Corría el año 1879, y al sacerdote alemán Johann Martin Schleyer pensó que sería una gran idea crear un lenguaje universal, para lograr el entendimiento entre personas de distintas culturas.

Caracteres del Völapuk y letras adicionales creadas por Schleyer.
El idioma contaba con 8 vocales y la pronunciación de las consonantes ofrecía 10 excepciones, con una clarísima semejanza con el alemán, prácticamente punto por punto. Además se trataba de un idioma con una gramática aglutinante, es decir, unía uno o varios términos a una raíz común, con el fin de formar nuevas palabras que designasen algo con precisión meridiana. En su origen contaba con cuatro casos, igual que el alemán, pero en 1931 se añadió el vocativo, como en latín, añadiendo una sola letra a la palabra, la "o" delante del sustantivo.
Un ejemplo con la propia palabra que da nombre al idioma: volapük. "Vol" significa mundo y "pük", pueblo, por eso para que sea "la lengua del pueblo" hay que declinar pueblo en dativo "vola". Así de sencillo… o de complicado.
Los adjetivos por su parte, se formaban añadiendo simplemente el sufijo "-ik" al sustantivo (volik: mundial), pero lo más curioso es que se colocaban antes del sustantivo, con lo que no era necesario concordarlos ni en caso ni en número, pero sí, si el adjetivo va detrás o si ambas palabras están separadas. Los adverbios se formaban añadiendo el sufijo "-o", o bien la misma terminación que para los adjetivos, es decir, -ik. Con todo esto, la palabra acaba complicándose muchísimo, justamente uno de los motivos del fracaso de esta lengua en el tiempo.
Los verbos son mucho más sencillos: son todos regulares y sólo había una conjugación. Hasta ahí todo parece sencillo, pero hay que tomar en cuenta que hay morfemas para designar el tiempo, el aspecto, la voz, la persona, el número y en según qué casos, también el género. Lógicamente, después de esto, es obvio porqué no triunfó este idioma, mucho menos con un competidor como el esperanto.
En su mejor momento, el volapük alcanzó un número estimado de 283 asociaciones, 25 publicaciones entre periódicos y revistas y 316 libros de textos traducidos a 25 idiomas. Incluso en 1887 se creó la Academia Internacional para preservar esta lengua, pero de poco sirvió, porque Schleyer acabó discutiendo con la propia academia y negándose a realizar cambio alguno a su galimatías. En 1920, el holandés Arie de Jong trató de introducir algunas reformas y mejoras que facilitaran el aprendizaje, uso y comprensión del volapuk, ofreciendo un breve resurgimiento y, en definitiva, una segunda oportunidad, sobre todo en los Países Bajos y Alemania. Pero tampoco fue más allá de una breve moda muy pasajera.