jueves, 20 de noviembre de 2025

De la navegación a la geopolítica: la ciencia escondida detrás de los mapas

Aunque parecen representaciones fieles y neutrales, esconden diferentes intenciones, objetivos y visiones subjetivas del mundo.

Planisferio basado en la proyección de Mercator (Foto: captura de pantalla).

Con el afán de orientarse a la hora de navegar, conocer y dominar los territorios, diferentes especialistas a lo largo de la historia crearon mapas que representaban el mundo, o al menos esa porción que se conocía. De hecho, el mapa más antiguo del que hay registros es una tabla de arcilla realizada en el siglo VI antes de Cristo. A pesar de que hubo muchas interpretaciones, hay una que marcó un antes y un después.

En 1569, el geógrafo Gerardus Mercator diseñó una proyección del planeta con meridianos y paralelos que, con diferentes actualizaciones y modificaciones, perdura hasta la actualidad. Incluso, las aplicaciones web de cartografía se basan en este modelo. Aunque fue creado para ayudar a la marina mercante, su dibujo del lugar que ocupan los continentes no es neutral, sino que corresponde a la subjetividad del autor. En este aspecto, que los países más poderosos estén en el norte y que Europa esté en el centro del planisferio no tiene sustento teórico. Por el contrario, tiene que ver con interpretaciones sobre el mundo que se imponen sobre otras.

"La proyección Mercator es esencialmente una carta que resolvió el problema de la navegación. A través de la matematización del espacio, el mapa pudo mantener la correlación entre diferentes coordenadas, lo que permitió trazar líneas rectas y establecer un curso determinado. Por lo tanto, esta representación se convirtió en un complemento para la brújula y otros elementos de ubicación", sostiene Ariel Hartlich, doctor en Ciencias Sociales y divulgador del mapa bicontinental argentino.

Y continúa: "Como toda proyección, el mapa genera una distorsión porque transporta la superficie de un cuerpo tridimensional a uno de dos dimensiones. Entonces, necesariamente se modifica el relieve y, según cuál sea tu interés o tu necesidad, es lo que vas a priorizar. El caso de Mercator prioriza determinadas posibilidades de trazar líneas rectas, pero no se condicen con la realidad".

(Foto: captura de pantalla).

En este aspecto, uno de los casos más notorios es el de Groenlandia. A pesar de que en el mapa de Mercator parece igual o más grande que todo el continente africano, la superficie de cada territorio lo desmiente. Mientras que Groenlandia tiene 2.166.086 km², África tiene 30.272.922 km², por lo que es casi 15 veces más grande.

Más allá de las explicaciones técnicas sobre el tamaño de los continentes y las adaptaciones para cumplir con la longitud y la latitud, no es casual que Europa esté en el centro. "Nadie se pone a trazar líneas de navegación situándose a un costadito abajo en un rincón. Por eso, la ubicación de los países tiene que ver con las personas y las instituciones que realizan el mapa", afirma Harlich.

Mi lugar en el mundo

Frente a esta concepción "eurocentrista", diferentes países realizaron sus propios mapas para posicionarse frente al resto. Uno de los casos más destacados en el último tiempo fue Brasil, quien a mediados de año presentó su nueva representación donde no sólo el país está en el centro, sino que invirtió la proyección Norte-Sur. En el caso de Argentina, el Congreso aprobó en 2010 una Ley que obliga a utilizar en todos los niveles educativos el mapa bicontinental, el cual muestra el Sector Antártico en su real proporción, con relación al sector continental e insular.

(Foto: captura de pantalla).

"El mapa bicontinental cambia la idea tradicional que nos inculcaron de Ushuaia a La Quiaca. A pesar de haber sido reglamentado en 2010, su utilización todavía está pendiente en todos los niveles de nuestra enseñanza. No obstante, estos soportes son los que permiten construir nuestra propia imagen, nuestro propio imaginario nacional, nuestra propia comprensión de nuestro lugar en el mundo y de nuestra jurisdicción nacional soberana. Entonces, ahí adquiere una relevancia sustancial el tema de pensar la bicontinentalidad", resalta Hartlich. 

Más allá de la Ley sancionada en el siglo XXI, la historia bicontinental argentina se remonta a más atrás. El país tiene presencia ininterrumpida en la Antártida desde 1904 y fue la primera nación del mundo en tener una misión permanente. En 1946, bajo la presidencia de Juan Domingo Perón, se establece la bicontinentalidad y se impulsan diferentes medidas para incorporar esta perspectiva. No sólo se crea el Instituto Antártico Argentino, sino que se lleva a cabo un plan de concientización antártica a través de propagandas, producciones artísticas, cinematográficas, y la inclusión del tema en todos los niveles educativos.

Mapa bicontinental argentino (Foto: captura de pantalla).

Sin embargo, los golpes de Estado dieron marcha atrás con los avances realizados durante el peronismo. A pesar de la sanción de la Ley N° 26.651, que establece la obligatoriedad de usar y exhibir el mapa bicontinental de la República Argentina en todos los niveles educativos y en todos los organismos públicos del país, todavía se educa a miles de estudiantes con Argentina abajo a la izquierda, y muchas veces sin su parte antártica. "El mapa bicontinental con Argentina en el centro de la escena supone la proyección de nuestro desarrollo desde esa posición. Contra la mirada de las metrópolis hegemónicas que nos ubican como proveedores de materias primas, esta representación también proyecta el potencial marítimo y austral", destaca Harlich.

(Fuente: Agencia de Noticias Científicas / varios / redacción propia)