El filósofo y novelista hispano-estadounidense George Santayana (1863-1952) utilizó la memoria histórica como motor para el progreso humano con esta famosa afirmación: "Aquellas personas que no pueden recordar el pasado están condenadas a repetirlo".
Bajo esta perspectiva, conviene considerar las etiquetas que se
desarrollan a continuación, creadas como formas de control y
manipulación para legitimar el poder al amparo de una psiquiatría
sesgada.

(Foto: Shutterstock).
Drapetomanía y disestesia etiópicaFueron inventadas por el psiquiatra estadounidense
Samuel Cartwright a mediados del siglo XIX. La
drapetomanía, creada en 1851, hacía referencia al "
deseo de los esclavos africanos de escapar de sus amos"; en concreto, de las plantaciones del sur de Estados Unidos. Tanto Cartwright como
la sociedad racista a la que pertenecía defendían que la esclavitud era un orden legal al ser un
fenómeno natural impuesto por Dios.
Por su parte, la
disestesia etiópica, otro diagnóstico reservado a los esclavos negros, se caracterizaba por la "
apatía hacia el trabajo" y la "
cura" consistía en
latigazos.
Para el supremacismo blanco, cualquier signo de resistencia se
interpretaba con un síntoma médico. Ambas etiquetas se desvanecieron con
la abolición de la esclavitud en 1865.

Samuel Cartwright fue un promotor del supremacismo
blanco. Este movimiento asegura, desde las imprecisas investigaciones
del psicólogo británico Francis Galton (quien acuñó el término
"eugenesia"), que las personas negras son innatamente menos inteligentes
(Foto: Wikimedia).
DromomaníaEra una "locura por viajar". En 1887, el doctor francés
Philippe Tissié empezó a encasillar como "locas" a personas con "
impulsos irrefrenables de abandonar su hogar y recorrer largas distancias", algo hasta entonces inédito (también se llamó "automatismo ambulatorio").
Pero, más allá de la
fuga disociativa (encontrarse en un lugar sin recordar haber llegado hasta allí), la dromomanía
nunca ha sido aceptada por la medicina. Este es un ejemplo de cómo se puede disfrazar de alteración psicológica lo que, en realidad, era un
fenómeno social emergente.
Locura moralEn 1835, el psiquiatra británico
James C. Prichard diagnosticó con "moral insanity" a quienes "
actuaban sin freno moral, pese a conservar la razón". Aspiraba a ser una teoría médica sobre la
corrupción de la naturaleza humana, pero fue un reflejo de la
moral victoriana. Y terminó siendo un instrumento para
castigar a mujeres que rechazaban los roles tradicionales.
HisteriaEs, sin duda, el primer trastorno mental que se le atribuyó a las mujeres: una historia de
tortura, sumisión y represión sexual. Si bien los
papiros egipcios ya hablaban de ella, el término "histeria" proviene del griego "hysteron" (utilizado por
Hipócrates), que significa "útero" o "matriz". Un órgano sobre el que Platón escribió: "
Si
la matriz permanece sin producir frutos mucho tiempo se irrita y se
encoleriza; anda errante por todo el cuerpo y engendra mil enfermedades".

Vibrador eléctrico de mano, inglés, fechado en 1909. El
doctor inglés Joseph Mortimer Grandville inventó el primer vibrador
eléctrico con múltiples fines médicos a finales de la década de 1880.
Pero no queda claro si se aplicaba para tratar la histeria.
Posteriormente, aparecieron versiones para utilizarlas en la privacidad
del hogar (Foto: Science Museum Group, CC BY-NC-SA).
La llamada “
teoría del útero errante”
ha sido históricamente la explicación a los comportamientos de muchas
mujeres irritables o enojadas. Aquellas que no encajaban en los roles de
género impuestos y a las que se les despojaba de su humanidad de
múltiples formas:
• En la
Edad Media, las
castraban quitándoles el útero. Y las "más histéricas", según la iglesia católica, eran
acusadas de brujas,
sometidas a exorcismo y
quemadas vivas.
• En el
siglo XVII, aquellas que sufrían "brotes de histeria" podían ser
ahorcadas, como las
Brujas de Salem en 1692.
• En el
siglo XIX, las mutilaban
extirpándoles el clítoris, una práctica llamada
clitoridectomía
y ejecutada incluso en niñas. El deseo sexual femenino era un desvío
patológico y había que tratarlo cuanto antes (una creencia cultural aún
presente en el mundo). Es oportuno subrayar que el primer estudio
anatómico del clítoris no se llevaría a cabo hasta 1998.
A finales del siglo XIX, la explicación del movimiento uterino la descartó
Jean-Martin Charcot (considerado el
fundador de la neurología moderna) y la centró en factores emocionales. Posteriormente,
Josef Breuer y
Sigmund Freud encontraron la causa de este "trastorno" en supuestos
traumas infantiles. Ya no era necesaria la mutilación genital.

