su estado compacto no sólo permite al propietario trasladarla desde un lugar a otro, sino que también se presenta como un aspecto positivo a la hora de hacer el envío desde las fábricas de la compañía hasta el cliente. Al menos sobre el papel parece tan sencillo como comprar una casa en una página como puede ser Amazon.

La tarea de montaje también promete ser bastante simple. Todo comienza con la instalación de los soportes en el suelo, incluso en terrenos con cierta irregularidad. Después, una persona de cada lado despliega los laterales. El paso final es levantar la barra transversal principal y hacer los ajustes finales de la estructura.


Cmax afirma que la vivienda completamente montada ofrece un espacio habitable de 2,13 metros de altura. Además, cuenta con ventilación cruzada, lo que reduce la dependencia del aire acondicionado. El diseño contempla aberturas que dejan entrar la luz natural y, por consecuencia, también reducen la necesidad de usar luz artificial.

Se señala que el precio de venta de cada unidad es de 8.000 dólares. Las unidades Cmax, en principio, no están pensada para ser una vivienda permanente, sino como un espacio habitable temporal que puede trasladarse fácilmente o como tienda de campaña.

El producto, de hecho, nació como refugio para la ayuda humanitaria. Gracia a su reducido tamaño y peso, podrían desplegarse varias unidades en diferentes situaciones de emergencia. Entre los otros usos posibles destacan que pueden convertirse en clínicas móviles o espacios para eventos o industrias.

(Fuente: Xataka)

miércoles, 26 de junio de 2024

El ingenio nacional a través de la historia: un recorrido por los inventos argentinos

Argentina es cuna de grandes inventos que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana. De hecho, hay muchos que ni sospechamos que son de origen nacional.


El fotoliptófono fue patentado en 1931 por el ingeniero argentino Fernando Crudo (Foto: Wikimedia).

Mentes inquietas, curiosas e ingeniosas le dieron vida a inventos con los cuales convivimos actualmente. Vamos a descubrir a los y las protagonistas de las creaciones y sus ideas, algunas curiosas, otras sabrosas y algunas que fueron útiles hasta para salvar vidas.

Fotoliptófono

El ingeniero argentino Fernando Crudo creó un dispositivo óptico de registro sonoro en un soporte de papel. Lo pensó como una manera económica de distribución masiva de música y sonidos.

Fue patentado en Argentina en 1931. Su inventor tenía la intención de publicar música y discursos en los diarios. Aunque fue reconocido internacionalmente, tras el cambio tecnológico de la posguerra el fotoliptófono quedó en el olvido.

Camilla automática

La camilla automática para emergencias médicas es uno de los inventos argentinos más recientes. Fue creada en 1994 por el argentino Claudio Blotta. Se utiliza para levantar, de manera no traumática, a un paciente o herido.


Se trata de una camilla cubierta por una sábana que funciona como una cinta transportadora formada por delgados cilindros de goma. Esto permite transportar al paciente hasta otro lugar, evitando cualquier movimiento. En 1997, esta creación obtuvo la medalla de oro en la Exposición Internacional de Inventos de Ginebra, Suiza.

Tapa a rosca degollable


Si hablamos de objetos de uso diario, nada más cotidiano que abrir y cerrar una botella con tapa a rosca. En 1968, Jorge Weber desarrolló y patentó este invento que se pone en funcionamiento todos los días, en todo el mundo.


Una botella llega cerrada herméticamente al usuario y, al girar su tapa, esta se corta y se abre sin ninguna complicación. Luego, puede cerrarse y el producto se mantiene en perfecto estado.

Holofonía


En 1980, el argentino Hugo Zuccarelli desarrolló y patentó el sonido holofónico. Es una técnica de espacialización sonora que consiste en un sistema acústico que permite crear la ilusión de tridimensionalidad.


La holofonía es el único sistema con percepción 3D que también puede escucharse en mono, dado que las relaciones de fase son nulas (invirtiendo la polaridad de un canal, el efecto no se altera). Por esa razón, al oírse mediante auriculares, el efecto es percibido sin que haga falta estar en el centro de la habitación.

Jeringa y aguja autodescartable

En 1992, Carlos Arcusín creó la jeringa autodescartable, indiscutiblemente uno de los grandes aportes para la salud humana, invención clave para evitar contagios de enfermedades como la hepatitis y el HIV.


