martes, 6 de mayo de 2025

Educar "ciudadanos digitales": cómo habituarnos a una nueva forma de ser padres

Los dispositivos digitales se han convertido en nuestros compañeros inseparables, y cada vez desde edades más tempranas. Una realidad que supone tanto oportunidades como riesgos para todos, pero especialmente para los menores. La preocupación social es alta, y muchos países se plantean medidas legislativas de protección. Pero más allá de eso, una de las claves para un uso digital saludable es el papel de las familias.

(Foto: Shutterstock).

Tradicionalmente, hablamos de "estilos parentales" en función del control y afecto que ejercen los padres. Existen estilos autoritarios (normas rígidas sin diálogo), permisivos (mucho afecto, poca orientación) y democráticos (combinación de reglas claras y apoyo emocional).

Sin embargo, la llegada de internet ha añadido una nueva dimensión que las familias deben gestionar. Además del contexto tradicional, ahora las familias deben lidiar con el entorno digital, lleno de riesgos nuevos y cambiantes. Surge el concepto de "mediación parental online", que busca fomentar un uso saludable y responsable de internet, maximizando sus beneficios y minimizando sus riesgos.

Estrategias de mediación parental online

Los especialistas coinciden en delinear estas estrategias genéricas, agrupadas básicamente en seis tipos:

Mediación activa: implica que los padres participen directamente en las actividades digitales de sus hijos, como jugar juntos a un videojuego.

• Co-uso o co-visualización: se refiere al uso compartido de la tecnología, como ver una película en familia.

• Monitorización o supervisión: control de lo que el hijo hace en línea, revisando aplicaciones que utiliza o sitios web que visita.

• Mediación técnica: uso de herramientas, como filtros en el navegador, para limitar contenidos inapropiados.

• Mediación inversa: iniciada por el hijo, quien solicita ayuda o consejo a los padres sobre el uso de una red social o aplicación.

• Mediación restrictiva: establecimiento de límites estrictos, como reducir el tiempo frente a las pantallas.

(Foto: Shutterstock).

¿Qué funciona mejor?

No existe consenso sobre qué estrategias son más efectivas para reducir el uso excesivo de pantallas. Algunos estudios señalan que las estrategias restrictivas son útiles para limitar conductas de riesgo, mientras que el co-uso o co-visualización pueden, en algunos casos, aumentar los riesgos. La mediación habilitante (cada una de las mediaciones mencionadas, excepto la restrictiva) parece más útil para fomentar la autonomía y el uso responsable. Por otro lado, en situaciones complejas como el ciberacoso, una combinación de mediación restrictiva y habilitante es más eficaz.

El desacuerdo sobre cómo abordar la mediación parental en línea surge, en parte, porque al igual que en la vida real, las estrategias se aplican simultáneamente o de manera combinada, y rara vez se aplica sólo una estrategia.

Los estudios recientes han comenzado a mirar de manera más global a las familias que se involucran activamente en lo que sus hijos hacen en línea. No existe un modelo único de mediación ideal, pero sí parece haber una idea clave: cuantas más estrategias diferentes y cuantas más acciones se realicen para guiarlos, menores serán los problemas que los niños experimenten al usar internet. Esto puede incluir desde establecer reglas claras sobre el tiempo de uso y tipos de aplicaciones, hasta revisar con periodicidad el teléfono, usar algunas aplicaciones de manera conjunta o explicarles riesgos concretos de usar una aplicación.

Parentalidad 3.0: lo digital y lo real como un todo

Con esto en mente, algunos investigadores proponen el concepto de "parentalidad 3.0" o "parentalidad total", un enfoque más amplio que combina la parentalidad tradicional y la mediación online. En esta nueva perspectiva, la parentalidad deja de ser vista sólo desde el afecto y el control offline, e incorpora habilidades digitales y estrategias específicas para afrontar los desafíos de un mundo interconectado.

La parentalidad 3.0 propone un enfoque global en el que lo digital y lo físico o presencial se entrelazan de manera natural en la vida cotidiana de las familias, y busca dar respuesta a la realidad de los menores, que es extraordinariamente líquida y no suele tener fronteras definidas entre ambos ámbitos. Se trata de incorporar al rol de padres en la vida real el acompañamiento y la supervisión en el ámbito digital.

Para ejercer con seguridad este tipo de parentalidad, es necesario ofrecer recursos, formación y apoyo a las familias.

Los "contratos" o acuerdos familiares

Un instrumento útil para implementar la mediación parental en el hogar son los "contratos parentales". Estos son acuerdos entre padres e hijos sobre el uso de la tecnología, con el objetivo de establecer límites claros y responsabilidades para fomentar un entorno digital seguro y saludable. Los contratos parentales deben ser adaptativos, ajustándose a las necesidades de cada familia y a las diferentes etapas evolutivas de los niños. Algunos puntos clave que deben regularse en el contrato incluyen:

• Tipos de dispositivos: definir qué dispositivos están permitidos y cuándo se pueden usar (móvil, tablet, ordenador, videojuegos).

• Tiempo de uso: establecer un tiempo total de uso diario y matizarlo según aplicaciones o actividades concretas.

• Contenidos y aplicaciones: controlar el acceso a contenidos y usar filtros para garantizar la adecuación de las aplicaciones y redes sociales.

• Responsabilidad digital: incluir normas sobre seguridad en línea, como no compartir información personal y ser respetuoso.

• Co-uso y mediación activa: fomentar la participación de los padres en las actividades digitales. Por ejemplo, jugar a videojuegos juntos o ver series y conversar sobre ellas.

• Monitorización: establecer cómo y con qué frecuencia los padres supervisarán las actividades en línea.

• Consecuencias de incumplir el contrato: definir consecuencias claras, como reducir el tiempo de pantalla o eliminar aplicaciones.

• Revisión periódica y adaptabilidad: replanteo regular del contrato para ajustarlo a nuevas etapas y cambios en la tecnología.

En definitiva, el objetivo es que las familias se adapten continuamente, respondiendo con sensibilidad y flexibilidad a las demandas digitales de sus hijos. No se trata sólo de limitar, sino de acompañar y educar. Poner límites sin valor pedagógico no suele ser eficaz.

Así, la parentalidad en la era digital no consiste sólo en reducir riesgos, sino también en aprovechar las oportunidades que la tecnología ofrece para el aprendizaje y el desarrollo integral de los niños y adolescentes. La parentalidad 3.0 es la evolución necesaria para garantizar que nuestros hijos se conviertan en ciudadanos digitales competentes y emocionalmente sanos, fuera y dentro de internet.

(Fuente: The Conversation)