El borrador del proyecto de la -a priori- llamada "Ley de Libertad Educativa" no menciona en ningún momento la palabra "pública" para referirse al modelo de gestión escolar. Además, se reduce la cantidad de horas en aula y se espera que las instituciones "compitan" entre ellas como si fueran meros ofertantes, convirtiendo a la educación en un mercado más.
El gobierno nacional prepara una reforma educativa para la
educación inicial, primaria y secundaria. En este sentido, el
objetivo es derogar la Ley
de Educación Nacional (Ley 26.206) promulgada hace 19
años para aprobar el proyecto de Ley de Libertad
Educativa. Entre los principales cambios, se
elimina el piso del 6% del PBI para Educación, se habilita
la enseñanza en el hogar como alternativa, se permite la
creación de planes de estudios individuales para cada
institución y se reduce la cantidad de horas
establecidas por el Consejo Federal de
Educación.
Ante este panorama, diferentes miembros de la comunidad educativa
ya se pronunciaron contra el intento del Ejecutivo. Por ejemplo,
la Confederación de Trabajadores de la Educación de la
República Argentina (CTERA) rechazó "la privatización y
destrucción de la Educación Pública". Al mismo tiempo, los
directores de las carreras de Educación de las universidades
nacionales exigieron el cumplimiento pleno de la ley vigente.
Dos especialistas analizan la propuesta y alertan sobre los
ejes más problemáticos
"Es una ley muy regresiva que no respeta la Constitución
Nacional. El proyecto habla de libertad de enseñar y libertad de
aprender, que es una forma muy engañosa de justificar una
desregulación plena del sistema. Lo que hace es que cada escuela
tenga su propio plan de estudio, que pueda contratar y expulsar
a su personal docente y a sus directores", sostiene Guillermo
Ruiz, investigador del CONICET y especialista en política
educativa.
Por su parte, Roberto Abdala, director de la Licenciatura
en Educación de la UNQ, agrega: "El proyecto no pretende
disminuir ninguna desigualdad educativa, y en el peor de los
casos la agrandará. Al estar asociada a Paolo Rocca (empresario
que está detrás de esta iniciativa) y al mundo empresarial que
representa, se la puede tomar como la base de cómo conciben las
relaciones sociales y laborales en su proyecto desigual de país".
Lo estatal, lo público y lo privado
Ambos expertos coinciden en que el proyecto atenta contra la
educación pública y corre al Estado de su rol establecido
por la Constitución. En este aspecto, Ruiz destaca que el
documento equipara ambos tipos de educación (pública y privada) y
que incluso ni siquiera utiliza la palabra "pública" para
referirse al tipo de gestión escolar.
Una de las modificaciones centrales gira en torno al papel del
Estado. Mientras que la Ley de Educación Nacional afirma que el
Estado argentino tiene un rol principal e indelegable, el
pruyecto de Libertad Educativa va a contramano y establece que "el
Estado debe intervenir de manera complementaria, apoyando a las
instituciones educativas y actores sociales cuando éstos no
puedan por sí mismos garantizar el derecho a la educación".
Aunque parece una definición técnica, la centralidad y la
complementariedad definen la tarea del Estado. De esta
manera, el intento del gobierno pasa por delegar la
responsabilidad en la sociedad civil, y equiparar la gestión
pública con la privada como si fuese lo mismo. En este punto,
Abdala señala que la nueva iniciativa "parece ser más amigable
con las subvenciones al sector privado, algo que podría llevar a
cambiar la lógica y financiar la demanda en vez de la oferta".
Igualdad vs. competencia
Si bien las escuelas y los docentes cuentan con diferentes
instrumentos que caracterizan la singularidad de cada
establecimiento (los proyectos institucionales son un
ejemplo), hasta ahora, las provincias son las que definen los diseños
curriculares y los temas prioritarios de cada área.
En este aspecto, lo que se busca es la igualdad de saberes y el
logro de aprendizajes comunes de calidad sin importar el origen
social, la radicación geográfica, el género
y la identidad cultural.
Ahora bien, la propuesta del gobierno apunta a que cada
escuela defina sus propios contenidos. Bajo la "autonomía
institucional" y la "libertad educativa", lo que hay detrás es una
nueva lógica de organización. "De esta manera las escuelas se
vuelven una mercancía donde tratan de ser más competitivas y
tener mejores currículums para atraer a los mejores estudiantes
y a los mejores docentes", subraya el investigador del
CONICET.
Y continúa: "Por eso, es entendible que no se hable de una
educación pública y que no se contemple a los sectores más
pobres de la sociedad, que no tienen esa capacidad de armar
currículum porque además tienen que atender comedores y cuentan
con condiciones edilicias que son deplorables".
Además de la competencia, el documento habilita la educación
híbrida (a distancia y presencial) y la posibilidad de que
cada estudiante abandone la institución para que aprenda desde su
hogar. "Hay un lobby al respecto, pero en nuestro país es
mínimo. En Estados Unidos representa entre el 3 y el 7% de la
matrícula total. Al mismo tiempo, refuerza el rol de las
familias y les da la potestad de intervenir en asuntos que son
sólo de las autoridades provinciales", explica
¿Estudiantes al salón?
Argentina no es el primer lugar en el mundo donde se intenta
establecer una legislación de este tipo. De hecho, un proyecto
similar se llevó a cabo en Gran Bretaña y el resultado fue
mayor desigualdad educativa. Frente al reclamo de mayor
cantidad de horas en las aulas, la denominada Libertad Educativa reduce
la cantidad de horas establecidas por el Consejo Federal de
Educación.
Mientras que el proyecto establece 540 horas reloj anuales para la
Educación Inicial y 720 para la Educación Primaria y Secundaria,
el Consejo Federal contempla un piso mínimo de 570 horas para el
Nivel Inicial, 760 para Primaria y 900 para Secundaria. Es decir,
la nueva medida representa una regresión de 30 horas
para jardín, 40 horas menos para Primaria y 180
horas menos para secundaria.
(Fuente: Agencia de Noticias CIentíficas / UNQ /
redacción propia)