La jeringa autodescartable (a diferencia de la descartable) viene con dos posiciones: una de succión y otra de inyección. Como el cuerpo, el émbolo y el pistón forman una sola pieza que no se desarma, sólo puede usarse por primera y única vez.

Transfusiones sanguíneas

Aunque a principios del siglo XX ya existía la transfusión de sangre, podía concretarse únicamente si se hacía en el momento de su extracción. En 1914, el médico argentino Luis Agote marcó un hito en la historia de la medicina mundial.


Creó un sistema para mantener la sangre sin coágulos, permitiendo su uso diferido. Descubrió que, utilizando citrato de sodio, conseguía mantener la sangre en estado líquido. Este invento argentino lograría salvar millones de vidas.

Semáforo para ciegos

En 1983, Mario Dávila inventó el semáforo para ciegos, un panel electrónico frontal que se adhería al poste del semáforo. Con el tiempo, el dispositivo se fue perfeccionando.


¿Cómo funcionaba? Cuando el semáforo de vehículos estaba en verde, el semáforo peatonal emitía una señal sonora entrecortada. Al cambiar a rojo, el sonido era más fuerte y la señal era continua. Este sistema permitió a las personas ciegas saber si podían cruzar la calle o si debían esperar.

Milanesa napolitana

Esta clásica comida argentina es obra de un argentino. Fue creada en los años '50 por Jorge La Grotta, dueño del restaurante porteño El Nápoli. De ahí recibe el nombre "napolitana". Como ocurre con algunos inventos, su nacimiento fue por un error.


Resulta que un cliente del restaurante siempre pedía la misma milanesa. Pero un día, la fritura se pasó y era la única milanesa disponible en el restaurante. Entonces, el dueño la quiso "arreglar" cubriéndola -más bien escondiéndola- con queso, jamón y tomate... ¡y qué bien que salió!

Sistema dactiloscópico

En 1891, el policía argentino Juan Vucetich ideó un sistema de identificación de personas por medio de sus huellas digitales. Este método de clasificación y tecnología es lo que se conoce como sistema dactiloscópico argentino.


Al año siguiente, ocurrió un doble homicidio de dos chicos de Necochea, el famoso caso de Francisca Rojas. Fue el primero en el que se descubrió la identidad del autor de un delito gracias a las huellas dactilares.

Transporte colectivo de pasajeros

El concepto de colectivo como medio de transporte urbano nació en Buenos Aires en el año 1928. Resulta que, ante la baja de pasajeros, un grupo de taxistas decidió realizar un recorrido fijo permitiendo subir a varias personas y cobrando menos de lo que costaba un taxi. Lo anunciaron así: "taxi colectivo".


Por esa época, el transporte público era dominado por el tren, el tranvía y el subte, cuyos pasajes eran mucho más económicos que los de los taxis, por lo que los choferes de estos vehículos padecían una baja considerable de pasajeros. Movidos por esa preocupación y con el objetivo de aumentar sus ganacias, idearon la posibilidad de subir a más de un pasajero y cobrarle una tarifa personal de acuerdo al recorrido.

Luego de algunas pruebas donde trasladaron a pasajeros que asistían a espectáculos deportivos, el primer viaje se hizo en la mañana del 24 de septiembre de 1928. A pesar de las versiones encontradas que difieren acerca del lugar de origen de ese primer viaje, lo cierto es que el trayecto se dividió en dos tramos, que costaban 10 centavos cada uno: Lacarra hasta Plaza Flores y desde allí finalizaba en Caballito, en plaza Primera Junta y luego a la inversa.

Dibujos animados


El mundo de los dibujos animados suele relacionarse con Disney y Estados Unidos; sin embargo, fue en 1917, en Argentina, que se creó la primera película animada de la historia: "El apóstol".


Quirino Cristiani (Foto: Wikimedia).

El guión visual, diseño, dibujos y dirección fueron obra de Quirino Cristiani. Era una sátira sobre la vida de Hipólito Yirigoyen. En ella se usaron cerca de 58.000 dibujos hechos a mano y rodados en fotogramas de 35 mm. En 1930, Cristiani creó "Peludópolis", el primer largometraje de animación sonoro.

Helicóptero con palas rotativas


Otro de los inventos argentinos que significó un gran aporte al mundo es el helicóptero con palas contrarrotativas. En 1920, Raúl Pateras de Pescara, patentó en España este diseño que permitió concretar el primer despegue y aterrizaje.


