Este concepto de ciudad sostenible concibe la gestión del agua de una manera diferente y ya se utiliza en varios lugares del mundo, como China y Estados Unidos.

La combinación de una elevada urbanización y los ya casi inevitables efectos del cambio climático están provocando un aumento de los riesgos para quienes viven en algunos lugares, como la subida del nivel del mar, las inundaciones y las sequías, que provocan escasez de agua. En este escenario, la aparición de las ciudades esponja es muy necesaria y ya se están implantando con éxito en todo el mundo.
Solo en la región de América Latina y el Caribe, por ejemplo, cerca del 80 % de las personas (unos 588 millones) viven en centros urbanos, según datos del informe Estado de las Ciudades en América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat).

La concentración de personas, combinada con cambios drásticos en los paisajes y en los procesos de sellado del suelo, hace que las ciudades sean vulnerables a las variaciones climáticas (que se están produciendo con mayor frecuencia).
En este escenario, la transformación de las ciudades corrientes en ciudades esponja es una solución urbanística encontrada para que la naturaleza, los impactos climáticos y las estructuras urbanas puedan coexistir de forma más inteligente.
Pero, ¿qué es una ciudad esponja?
“Una ciudad esponja es un concepto de ciudad sensible al agua, que se refiere a una situación en la que tiene la capacidad de retener, limpiar e infiltrar el agua utilizando soluciones basadas en la naturaleza”, define un artículo sobre el tema publicado por el Observatorio de Innovación para Ciudades Sostenibles (OICS), una plataforma virtual para mapear y difundir contenidos y soluciones urbanas innovadoras en sostenibilidad que cuenta con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

El objetivo de los cambios arquitectónicos y urbanísticos que hacen que una ciudad encaje en el concepto de “esponja” sostenible es encontrar soluciones que ayuden a absorber el agua de lluvia, ya sea en “zonas libres o urbanizadas”, señala el OICS.
La idea es también recargar con esta agua los acuíferos locales y las aguas subterráneas, así como dejar que el excedente de lluvia escurra hacia zonas que podrían inundarse, señala la fuente.
La plataforma explica que una ciudad esponja debe estar “diseñada para funcionar como un bosque: de modo que tenga una cubierta vegetal que secuestre carbono”. Además, una ciudad esponja debe proteger e introducir biodiversidad para que su estructura funcione.
Esto significa que pueden surgir zonas verdes con sus propios árboles y animales. “Las ciudades esponja tienen el potencial de contribuir a mejorar otros aspectos esenciales para la calidad de vida, el bienestar y la atracción de empresas de la nueva economía ‘verde’ y creativa”, afirma la plataforma.