miércoles, 21 de febrero de 2024

La inteligencia artificial en la literatura: ¿una amenaza a la creatividad?

Con la difusión masiva de los programas de Inteligencia Artificial (IA) se produjo un gran revuelo en el ámbito literario que implicó fascinación, asombro y también temor por que este nuevo avance tecnológico reemplace la escritura humana.

En el ámbito literario, los nuevos avances tecnológicos generan fascinación, asombro y también temor porque la IA reemplace la escritura humana (Foto: 123RF).

A cien años de la emblemática obra surrealista Los campos magnéticos, de André Breton y Philippe Soupault, generada a través de la escritura automática, el escritor y crítico cultural Jorge Carrión se propuso materializar la primera colaboración en español entre personas y máquinas para la elaboración de un libro. El resultado es un documento fascinante y perturbador, con destellos de una belleza inasible, titulado Los campos electromágneticos.

Como todo debate complejo, la controversia sobre el rol de la inteligencia artificial trae aparejadas posturas disímiles. Hay quienes se espantan ante su utilización y otros que exploran de manera lúdica la herramienta. En la vereda de quienes rechazan esta novedad hay, incluso, demandas a OpenAI, la empresa de inteligencia artificial responsable de Chat GPT.

Hace unos meses, un colectivo de 9.000 autores entre los que se encuentran Jonathan Franzen, John Grisham y George R.R. Martin, presentó una denuncia contra Open AI. La acusación fue haber utilizado sin consentimiento sus obras para entrenar sus programas de chatbots y ayudarlos generar textos creativos.

Otro ejemplo son las denuncias del novelista Paul G. Tremblay, autor de La cabaña del fin del mundo, quien alegó que esta empresa había utilizado ilegalmente sus libros para entrenar al modelo de lenguaje subyacente a la herramienta de ChatGPT. Esta demanda fue desestimada en los tribunales de California bajo el argumento de que no se había demostrado una "similitud sustancial" entre sus obras y la producción de la inteligencia artificial.

La escritora Rie Kudan ganó el Premio Akutagwa, el más importante en Japón, por su novela "La torre de la simpatía de Tokio", la cual escribió con IA (Foto: prensa Rie kudan).

En la vereda contraria, se ubica la escritora Rie Kudan, la ganadora del Premio Akutagwa, el galardón literario de Japón más prestigioso. Luego de la entrega, reconoció haber utilizado ChatGPT para la creación de su novela titulada La torre de la simpatía de Tokio. Tras esta confesión, no se mostró arrepentida.

Al contrario, Kudan dijo que recurrió a ChatGPT con un propósito definido para su novela que consistió en "imitar la forma en que las palabras suaves y confusas distorsionan las ideas sobre la justicia". Y agregó: "En los últimos años, nos encontramos en una situación en la que las palabras se han expandido sin límite y han permitido interpretaciones ilimitadas", dijo Kudan después de su premio.

El ensayista Nicolás Mavrakis pone sobre la mesa el reciente paro de guionistas de Hollywood: "Los guionistas percibieron de inmediato que cualquier IA podría resolver en pocos segundos las mismas historias acartonadas, tabuladas, calculadas y prediseñadas para distintos nichos de audiencias que ellos solo pueden resolver en pocas semanas". En este sentido, la IA vendría a volver más gráfico cómo algo que se suponía creativo, no lo ha sido nunca. En palabras de Mavrakis: "Es trabajo automatizado apenas teñido de arte".


Por la falta de regulación y normativa de las plataformas de streaming y de la IA, los gremios de guionistas y de actores de Estados Unidos realizaron una huelga general durante más de cinco meses en 2023 (Foto: X).

Y amplía: "A través de Hölderlin, Martin Heidegger apuntaba a ese ligero acto de conciencia cuando, respecto de la relación entre la técnica moderna y el hombre, dijo que 'en el peligro crece también lo que salva'. La máquina no conoce el peligro ni tiene salvación. Dicho esto, sospecho que el chat GPT escribió casi todos los manuales sobre 'amor' que inundan las librerías desde hace algunos años".

"Hoy no hay relación horizontal posible, al menos, si con eso estamos pensando en algún tipo de armonía desinteresada. Silicon Valley no quiere ofrecernos comunicación irrestricta con el próximo, sino publicidad segmentada permanente, lo cual deriva en que cada tres o cuatro años los grandes propietarios de internet tienen que pagar enormes multas en Europa por prácticas monopólicas o indemnizaciones en los Estados Unidos por la adicción que generan en los chicos las redes sociales", explica Mavrakis y advierte que "la contraparte de este afán corporativo de dominación mercantil es el goce que nosotros experimentamos como usuarios cuando nos entregamos al funcionamiento narcisista de las redes".

En ese sentido, concluye: "Quizás eso sea una relación 'justa' de intercambios, algo donde todos perdemos un poco y ganamos un poco. La alternativa todavía no existe, quizás porque en el fondo no nos interesa que exista".