Hoy, a 43 años del hecho, los argentinos honramos la memoria de los soldados y reflexionamos sobre el legado del conflicto que marcó al país.

Argentina recuerda a los veteranos y caídos de la Guerra de Malvinas cada 2 de abril (Foto: Agencia Noticias Argentinas).
Es una fecha histórica que marcó el inicio de uno de los conflictos más significativos del siglo XX en el país: la Guerra de Malvinas. Este día, establecido como el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, tiene un profundo significado para los argentinos, ya que se conmemora el conflicto bélico y también el sacrificio de los soldados que participaron en él, así como el impacto que dejó en la sociedad y en la memoria colectiva nacional.
Se recuerda la soberanía argentina sobre las islas en disputa y se rinde homenaje a quienes perdieron la vida o resultaron afectados por la guerra.

Sobrevivientes británicos de un ataque aéreo argentino son arrastrados a tierra por sus colegas, mientras su barco echa humo al fondo (Foto: Martin Cleaver / Getty Images).
Un poco de historia reciente
Poco después de la medianoche del 2 de abril de 1982, por decisión de la Junta Militar dictatorial y criminal que gobernaba la Argentina, un destacamento de comandos argentinos desembarcó en las Islas Malvinas, un archipiélago del Atlántico Sur situado a unos cientos de kilómetros de la costa sur de la costa argentina, y se dirigió por tierra hacia la capital del asentamiento, Puerto Stanley, para los británicos, o Puerto Argentino, para los argentinos.
Unas horas más tarde, una fuerza de desembarco mayor comenzó a descargar tropas en el asentamiento. A las 8.30 de la mañana, con 800 tropas argentinas en tierra y 2.000 más a punto de unirse a ellas, el gobernador de las islas, nombrado por los británicos, reconoció la inutilidad de la resistencia de la pequeña guarnición de Royal Marines a su disposición y aceptó la rendición.
Hasta las 4 de la tarde, hora local, no llegó la confirmación a Londres, a casi 13.000 kilómetros de distancia. Para gran parte de la sociedad británica, la noticia fue impactante y confusa, sobre todo porque pocos habían oído hablar de las islas o podían localizarlas en un mapa. En Argentina, sin embargo, el destino de las conocidas como Islas Malvinas (Falklands, para los británicos) había sido una causa importante durante generaciones. Su recuperación dio lugar, inicialmente, a euforia y celebraciones en Buenos Aires.

