viernes, 27 de septiembre de 2024

Los incendios forestales afectan el ciclo del agua: cómo impactan en la calidad de ese recurso vital

Estos desastres no solo acaban con la vegetación del lugar y afectan la calidad del aire, sino que también ponen en riesgo la disponibilidad del agua, indispensable para la vida.

 Instantánea de los incendios qque se están desarrollando en este mismo momento en la provincia de Córdoba (Foto: La Política Online).

Los actuales incendios en la provincia de Córdoba (Argentina) no son un hecho aislado y meramente local: en lo que va del 2024, los incendios han arrasado miles de hectáreas en Sudamérica. Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Paraguay también han sido tristes testigos de cómo el fuego influye directamente sobre la biodiversidad, la calidad del aire y la salud de las personas. Pero al listado de impactos adversos de estos desastres se le suma el efecto directo sobre el ciclo hidrológico y el suministro de agua.

Los focos ígneos perjudican el ciclo del agua influyendo en los patrones de precipitación, destruyendo la vegetación que normalmente absorbería y retendría el líquido y acelerando la evaporación. Pero también conducen a una menor disponibilidad de ese recurso vital, incluso años después del evento.

Los incendios forestales afectan el ciclo del agua, el proceso a través del cual ese recurso se desplaza entre la superficie de la Tierra y la atmósfera, ayuda a regular su distribución, sustenta los ecosistemas e influye en los patrones meteorológicos y el clima.

Cuando esto ocurre, los procesos de evaporación, condensación y precipitación sufren inmediatamente las consecuencias, explica la Asociación de Jefes de Bomberos del Oeste (WFCA, por sus siglas en inglés), una organización benéfica sin fines de lucro en Estados Unidos y una división de la Asociación Internacional de Jefes de Bomberos.

Zonas principalmente afectadas por los recientes incendios en Sudamérica (Foto: La Política Online).

Uno de estos cambios ocurre cuando los incendios destruyen la vegetación que en condiciones adecuadas retendría el agua. Sin ella, el suelo queda más expuesto y aumenta la tasa de evaporación, lo que, sumado a las altas temperaturas provocadas por las llamas, lleva a una menor disponibilidad de ese recurso en las regiones afectadas. La humedad del ambiente también se resiente.

Además, la destrucción de la vegetación provocada por estos siniestros conlleva una mayor erosión del suelo, lo que genera más escorrentía de agua pluvial, ya que el suelo se torna menos capaz de absorber agua. En consecuencia, las inundaciones pueden volverse más repentinas e intensas.

El fuego daña la flora local, lo que, entre otras cosas, impide la retención del agua y erosiona el suelo, dando paso a precipitaciones más peligrosas y mayor riesgo de inundaciones. En la imagen, vegetación después de los incendios en Brasil, septiembre de 2024 (Foto: Antonio Cruz / Agência Brasil).

Sumado a eso, las partículas diminutas contenidas en el humo y las cenizas facilitan la formación de nubes al proporcionar superficies sobre las que se puede condensar el vapor de agua. Sin embargo, su presencia excesiva puede provocar la formación de gotitas más pequeñas y numerosas en lugar de pocas más grandes. Este fenómeno puede alterar las propiedades de las nubes y potencialmente reducir la eficiencia de las precipitaciones, lo que afecta los patrones climáticos locales y regionales.

La WFCA suma que "la alteración de la formación de nubes debido a los núcleos de condensación de nubes inducida por incendios forestales puede afectar la distribución e intensidad de la precipitación, lo que puede provocar cambios en la hidrología local".

(Fuente: National Geographic)