A partir de aquel momento, los ingenieros de todas partes del mundo copiaron el modelo de este artefacto. Incluso, su sistema sigue siendo guía para la fabricación de los helicópteros más modernos.

(Fuente El Destape Web / varias)

martes, 11 de junio de 2024

Algunos inventos antiguos que siguen siendo sorprendentes (y hasta enigmáticos) hoy día

A lo largo de la historia humana, escondidos entre los relatos de imperios y civilizaciones desvanecidas, yacen misterios tecnológicos que desafían nuestro entendimiento moderno. A pesar de vivir en una era de avances científicos sin precedentes, existen inventos de épocas antiguas cuya sofisticación y eficacia continúan sorprendiéndonos y, en algunos casos, eludiendo explicación completa.

Estos artefactos reflejan el ingenio de civilizaciones pasadas y sugieren una conexión con un pasado donde el conocimiento tecnológico existía en maneras que apenas comenzamos a comprender. Estos son algunos de esos enigmas, revelando un legado creativo que todavía nos sorprende.

Fuego griego

Una de las armas más temidas y misteriosas de la antigüedad, marcó un punto de inflexión en la guerra naval durante el Imperio Bizantino. Este compuesto incendiario, capaz de arder incluso sobre el agua, era lanzado desde barcos especializados a través de tubos semejantes a flamígeros dragones, abatiendo naves enemigas con un fuego que el mar no podía apagar.


Uso del "fuego griego", ilustración en una antigua crónica bizantina (Foto: Biblioteca Nacional de Madrid / Wikimedia).

La verdadera composición de esta arma sigue siendo un enigma, aunque se especula que incluía ingredientes como azufre, nitrato y posiblemente petróleo. Historiadores y químicos modernos han intentado replicar la fórmula sin éxito, lo que añade una capa de misterio sobre cómo los antiguos bizantinos lograron su temible eficacia. Esta incógnita subraya la avanzada comprensión de la química que poseían, dejando tras de sí un legado tanto de destrucción como de ingenio científico.

Hormigón romano

El hormigón romano, una maravilla de la ingeniería antigua, ha permitido que estructuras como muelles y acueductos desafíen el paso del tiempo, especialmente en ambientes marinos. Los ingenieros romanos descubrieron que, al mezclar cal viva con ceniza volcánica, conocida como "pozzolana", y agregar fragmentos de cerámica y rocas, obtenían un material que no solo se endurecía con el tiempo, sino que mejoraba su resistencia en contacto con el agua de mar.


La resistencia de las antiguas construcciones romanas sigue sorprendiendo a la ingeniería y arquitectura modernas (Foto: Morteza Hashemi / Wikimedia).

Esta mezcla provocaba una reacción química que resultaba en un material excepcionalmente duradero. A diferencia del hormigón moderno, que puede deteriorarse en décadas, el hormigón romano sigue firme después de más de dos mil años, evidenciando un conocimiento avanzado de materiales que los científicos hoy intentan descifrar y replicar, en busca de soluciones sostenibles y duraderas para la construcción moderna.

Matemáticas avanzadas

Bhaskara Acharya
, también conocido simplemente como "Bhaskara II", fue un eminente matemático y astrónomo indio del siglo XII, cuyas obras siguen siendo piedras angulares en el campo de la matemática y la astronomía. Autor de "Siddhanta Shiromani", una enciclopedia compuesta de cuatro partes que abarca aritmética, álgebra, matemáticas del planeta y esferas, Bhaskara fue notable por sus innovaciones, incluyendo soluciones a ecuaciones que no serían desarrolladas en el resto del mundo hasta siglos después.


El Teorema de Pitágoras, según la demostración de Bhaskara (Foto: Francisco Javier Blanco González / WIkimedia).

Uno de sus logros más asombrosos fue calcular un año solar como 365,2588 días, una cifra notablemente cercana a la medida moderna. La precisión de sus observaciones y cálculos, sin la tecnología moderna, no sólo es impresionante, sino que sigue siendo objeto de estudio y admiración, demostrando una comprensión profunda de los ciclos cósmicos y un ingenio matemático excepcional.

