jueves, 22 de febrero de 2024

Casi la mitad de la población corre el riesgo de contraer dengue

2023 fue el año con mayores registros de esta enfermedad, y la tendencia se ha extendido hasta 2024. El virus afecta principalmente a las poblaciones con menos recursos que habitan en zonas tropicales.

El dengue presenta mayor incidencia en zonas tropicales y subtropicales. Además, afecta con más frecuencia a poblaciones con menores recursos.

Cuando pensamos en el animal más mortífero del planeta, frecuentemente nuestra mirada tiende a apuntar a los grandes depredadores, como las orcas, los tigres o los cocodrilos.

Nunca imaginaríamos, de hecho, que el puesto número uno en ese ranking lo ocupe el mosquito: ese insecto volador tan molesto, pero aparentemente tan fácil de quitar de en medio. 

Si bien no es ágil, ni tiene garras o dientes afilados, al contrario que otras especies con peor reputación, los mosquitos pueden transmitir enfermedades víricas a través de la sangre infectada que transportan de un humano a otro. El dengue es una de ellas, la cual viaja en las especies Aedes (Aedes aegypti o Aedes albopictus).

Las regiones más afectadas históricamente por el virus son las áreas tropicales y subtropicales del planeta, especialmente las zonas urbanas y semiurbanas con carencias de agua potable e higiene.

Así, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 2023 fue el año de mayor registro de casos de dengue en la región de las Américas, y la situación de alta transmisión se ha extendido a 2024, razón por la cual se ha emitido un comunicado de alerta epidemiológica.

¿Cómo se contagia el dengue?

El virus del dengue (DENV) pertenece a la familia Flaviviridae, conformada por cuatro serotipos denominados del DENV1 al DENV4. Solo se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados, por lo que el contacto estrecho con una persona que lo padece no supone un riesgo. 

En la mayoría de ocasiones, los síntomas aparecen de 4 a 10 días después de recibir la picadura, aunque pueden ser confundidos con los de una gripe. Pero, en función de las condiciones de higiene de la zona o del acceso a los servicios de salud, la enfermedad puede empeorar y llegar a ser mortal, lo que se denomina clínicamente dengue grave, fiebre hemorrágica del dengue o síndrome de choque del dengue.

El virus solo se contrae por la picadura de un mosquito infectado, nunca por el contacto con una persona que lo padece.

En este nivel, los vasos sanguíneos se dañan y tienen fugas, por lo que disminuye la cantidad de plaquetas en el torrente sanguíneo. Los signos de advertencia son:

Dolor intenso de estómago
Vómitos persistentes
Sangrado de las encías o la nariz
Sangre en la orina, las heces o los vómitos
Sangrado debajo de la piel, que podría tener el aspecto de un moretón (hematoma)
Dificultad para respirar o respiración rápida

En caso de presentar un cuadro como tal, se debe acudir al médico inmediatamente, ya que, aunque no existe un tratamiento concreto para el dengue, el dolor muscular producido por la infección puede aliviarse con medicamentos.

Con esto, una persona recuperada de dengue tendrá posteriormente y durante un largo plazo inmunidad frente al serotipo con el que fue infectado, pero no frente a los otros tres. De hecho, las recientes investigaciones han revelado que una infección anterior por el virus del dengue aumenta el riesgo de padecer síntomas graves si se vuelve a contraer la enfermedad.

Es por ello que en los países donde se reporta una gran incidencia del virus se ha aprobado una vacuna destinada exclusivamente a personas de entre 9 y 45 años que ya lo padecieron alguna vez.

¿Cuál es su área de dispersión y por qué?

El dengue es una enfermedad endémica, aunque en los últimos años han aparecido brotes en Estados Unidos y algunos países de Europa. Según el mapa elaborado por HealthMap, el virus se concentra principalmente en las áreas tropicales y subtropicales: países de América Central y del Caribe, América del Sur, África y sudeste de Asia.

En este sentido, teniendo en cuenta la densidad de población de estas regiones, cerca de la mitad de la población mundial corre riesgo de contraerlo, por lo que es considerado un problema global desde la década de 1960. Actualmente, al no existir un tratamiento específico para combatir la enfermedad, y ante un registro de casos alarmante en lo que llevamos de año, varias entidades, como la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la OMS y los gobiernos estatales, insisten en la prevención por parte de la población. 

En este sentido, Brasil ha incorporado la vacuna contra el dengue en su sistema de Seguridad Social y prevé, ante la explosión reciente de casos, proteger a tres millones de personas, poniendo como prioridad a los niños de más de 10 años habitantes de las 512 ciudades con más incidencia de casos. Entre ellas, Río de Janeiro.

Además, se puede reducir el riesgo de contraer el dengue protegiéndose de las picaduras de mosquito con:

Ropa que cubra el cuerpo lo máximo posible
Telas mosquiteras en las ventanas
Repelentes de mosquitos (que contengan DEET, icaridina o IR3535)
Espirales de humo y aerosoles

Con esto, para hacer frente a este y otros virus, la Organización de las Naciones Unidas planteó en los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 una estrategia específica dividida en tres ejes de actuación: agua, saneamiento e higiene. Porque aunque cualquier persona que viaje a zonas tropicales se expone al contagio, los vectores del virus -Aedes aegypti o Aedes albopictus- proliferan en aguas estancadas, que son más habituales en zonas de pobreza extrema. Y esto, sumado a un escaso acceso a atención médica, no solo se convierte en un problema de salud pública, sino también de desigualdad social.