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martes, 29 de julio de 2025

¿Puede la inteligencia artificial corregir errores ortográficos complejos?

Durante siglos, antes de que existieran los correctores automáticos, la corrección de textos dependía de profesionales como escribas, copistas, correctores de estilo y tipográficos o, simplemente, de personas con buena formación en ortografía. Hoy, la IA enfrenta ese mismo desafío.

(Foto: Shutterstock).

Fue así hasta las décadas de 1970 y 1980, con la llegada de los ordenadores personales. Entonces, la manera de escribir y corregir documentos cambió. La escritura comenzó a digitalizarse y los correctores automáticos surgieron como sistemas basados en reglas simples y comparación con diccionarios o listas predefinidas.

Uno de los primeros fue SPELL, diseñado en 1971 en la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Este programa analizaba textos en inglés y detectaba palabras mal escritas al compararlas con un diccionario. Además, sugería correcciones para errores comunes, como cambios de una letra o transposiciones. Sin embargo, no interpretaba el contexto ni el significado de las palabras.

A finales de los años 1980 y principios de la década de 1990, programas como Microsoft Word empezaron a incluir correctores ortográficos integrados en sus aplicaciones de creación y edición de texto. Por ejemplo, en 1995, Word introdujo los conocidos subrayados rojos que señalaban errores en tiempo real. Aún así, estas herramientas seguían sin interpretar el contexto ni la intención del mensaje. A pesar de las limitaciones, dichos avances facilitaron el proceso de revisión de textos.

Escribir bien en la era digital

Aunque hoy en día contamos con muchas facilidades para escribir correctamente, la realidad es que, en un entorno donde elaboramos textos constantemente -correos, informes, mensajes en redes sociales, solicitudes, etc-, a menudo adoptamos hábitos incorrectos por comodidad o rapidez. Por ejemplo, es habitual ver preguntas que sólo llevan el signo de interrogación al final o la omisión de tildes.

Por ello, los correctores automáticos siguen siendo imprescindibles. Mientras que muchos ya ofrecen soluciones eficaces para errores ortográficos simples (como confundir “v” con “b” u olvidar una tilde) y errores gramaticales o de estilo básicos, el verdadero reto aparece cuando son fallos más complejos y varían según el contexto.

¿Es capaz la inteligencia artificial (IA) de detectar y corregir este tipo de errores? ¿Puede, por ejemplo, identificar usos incorrectos del pronombre “tú” en textos formales, donde debería emplearse una forma impersonal?

Contextos limitados

Actualmente, muchas herramientas basadas en inteligencia artificial están preparadas para corregir errores ortográficos y gramaticales básicos. Por ejemplo, sistemas como Grammarly, LanguageTool o Microsoft Editor utilizan enfoques combinados de reglas lingüísticas con modelos estadísticos o de aprendizaje automático. Gracias a ello, son capaces de detectar faltas de ortografía, confusiones comunes entre palabras homófonas sencillas (como “echo” y “hecho”) y errores de concordancia gramatical o de modos verbales.

Sin embargo, muestran limitaciones cuando se enfrentan a errores que requieren una comprensión más global del texto. Una de las principales razones es que suelen procesar el contenido por fragmentos, con un límite de “tokens“ (unidades lingüísticas que pueden ser palabras, partes de palabras o signos), lo que se conoce como “ventana de contexto”. Por lo tanto, no captan bien las relaciones entre distintas partes del documento.

Además, muchas de estas herramientas se basan en reglas predefinidas y en patrones aprendidos a partir de ejemplos limitados, lo que reduce su capacidad para detectar cambios de tono, variaciones que dependen del tipo de texto o del destinatario o redundancias de estilo, entre otras dificultades.

El desafío: corregir errores complejos con IA

Un ejemplo de error difícil de detectar es el uso incorrecto del gerundio. En frases como “Salí de casa, olvidándome la mochila”, está mal empleado, debido a que el gerundio sólo puede expresar acciones que ocurren antes o a la vez que la acción principal, pero no después.

En este caso, el olvido ocurrió antes de salir, por lo que ese uso es incoherente desde el punto de vista temporal. Para corregir esto, la IA debe mirar el contexto y la relación entre las acciones.

Para abordar la corrección automática, se han propuesto distintos enfoques, entre los que destacan los métodos basados en reglas, los enfoques estadísticos y modelos neuronales. Se combinan reglas lingüísticas con modelos de inteligencia artificial. En concreto, se están probando varios tipos de modelos basados en aprendizaje profundo, entre los que destaca la IA generativa con arquitectura tipo transformer.

Aunque parezca una fórmula química, de esta manera analizan las construcciones gramaticales los sistemas de IA hoy día (Fuente: Wikimedia).

Ventajas de la IA generativa

Con este enfoque, se pueden procesar textos más extensos y analizar todas las palabras de una secuencia al mismo tiempo -con un mecanismo conocido como self-attention-, a diferencia de los modelos anteriores. Esto le permite captar mejor la relación entre distintas partes del texto y detectar errores complejos relacionados con el registro, la sintaxis o la cohesión.

