La obra de Joseph Sheridan Le Fanu dio vida a la fascinante figura femenina que marcó el camino para la literatura de terror gótico en el siglo XIX. Su versión digital se puede descargar gratis haciendo click aquí.

Publicada en 1872, "Carmilla", de Joseph Sheridan Le Fanu, emerge como una de las primeras incursiones literarias en el vampirismo moderno y, además, como una pieza fundacional en la construcción de la figura del vampiro seductor y enigmático que sigue resonando en la cultura contemporánea.
Dos décadas antes de que el célebre "Drácula" de Bram Stoker atrajera al mundo hacia los horrores del castillo transilvano, "Carmilla" ya había tejido una historia donde lo sobrenatural y lo erótico se entrelazan en un castillo sombrío rodeado de espesos bosques. Lejos de la brutalidad típica de otras figuras monstruosas, la vampiresa Carmilla es presentada como una figura de elegancia y deseo, una presencia magnética que, entre las sombras de la narrativa gótica, explora los límites entre vida y muerte, amor y poder.
El vampiro seductor: una relectura de lo sobrenatural
Lejos de ser simplemente una criatura de la noche, Carmilla representa una nueva manera de concebir al vampiro: un ser que fascina y aterroriza por igual, que se aproxima a sus víctimas con una sensualidad casi etérea, despojando el acto de "beber sangre" de cualquier brutalidad visual para convertirlo en una especie de comunión secreta.
Lejos de las figuras de monstruos desalmados, esta vampiresa se insinúa con una mezcla de frialdad y atracción, una criatura que seduce tanto como destruye. Le Fanu, en una época donde la represión sexual era la norma, presenta a través de su personaje una exploración atrevida de la intimidad y la pulsión, en un juego que tiene la capacidad de subyugar emocionalmente a las protagonistas y, por supuesto, al lector.
Un paisaje gótico, un mundo sin escapatoria
Le Fanu logra que el escenario donde se desarrolla la historia sea tan relevante como los personajes. La antigua fortaleza en que transcurre se presenta casi como una entidad propia, un espacio que captura y guarda secretos, donde el escenario parece extenderse más allá de sus muros y enraizarse en los oscuros bosques de Estiria, una región que bien podría ser el límite entre lo mundano y lo sobrenatural.
El aislamiento del castillo y la opresión de sus silencios crean una atmósfera en la que la joven Laura, más que vivir, queda atrapada. El espacio, en lugar de protegerla, se convierte en un encierro emocional, un vacío en el que se va tejiendo una relación tan atrayente como desestabilizadora. El paisaje gótico actúa como reflejo de la psique de los personajes, un espacio donde cada sombra parece anticipar la llegada de un destino ineludible.
La herencia cultural y las múltiples caras de Carmilla
Con el paso del tiempo, "Carmilla" ha mostrado una asombrosa capacidad de adaptación. De los primeros intentos cinematográficos de Carl Theodor Dreyer en los años '30 hasta las interpretaciones contemporáneas que exploran la carga erótica y la dinámica de poder entre los personajes, el relato de Le Fanu se ha convertido en un referente versátil. Autores como Roger Vadim o Vicente Aranda han explorado su influencia en filmes que oscilan entre lo terrorífico y lo poético. La vampiresa ha recorrido escenarios que van desde la nobleza clásica hasta versiones más experimentales, manteniendo siempre esa dualidad que la hace única: la capacidad de ser fascinante y aterradora, de inspirar compasión y rechazo al mismo tiempo.
(Fuente: Infobae)