viernes, 30 de mayo de 2025

Para leer el fin de semana: un niño español solo en Moscú, cómo nos altera el alquiler y espías rusos en Buenos Aires

Tres libros en formato digital para aprovechar el descanso, a un precio sensiblemente inferior al de sus pares en formato físico. Se pueden leer en cualquier computadora, tablet, lector de e-books o celular.

(Foto: composición propia).

• El niño que perdió la guerra, de Julia Navarro

Es 1939, la Guerra Civil Española está durísima y los sublevados, los franquistas, van a ganar, ya se ve aunque todavía no se puede decir. En Madrid, Clotilde hace caricaturas políticas que publican diarios republicanos y cría a Pablo, que tiene cinco años. Su marido, Agustín, está combatiendo y tiene la idea, la aterradora idea, de mandar a Pablo a Moscú, mientras tanto, hasta que esto pase, hasta que ellos puedan ir a buscarlo. Porque si ganan los franquistas -y ya se sabe que así será- los van a matar y punto. Clotilde, se imagina, dice que no, que ni loca. Que su niño, con ella.

De eso se trata este texto, así que llegará el día en que un camarada de Agustín, Borís Petrov, toque la puerta y no de opciones. Por las buenas y por las malas, se lo lleva: es desgarradora la escena de Clotilde corriendo detrás del auto donde se va su hijo. El hijo de ella y de un hombre al que hace rato no quiere.. y ahora menos. “Pudo ver como a través del cristal de la ventanilla asomaba el rostro de su hijo inundado por las lágrimas, moviendo las manos con desesperación. Ella se puso en pie y corrió detrás del coche sin atender a lo que sucedía a su alrededor. Ni siquiera sabía si le salían las palabras, pero en sus labios no dejaba de formarse el nombre de su hijo“.

(Foto: composición propia).

En Rusia, por lo menos, Pablo encontrará una familia y otra madre, Anya, que es la mujer de Petrov -otro matrimonio al que de amor no le queda nada-, es artista y es, claro, una disidente: “Había tanto silencio en la Unión Soviética… Miedo. Ella también tenía miedo. Miedo de leer a escondidas libros prohibidos. Miedo de que sus poemas pudieran ser leídos por ojos ajenos. Miedo a que su música fuera tildada de burguesa. Miedo a esbozar en voz alta cualquier pensamiento que pudiera ser considerado traición. Y, sobre todo, miedo a que no le permitieran seguir componiendo".

Ni en un país ni en el otro se viven tiempos sencillos: en España se vienen 40 años de franquismo y en la Unión Soviética, el stalinismo. A través de la historia de Pablo, y la de sus dos familiar, Julia Navarro hará un paralelo entre un régimen y otro. Si Anya terminará interrogada y encarcelada por haber querido escuchar a Boris Pasternak -el autor de Doctor Zhivago, que lo hizo caer en desgracia frente al régimen, Clotilde no la pasará mejor. Va a ir presa, va a salir y una vez afuera, cuando se junte con una ex compañera de prisión a tratar de ganarse la vida -cosa difícil para los señalados como comunistas- la van a acosar y golpear y volver a encerrar. Autoritarios, censores, violentos: regímenes paralelos, esa es la hipótesis de Navarro.

¿Y Pablo? Bueno, esa es la parte que se puede no contar. La Historia -la real- cuenta que fueron a Rusia unos 3.000 chicos, de un total de 37.500 enviados a distintos países. Muchos no volvieron jamás.

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• El cortisol no sube solo, sube con el alquiler, de Sarah Belén Olarte

Se sabe: la vivienda es un tema que está apretando cada día más. En España hubo marchas de miles y miles de inquilinos y más de 500 personas -muchas, con trabajo- duermen cada noche en el aeropuerto de Barajas. En otros países, como Argentina, ser dueño de la propia casa se ha vuelto casi imposible para las “jóvenes generaciones”, que ya tienen alrededor de 40 años. Por eso un escritor, Walter Lezcano, publicó la novela “Y al fin el techo dejará de aplastarme“, donde un inquilino pierde las esperanzas y toma represalias contra la inmobiliaria.

¿Esa idea, la de no tener donde vivir, no nos persigue, no nos altera? Claro que sí. Lo llamativo es que Sarah Belén Olarte es psicóloga, pero señalará que a veces no es un trauma propio ni la falta de una sustancia química lo que nos afecta. Es la realidad.

(Foto: composición propia).

Con los ojos abiertos, señala que frases como “si quieres, puedes” o “ser feliz es una elección” ignoran los factores estructurales que afectan la salud mental. Olarte critica cómo la psicología, en su afán de parecer científica, ha adoptado explicaciones simplistas centradas en desequilibrios de neurotransmisores, dejando de lado la interacción entre el individuo y su contexto social. Los problemas emocionales, expllica, no pueden entenderse únicamente desde lo biológico ni atribuirse solo a la voluntad personal, ya que elementos como la precariedad laboral, las desigualdades económicas y las condiciones sociales influyen de manera decisiva en el bienestar.

“La meritocracia asume que todos partimos del mismo punto en igualdad de condiciones y oportunidades, y que el mérito es el factor que diferencia que unos lleguen lejos y otros no”, escribe Olarte, quien cree que ese concepto tiene la misma validez que el terraplanismo. En la presentación del libro se advierte: “Hay un elefante en la consulta de psicología, y se llama CONTEXTO”. Y, sí.

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• Topos, de Hugo Alconada Mon

Hugo Alconada Mon es periodista y cuenta una historia real. Que parece ficción, pero es real: durante más de una década, Buenos Aires fue el hogar de dos agentes rusos que operaban bajo identidades falsas. Ludwig Gisch y María Rosa Mayer Muños, como se hacían llamar, vivieron como una familia típica de clase media, con hijos nacidos en la Argentina que se enteraron de que eran rusos muchos años después, camino a Moscú.

La pareja no solo se adaptó a la vida en Argentina, sino que también logró mantener su fachada durante años sin levantar sospechas: en el libro se detalla que ella no pronunció una palabra en ruso ni siquiera durante sus dos partos. Alconada Mon entiende que la elección de Buenos Aires como base de operaciones no fue casual, ya que la ciudad ofrece un entorno multicultural que facilita el anonimato.

(Foto: composición propia).

Todavía estaban en la Argentina cuando Rusia invadió Ucrania y estalló la guerra. Pero ellos tenían otro destino: Eslovenia. Hacia allí partieron y allí los detuvieron. Más tarde volvieron a Rusia a partir de un intercambio de prisioneros y fueron recibidos como héroes.

El libro -que salió a principios de mayo y está agotado- arrancó con una investigación que hizo Alconada Mon a partir de 2023, cuando leyó un cable sobre el tema en la redacción del diario La Nación, donde trabaja. El caso arde: es el mismo por el que un equipo del Wall Street Journal -donde estaba la periodista argentina Silvina Frydlewsky- fue finalista del Premio Pulitzer.

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(Fuente: bajalibros.com / Infobae)