Otra ventaja de la IA generativa es su facilidad de uso. Funciona a partir de instrucciones escritas en lenguaje natural, llamadas “prompts“. Es decir, sólo con expresar de manera clara y eficaz lo que se necesita -por ejemplo, que revise un texto y corrija ciertos errores-, el modelo puede generar una respuesta adecuada.

Por último, debemos recordar que el uso de la IA en la escritura no reemplaza la creatividad ni la intención comunicativa. Pero si se usa de forma consciente, puede ser una herramienta muy útil, especialmente en ámbitos educativos. Puede detectar errores, proponer mejoras y fomentar una escritura más clara.

(Fuente: The Conversation)

viernes, 10 de mayo de 2024

Cómo se escribe de forma correcta: ¿"hacer mención de" o "hacer mención a"?

En un mundo regido por la inmediatez parecería que la ortografía ha dejado de tener relevancia, sin embargo, el escribir textos con coherencia y sin errores siempre traerá beneficios en todos los ámbitos.


La forma en la que una persona escribe puede decir mucho de nuestra personalidad y preparación (Imagen: Jovani Pérez / RAE).

En lo laboral, el escribir de forma correcta deja ver a los demás las habilidades y conocimientos que una persona posee; además, ayuda a construir una imagen óptima a través de la cual podemos puede parecer más serios y confiables. El tener errores de ortografía y sintaxis pueden, por el contrario, dar un pensamiento negativo que nos haría parecer descuidados o poco preparados.

Por otro lado, el tener la capacidad de hacer un texto bien escrito habla también de la personalidad, al mostrar interés por siempre construir un buen puente de comunicación con los interlocutores.

Aunque escribir bien no es una tarea sencilla: requiere de mucha práctica y de conocer las estructuras de la lengua, por lo que leer puede ser un gran apoyo para la riqueza del léxico.

En este sentido, la Real Academia Española (RAE) se ha convertido en la institución más relevante para la regularización lingüística, a través de la promulgación de normas para fomentar la unidad idiomática del mundo hispanohablante.

La Fundación del Español Urgente (Fundéu), una institución sin fines de lucro que tiene como objetivo el impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación, se ha aliado con la RAE y emite en su página web y de manera constante diversas recomendaciones para que los ciudadanos puedan resolver sus dudas sobre cómo se escribe correctamente cierta palabra, cómo se usa una expresión o tips de temáticas varias.

Uso correcto


En la construcción "hacer mención", se prefiere la preposición "de" a la preposición "a" para introducir el complemento ( hacer mención de algo , mejor que a algo ).

En diversos medios de comunicación podemos encontrar frases como estas: "la ministra también hizo mención a la princesa", "la banda europea hizo mención a los hechos acontecidos en las últimas horas» o "ambos hicieron mención a un informe elaborado por la ONU".

Según señala el Diccionario Panhispánico de Dudas , con el sentido de "nombrar o referirse a algo o a alguien" , lo más apropiado es hacer mención "de" . No obstante, explica que también es válido hacer mención "a" , aunque menos recomendable .

El uso de la preposición a puede deberse a un cruce con la construcción del verbo mencionar , por el que puede sustituirse , que sí lleva la preposición cuando el complemento es una persona (por ej: "mencionó a su hermano varias veces").

Por otro lado, se recuerda que no es adecuado prescindir de la preposición de cuando el complemento es una oración que empieza con "que" , como ocurre en "en redes sociales se hacía mención que el ciclo estaba cerrado". En esos casos, se incurre en el llamado queísmo.

Así pues, en los ejemplos anteriores, habría sido preferible escribir "la ministra también mencionó a la princesa", "la banda europea hizo mención de los hechos acontecidos en las últimas horas" y "ambos hicieron mención de un informe elaborado por la ONU".

¿Cuál es la función de la RAE?


La RAE vela por el idioma español (Foto: RAE).


Fundada en Madrid en 1713 por iniciativa del octavo marqués de Villena, Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga, la RAE es la institución que busca preservar el buen uso y la unidad de una lengua en permanente evolución y expansión.

Sus más recientes estatutos (actualizados en 1993), establecen que la función principal de la Real Academia es "velar por que la lengua española, en su continua adaptación a las necesidades de los hablantes, no quiebre su esencial unidad".

Este compromiso se ha plasmado en la denominada política lingüística panhispánica, compartida con las otras 22 corporaciones que forman parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), creada en México en 1951.

Actualmente, la institución está constituida por 46 académicos, entre ellos el director y los demás cargos de la Junta de Gobierno, elegidos para mandatos temporales.

Una de las críticas que se le han hecho a la RAE es su negativa a reconocer palabras o expresiones que han surgido entre las generaciones más jóvenes, sobre todo a raíz de la aparición de las redes sociales. Una de las polémicas más recientes es el reconocimiento del lenguaje inclusivo.

Sin embargo, en el 2020 optó por lanzar el Observatorio de Palabras, un repositorio digital que ofrece información sobre palabras o acepciones de palabras y expresiones que no aparecen en el Diccionario de la Lengua Española (DLE), pero que han generado dudas en cuanto a su uso, tales como neologismos, extranjerismos, tecnicismos, regionalismos, entre otros.

La información contenida en el Observatorio es provisional al no estar contemplada en las obras académicas, por lo que puede verse modificada y cambiar con el paso del tiempo, pero ello no implica la acptación o no de su uso.