jueves, 29 de febrero de 2024

Hallan una protuberancia volcánica nunca vista en la Luna

Los científicos que escudriñan la superficie lunar en busca de pistas de la tasa de impactos del pasado de nuestro satélite han descubierto una formación que ha confundido a los geólogos. 

Una imagen de la Luna por un telescopio muestra los muchos cráteres preservados y los campos de lava oscuros de nuestra cercana compañera celeste.

En algún momento tras la formación del sistema solar hace 4600 millones de años, un proyectil impactó en nuestra joven Luna y formó la cuenca de 998 kilómetros de diámetro denominada cuenca Crisium. Nadie sabe cuándo se produjo este impacto, pero durante décadas se ha intentado resolver este enigma en el marco de un debate sobre si la Luna y la Tierra, por su proximidad, vivieron un periodo de bombardeo frenético de meteoros al principio de sus historias.

Ahora, los científicos que escudriñan la región dicen haber avistado un cráter dentro de la cuenca que parece contener fundidos de impacto prístinos, un tipo de roca volcánica que puede servir de reloj geológico definitivo. Si los futuros astronautas o un robot pudieran obtener una muestra y determinar su antigüedad, eso podría revelar qué ocurría en la Tierra durante el periodo primordial en el que surgió la vida en nuestro planeta.

Como ventaja añadida, el descubrimiento incluye un misterio intrigante: la cuenca también alberga una ampolla geológica de 177 kilómetros cuadrados que no se parece a nada observado en el sistema solar. Según informa el equipo en un trabajo que se publicará en el Journal of Geophysical Research: Planets, esta ampolla geológica parece haber sido creada por una actividad magmática subterránea peculiar que los investigadores no pueden explicar, por ahora.

«Estoy muy confundido», afirma Clive Neal, experto en geología lunar de la Universidad de Notre Dame que no participó en la nueva investigación.


Mare Crisium.

¿Cómo datan los impactos?

Nuestro registro de impactos pasados en la Tierra es irregular, principalmente porque la erosión ambiental y la constante tectónica de placas borran las pruebas. Por su parte, la falta de aire y actividad han preservado miles de millones de años de cráteres sobre cráteres en la Luna. En este sentido, nuestra compañera orbital nos proporciona un registro indirecto de la tasa de impactos en el pasado de nuestro planeta.

Entre otros enigmas, saber qué ocurría en la Tierra hace tanto tiempo es de gran importancia para comprender los orígenes de la vida. Aunque los científicos aún debaten la antigüedad de los fósiles más antiguos documentados, varios ejemplos propuestos datan de hace entre 3500 y 4280 millones de años. En una coincidencia sorprendente, las evidencias de la Luna sugieren que aquel fue el momento en el que la Tierra primitiva estaba siendo acribillada por los fragmentos restantes de la formación del sistema solar.

Las misiones Apolo y otras expediciones robóticas de la Unión Soviética trajeron a la Tierra muestras de roca de las cuencas lunares y de los grandes cráteres de la cara visible de nuestro satélite, que se han empleado para datar los diversos impactos. Muchas de estas rocas tenían antigüedades situadas entre los 3800 y los 4000 millones de años, lo que apunta a que la cantidad ya alta de impactos en la Luna repuntó. Este periodo de 200 millones de años se conocería como Bombardeo Intenso Tardío.


Una montaña de fuego helado

Por suerte, hallaron una firma de magnesio en el cráter Yerkes, de 35 kilómetros de diámetro, ubicado en la cuenca Crisium. El impacto fue tan potente que formó un pico central elaborado con restos que circularon como un fluido y que se solidificaron en un montículo en medio del cráter. Sus huellas espectrales sugieren que esta aguja mantuvo gran parte de los fundidos de impacto de Crisium fuera del alcance del mar de lava que llenaría el lecho de la cuenca.

Neal sostiene que cabe la posibilidad de que estos fundidos de impacto se produjeran en la formación de Yerkes y no en la de la cuenca Crisium. Pero si el equipo está en lo cierto, una misión a Yerkes podría desvelarnos la antigüedad de una segunda cuenca lunar. Si tiene 3900 millones de años, como Imbrium, esto respaldaría la idea de que se produjo un pico de la cantidad de impactos de meteoros. Con todo, si es mucho más antigua, eso sugiere que los impactos estuvieron más separados en el tiempo.

En el caso de una lluvia de meteoros más distribuida, solo algunas partes de la Tierra se habrían convertido en baldíos biológicos. Sin embargo, según Moriarty, un repunte concentrado podría haber fundido por completo la corteza del planeta y llenado la atmósfera de vapores de silicato. Según él, si eso hubiera ocurrido cuando surgió la vida, entonces es realmente impresionante que existan seres vivos en la Tierra.

Aunque los resultados de este estudio ofrecen algo de información, los primeros días del sistema solar seguirán siendo un misterio hasta que visitemos Crisium y otras cuencas lunares.