Acero de Damasco

El acero de Damasco, famoso por sus patrones ondulados distintivos y su excepcional dureza, es una de las leyendas de la metalurgia antigua. Este acero se forjó por primera vez alrededor del año 900 d.C., alcanzando un auge durante las Cruzadas, cuando se utilizaba para fabricar armas de filo incomparablemente afiladas y resistentes. La técnica de su creación, sin embargo, se perdió con el tiempo, y aunque el nombre sugiere un origen en Damasco, Siria, su procedencia exacta y método de fabricación son aún motivo de debate y fascinación.


Cuchillo con hoja de acero de Damasco (Foto: iStock).

Se cree que la habilidad para manipular pequeñas cantidades de carbón y otros elementos en el acero, junto con técnicas específicas de forjado y tratamiento térmico, conferían al acero de Damasco sus características únicas. Científicos y herreros modernos continúan explorando y experimentando, intentando descifrar los secretos de su fabricación, lo que refleja el profundo impacto y el misterio que aún rodea a este antiguo arte.

Otros inventos fundacionales que se desarrollaron con los años: del motor de vapor a la piedra solar de los vikingos

En el crisol de la historia antigua, Herón de Alejandría se destaca como un visionario cuyas contribuciones al campo de la ingeniería no tienen paralelo. Su creación más notable, la eolípila, era esencialmente una "máquina de vapor temprana", demostrando el uso de la fuerza del vapor mucho antes de que la Revolución Industrial hiciera famoso este principio. Esta esfera montada sobre un caldero hervía agua, cuyo vapor escapaba por tubos curvos, haciendo girar la esfera. Aunque fue principalmente un dispositivo demostrativo, la eolípila de Herón sentó las bases para la futura exploración del poder del vapor.


Reproducción moderna de la eolípila, o máquina de vapor de Herón (Foto: Wikimedia).

Paralelamente, en el lejano oriente del año 132, Zhang Heng, un erudito chino, desarrollaba el primer sismógrafo conocido. Su dispositivo, ingeniosamente diseñado, detectaba terremotos e indicaba la dirección de éstos. Consistía en una urna de bronce decorada con dragones, cada uno sosteniendo una bola en la boca, que caía en la boca de un sapo correspondiente cuando un temblor sacudía el aparato. Esta invención reflejaba un profundo entendimiento de la mecánica y un enfoque proactivo hacia la gestión de desastres naturales.


Reproducción del sismógrafo de Zhang Heng (Foto: Wikimedia).

Por último, la misteriosa piedra solar de los vikingos, un legendario artefacto que, según las sagas nórdicas, ayudaba a navegar en los brumosos mares del norte. Aunque durante mucho tiempo fue considerada una mera leyenda, investigaciones recientes sugieren que este cristal podría haber utilizado la polarización de la luz para localizar el sol en cielos cubiertos. Este uso sofisticado de óptica refleja un conocimiento notable de las propiedades de la luz y la navegación.


La "piedra solar" vikinga se trataba de una variedad de calcita denominada "Espato de Islandia" (Foto: Wikimedia).

(Fuente: Muy Interesante)

viernes, 19 de abril de 2024

La historia del ingenioso niño ciego que inventó el sistema Braille

 
Louis Braille perdió la vista completamente cuando tenía 5 años y a los 15 años ya había ideado un sistema táctil para leer y escribir.

Un día de 1812, en la comuna de Coupvray, cerca de París, Francia, Louis Braille estaba jugando en el taller en el que su padre fabricaba arneses. A sus tres años de edad, no era raro que le atrajeran las herramientas con las que se trabajaba el cuero e, imitando lo que había visto, tomó una de las más puntiagudas y empezó a jugar a "ser papá".

Quizás no era la primera vez que lo hacía, y probablemente le habían dicho que no lo hiciera, pero a esa edad, no se miden las consecuencias. Y, en esta ocasión, ocurrió un accidente que le cambiaría la vida a él y, unos años más tarde, a muchos otros. Al tratar de hacer un hueco en el cuero, la lezna se le resbaló de las manos y le perforó un ojo.

                                                    La herramienta con la que Braille no debió haber jugado

El ojo se infectó y la infección no sólo prosperó sino que se le pasó al otro ojo. A los 5 años, Louis Braille estaba completamente ciego.

Por fortuna, aunque la escuela local no ofrecía ningún programa especial para invidentes, sus padres tenían claro que eso no debían negarle la oportunidad de estudiar, así que lo inscribieron en el centro y, a los 7 años de edad, Braille empezó a asistir a clases.