La llamada "Operación Rosario" llevó al desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas (Foto: Román Von Eckstein).
La alegría duraría poco. El 14 de junio, Reino Unido había reconquistado las Malvinas y la vecina Georgia del Sur, tras una "guerra curiosamente anticuada" por conquistar lo que el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, describió como "ese pequeño montón de tierra helada de ahí abajo". Sin embargo, a pesar de que el periodista británico Max Hastings lo calificó de "fenómeno histórico", el conflicto se venía gestando desde hacía 150 años. Sorprendentemente, la llama que prendió aquella larga y lenta mecha fue el arresto en el siglo XIX de tres buques de pesca estadounidenses.
Los primeros reclamos de las islas
No se sabe con certeza quién vio primero las Islas Malvinas. Pudo haber sido Esteban Gómez, miembro de la circunnavegación del globo de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano en 1519-22, pudo haber sido el navegante inglés John Davis a bordo del Desire en 1592. El primer avistamiento indiscutible corresponde al holandés Sebald de Weerdt, en algún momento de 1600, y el primer desembarco conocido fue el del capitán inglés John Strong en 1690. Strong no pareció impresionado, y señaló que había "abundancia de gansos y patos" pero que, "en cuanto a madera, no hay ninguna". Trazó un mapa del estrecho entre las dos islas, lo bautizó con el nombre del Primer Lord del Almirantazgo, el Vizconde Falkland, y zarpó.
De hecho, a pesar de la lucha por la posesión que se desarrollaría en los siglos posteriores, pocos de los colonos franceses, británicos o españoles que se turnaron para colonizar las islas parecían especialmente enamorados de ellas. "Me quedo en este miserable desierto, sufriendo todo por amor a Dios", se lamentaba en 1767 el reverendo Sebastián Villeneuva, primer sacerdote de la entonces colonia española de Puerto Soledad. Cuatro años más tarde, el gobierno británico estaba tan ansioso por tener que reforzar la reclamación del país sobre las islas que encargó a Samuel Johnson que las menospreciara como "desechadas del uso humano, tormentosas en invierno, estériles en verano... que ni siquiera los salvajes del sur las han dignificado al habitarlas".
A pesar de que pocos parecían interesados en las islas, ningún reclamante quería que ningún otro país las poseyera. Cuando los exploradores franceses y británicos establecieron asentamientos en la década de 1760, España reaccionó con furia, argumentando que estas acciones constituían una violación del Tratado de Utrecht, que según ellos reafirmaba el dominio de España sobre sus territorios tradicionales en América. Los colonos franceses se retiraron rápidamente. Al cabo de unos años, también lo hicieron los británicos, pero no antes de dejar una placa reclamando la soberanía.
Reino Unido toma el control
En 1816, la precursora de la moderna República Argentina declaró formalmente su independencia de España y cuatro años después reclamó las islas. Sin presencia española, las islas se convirtieron en un refugio anárquico para los cazadores de focas. Por ello, en 1829, Argentina nombró un gobernador, Luis Elías Vernet, que intentó imponer el orden arrestando a tres naves de caza de focas estadounidenses. En respuesta, Silas Duncan, el capitán del U.S.S. Lexington, llegó al archipiélago, destruyó todas las instalaciones militares, arrasó todos los edificios y se marchó, declarando las islas libres de gobierno.
Al ser las islas una propuesta más lucrativa dado el crecimiento de la industria del sellado, los británicos vieron una oportunidad y rellenaron aquel vacío, izando su bandera el 3 de enero de 1833 y estableciendo formalmente las Islas Malvinas como colonia de la Corona en 1840.
El sentimiento interno de Argentina sobre las Malvinas
Aunque el sentimiento argentino se mantuvo durante más de un siglo, el país no insistió en su reclamación de soberanía hasta la década de 1960. Una resolución de las Naciones Unidas de 1965 reconoció la existencia de una disputa e invitó a los dos países a entablar negociaciones sobre el futuro de las islas. El nivel de compromiso sobre la cuestión no era igual: los políticos británicos que visitaban Buenos Aires estaban constantemente desconcertados por la emoción que despertaba el tema.
Durante la década del '70, ambos bandos fueron tomando conciencia de la utilidad estratégica de las islas, sobre todo en materia de pesca. Pero a pesar de ello, y de su afirmación de que los deseos de los aproximadamente 1.800 habitantes (cuyos principales ingresos eran la lana de las 600.000 ovejas de las islas) debían ser primordiales, Reino Unido no estaba dispuesto a dedicar recursos a las islas y parecía cada vez más inclinada a llegar a un acuerdo.
En Buenos Aires, la Junta Militar gobernante del general Leopoldo Galtieri, percibiendo la falta de compromiso británico con la causa, y ansiosa por apuntalar su desvanecido apoyo interno y consciente de que se acercaba rápidamente el 150 aniversario de la anexión de las islas por parte de Gran Bretaña, comenzó a trazar sus planes. Cuando un grupo de personas izó la bandera argentina sobre una antigua estación ballenera en Leith, Georgia del Sur, en marzo de 1982, los funcionarios británicos empezaron a darse cuenta de que la situación se estaba descontrolando rápidamente. Pero para entonces ya era demasiado tarde: Argentina estaba preparando su invasión.
¿Por qué las Malvinas son argentinas?
La soberanía argentina sobre las Malvinas se sustenta en una combinación de fundamentos geográficos, históricos y jurídicos.
Desde el punto de vista geográfico, las islas forman parte de la plataforma continental argentina: el lecho marino sobre el que se asientan está unido al continente sudamericano, especialmente a la región de la Patagonia. Según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), esta continuidad geológica otorga a Argentina derechos sobre los recursos naturales de esa zona, incluyendo hidrocarburos, pesca y biodiversidad marina.
En el plano histórico, cuando Argentina declaró su independencia en 1816, heredó los territorios que habían pertenecido al Virreinato del Río de la Plata, incluyendo las Islas Malvinas. Entre 1820 y 1833, nuestro país ejerció una soberanía efectiva sobre el archipiélago, con gobernadores designados, presencia militar, población civil y actividad económica. Esa presencia fue interrumpida por la ocupación británica ilegítima en 1833.
Desde el aspecto jurídico, el principio del "uti possidetis iuris" (usarás lo que posees de acuerdo a la ley), reconocido por el derecho internacional, establece que los nuevos Estados independientes conservan las fronteras de las antiguas colonias. Bajo esta doctrina, las Malvinas estaban comprendidas dentro del territorio heredado por Argentina. Además, el argumento británico de la "autodeterminación de los pueblos" no puede aplicarse en este caso, ya que la población actual fue instalada por el Reino Unido después de la ocupación, y no se trata de una comunidad originaria del lugar.
Una causa nacional
La cuestión Malvinas trasciende cualquier coyuntura política y se ha convertido en una causa nacional reconocida por la comunidad internacional como un conflicto de soberanía aún no resuelto. La Argentina continúa reclamando por la vía diplomática sus derechos legítimos, con el respaldo de numerosos países y organismos internacionales que instan al Reino Unido a reanudar las negociaciones.
Recordar el 2 de abril no sólo implica honrar a los veteranos y a los caídos. También es reafirmar, con convicción y respeto, el reclamo pacífico y firme por un territorio que forma parte de nuestra identidad y de nuestra historia. Las Malvinas fueron, son y serán argentinas.
(Fuente: varias / redacción propia)