lunes, 31 de marzo de 2025

Llevamos milenios utilizando muñecas de vudú, y algunos lo seguimos haciendo

Pocos elementos del vudú son tan popularmente conocidos -gracias especialmente a las películas- como las "voodoo dolls", muñecos o muñecas vudú. En la pantalla grande aparecen en escenas en las que alguien les clava algún objeto con la intención de causar daño a las personas que, teóricamente, representan con mayor o menor fidelidad.

Alfiletero de costura imitando un muñeco vudú (Foto: Shutterstock).

Aunque su creación puede deberse a razones tanto buenas como malas, también pueden ser muñecos meramente representativos. Por ello, algunos reivindican dentro de esta misma categoría a la denominada Venus de Willendorf y a otras figuras del Paleolítico Superior, el Neolítico o la Edad del Bronce.

Las muñecas mágicas pertenecen al amplio campo de la magia de la imagen, y buscan canalizar una fuerza sobrenatural hacia un propósito concreto. Con su elaboración se persigue que las acciones ejecutadas sobre una imagen se reproduzcan en la persona representada. Para potenciar su efecto, en el relleno de las muñecas se incluyen pelo, recortes de uñas, saliva u otros fluidos corporales de quien será afectado por el hechizo, o bien una pequeña pertenencia personal, como una pieza de joyería o un peine.

Independientemente del propósito último que tengan, las muñecas mágicas tienen que ser "activadas" para acceder a su poder, en ceremonias o rituales que suelen exigir el trabajo de un experto hechicero o sacerdote.
Muñeca vudú perforada con trece alfileres, encontrada en un jarrón de terracota con una tablilla de plomo y un hechizo de atadura (Foto: Marie-Lan Nguyen / Museo del Louvre, CC BY).

Muñecas mágicas desde la Prehistoria

Ya en el Calcolítico europeo pueden relacionarse la rotura de figurillas de arcilla, el acto de envolverlas u otras manipulaciones con acciones mágicas.

Sabemos de inscripciones y referencias literarias de la Grecia y Roma antiguas, en el siglo VI a. e. c., con muñecas de cera o lana que son quemadas (en muchos casos), atravesadas con agujas o sacrificadas de otro modo.

Se conocen actos mágicos "protagonizados" por muñecos -a veces reforzados con elementos orgánicos del sujeto del hechizo- desde el reinado de Ramsés III (en el siglo XII a. e. c.) hasta el Éufrates del siglo XIV, pasando por Juan XXII -que se sintió amenazado por figuras de cera- o las elaboradas por hechiceros en el siglo XIV para hacer perecer a Carlos de Valois.

Sabemos también de la existencia de figurillas perforadas durante los reinados de Carlos IX y Enrique III de Francia, y otras de uso mágico durante el reinado de Luis XIII, así como en sucesos posteriores. También se dieron casos en Inglaterra, como el intento de atentado a Enrique VI mediante la exposición a fuego lento de una efigie suya de cera elaborada por hechiceros.

En Canarias - donde la magia llega desde Castilla, Andalucía y Portugal- el método más utilizado para maleficiar era precisamente utilizar al muñeco que representa a la víctima del hechizo. Lo encontramos desde los primeros decenios del siglo XVI hasta el siglo XIX. Suelen estar hechos de cera, o de tela procedente, generalmente, de la ropa del maleficiado. El muñeco es normalmente clavado con alfileres y enterrado.

Hay testimonios de que un tipo de muñecos mágicos muy frecuente en el folclore inglés, los "poppets", llegaron a América al menos a finales del siglo XVII, probablemente llevados por los colonos. En concreto, aparecieron en los juicios a las denominadas Brujas de Salem.

Durante un interrogatorio, el 4 de julio de 1692, la acusada presentó dos rudimentarios muñecos de trapo. Los objetos causaron terror entre los testigos, que se afligieron cuando los pellizcaron y dijeron que se sentían quemar cuando se prendió fuego a uno de los trapos. Al sumergir estos objetos en agua dos de las testigos sufrieron ataques como si se ahogasen.

 "Poppets" de 1293 hechas con masilla y papel (Foto: Museum of Witchcraft and Magic).

Muñecos de poder

La magia de la imagen puede presentar también otros aspectos muy interesantes. En el vudú la efigie tiene, en ocasiones, un papel meramente representativo, con esencia espiritual y fuerza simbólica, pero sin que haya acción física sobre ella.

Así, se conoce la existencia de un muñeco que representa un "houngan", sacerdote del vudú haitiano, un personaje muy respetado al que se atribuyen los poderes de clarividencia y adivinación.

En la película de terror "La serpiente y el arco iris", de Wes Craven (1988), se puede ver a un houngan con atuendo característico, gorro y pañuelo rojos, dirigiendo una ceremonia.

Muñeco haitiano de tela representando a un "houngan", arte popular, siglo XXI. Altura: 23 cm. (Foto: M. M. M.).

Igualmente en el documental "Los Misterios del Vudú" aparece un houngan de Artibonito (Haití), con gorro y pañuelo rojos invocando al Baron-Samedi, uno de los "loa" (espíritus) del vudú haitiano. Durante esa ceremonia vemos que, colocadas cerca del lugar donde el sacerdote desarrolla el rito, reposan unas muñequitas rojas y negras que representan a personas. La ceremonia que se desarrolla tiene como objetivo que el Baron-Samedi imparta justicia en un litigio, ejecutando su sentencia sobre el culpable. Las muñecas serán las encargadas de transmitir el resultado a las personas que representan.

En resumen, la tradición de muñecos mágicos existe desde hace miles de años, y perdura, sobre todo, en Luisiana y Haití, donde el sistema mágico-religioso del vudú sigue vivo.

(Fuente: The Conversation)