A pesar de las dificultades, a Louis Braille le fue bien en la escuela.

A pesar de que la mayor parte del aprendizaje lo hacía valiéndose de la recitación, resultó ser un pupilo apto. Pero sin poder leer o escribir, estaba siempre en desventaja. Finalmente pasó lo mejor que le podía pasar: se ganó una beca para estudiar en el Real Instituto para la Juventud Ciega (RIJC) de Francia.

A París

Braille llegó a París y al RIJC cuando tenía 10 años. En esa época, el sistema para leer que se utilizaba incluso en ese instituto era muy básico: los pocos libros que tenían habían sido impresos con letras en relieve, un sistema inventado por el fundador de la escuela, Valentin Haüy.


Braille tuvo que dejar su casa para irse a vivir lejos de su familia cuando era todavía un niño. Esta es la casa donde nació, que es hoy un museo).

Eso implicaba que los estudiantes tenían que recorrer con sus dedos cada letra lentamente de principio a fin para poder formar palabras y, tras mucho esfuerzo, frases.

En 1821, Charles Barbier, un capitán del ejército francés, llegó al instituto a compartir un sistema de lectura táctil desarrollado para que los soldados pudieran leer mensajes en el campo de batalla en la oscuridad, sin alertar al enemigo encendiendo linternas.Se le había ocurrido que su "escritura nocturna", como la había llamado, podía ser de provecho para los invidentes.


En el Real Instituto para la Juventud Ciega podría estudiar y aprender un oficio.

Puntos y líneas en vez de letras

En lugar de utilizar letras impresas en relieve, la escritura nocturna usaba puntos y guiones en relieve.

Los estudiantes experimentaron pero pronto perdieron el entusiasmo pues el sistema no sólo no incluía ni mayúsculas o puntuación, sino que las palabras eran escritas como se pronunciaban en vez de con la ortografía francesa estándar.

Louis Braille, sin embargo, persistió, tomó el código como base y lo fue afinando. Tres años más tarde, cuando tenía 15 años, había completado su nuevo sistema.

Los cambios

La primera versión de su nuevo sistema de escritura fue publicada en 1829.


De letras a puntos.

Lo que hizo fue simplificar el sistema de Barbier, reduciendo los puntos en relieve. La idea era que quedaran del tamaño indicado para sentirlos con la yema del dedo con un sólo toque.


Menos puntos, más claridad.

Para crear sus puntos en relieve en la hoja de papel usó una lezna, la misma herramienta puntiaguda que le había causado la ceguera. Y, para asegurarse de que las líneas quedaran rectas y legibles, utilizó una rejilla plana.

                                   Las herramientas: una rejilla sobre el papel y una lezna, para marcar los puntos necesarios.

Como Louis Braille amaba la música, inventó también un sistema para escribir notas.


El tiempo pasa...

El mundo de la medicina era muy conservador y tardó en adoptar la innovación de Braille. Tanto que él murió 2 años antes de que finalmente empezaran a enseñar su sistema en el instituto en el que él había estudiado. Lo mató una tuberculosis a los 43 años.

Con el tiempo, el sistema se empezó a usar por todo el mundo francoparlante. Para 1882 ya estaba en uso en Europa y en 1916 llegó a América del Norte, y luego, al resto del mundo.

Un sistema adaptable

El sistema braille le cambió la vida a mucha gente ciega en todo el mundo. Se lee de izquierda a derecha como otras escrituras europeas, y no es un lenguaje: es un sistema de escritura, lo que significa que puede ser adaptado a diferentes lenguas. Y se han desarrollado códigos braille para matemáticas y fórmulas científicas.

No obstante, con el advenimiento de nuevas tecnologías, incluidas las computadoras parlantes, las tasas de alfabetización en este sistema están disminuyendo.


Hoy, los restos de Braille están enterrados en París, menos sus manos, que están en Coupvray.

Honor póstumo

En 1952, para honrarlo por su trabajo, los restos de Louis Braille fueron desenterrados y trasladados al Panteón en Paris, donde están las tumbas de algunos de los líderes intelectuales más celebrados de Francia.

No obstante, en su natal Coupvray insistieron en quedarse con sus manos, que están sepultadas en una sencilla urna en el cementerio de la iglesia. Por su parte, la Nasa nombró a un tipo raro de asteroide "9969 Braille", un tributo eterno para un gran ser humano.


Un asteroide llamado Braile.