"Une leçon clinique à la Salpêtrière" (1887), de
André Brouillet. En el lienzo aparece el neurólogo Jean-Martin Charcot,
rodeado de alumnos (no había alumnas) y médicos (tampoco médicas),
mientras realiza demostraciones de hipnosis en una paciente
diagnosticada de histeria (Fuente: Wikimedia).Después de milenios de atrocidad, le colocaron la última máscara en el siglo XX: apareció en el
I Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales
(DSM-I) de 1952, como explicación a varios "comportamientos desviados".
Posteriormente, se renombró como "neurosis histérica" en el
DSM-II de 1968. Y, finalmente, desapareció en la publicación del
DSM-III de 1980, por sus
implicaciones misóginas.
Síndrome post-aborto
Surgió en la
década de 1970 en Estados Unidos como supuesto trastorno producido por una interrupción inducida del embarazo. En realidad, fue una
estrategia de manipulación social perpetrada desde
estamentos católicos y conservadores para presentar el aborto como una "amenaza psicológica".
Esta etiqueta
nunca ha sido reconocida por la comunidad médica internacional debido a la ausencia de evidencia científica. No obstante, algunos grupos ultraconservadores siguen apelando a su existencia.
MonomaníaApareció por primera vez en Francia de la mano de
Jean-Étienne Esquirol, alrededor de 1820. Se usaba para designar una "
obsesión irracional y exclusiva por una sola idea", como
piromanía,
cleptomanía,
erotomanía o
ninfomanía.
Hay que destacar que la ninfomanía fue creada exclusivamente para
mujeres consideradas "promiscuas" y, por su evidente sesgo sexista,
perdió valor clínico al inicio del siglo XX (nunca fue incluida en ningún manual).
La
monomanía tuvo presencia en tribunales para
enjuiciar conductas delictivas, particularmente homicidios. Pero resultaba tan ambigua que
acabó desapareciendo en torno a 1870.

Medicamento para tratar la neurastenia o "enfermedad americana" (Foto: Wikimedia).
NeurasteniaDescrita por
George Miller Beard en 1869, era la "enfermedad americana" (estadounidense). Pero sólo se diagnosticaba en
hombres blancos de clase alta. El cuadro, también llamado "americanitis", se centraba en la "
debilidad del sistema nervioso por actividad intelectual excesiva debido a las exigencias del mundo moderno". Pero fue una
herramienta misógina, racista y clasista para legitimar políticas imperialistas en Estados Unidos.
Aunque
en la década de 1930 comenzó a desaparecer, seguía siendo un tema
candente por su valor para comercializar medicamentos. Se podía
encontrar en el DSM-II, pero no en el DSM-III. También aparecía en la
décima
Clasificación Internacional de Enfermedades de la
Organización Mundial de la Salud (1990), pero quedó obsoleta en la undécima (2022).
NostalgiaEl médico suizo
Johannes Hofer acuñó este término en 1688 considerándolo una enfermedad,
especialmente en estudiantes y soldados que sufrían "
tristeza por estar lejos de casa".
Este diagnóstico, conocido también como "pothopatridalgia", se extendió
ampliamente por el mundo, pero desapareció con la llegada de la
Primera Guerra Mundial. Tras el conflicto, el término cambió de significado al que tiene actualmente.
Síndrome de alienación parentalLo propuso el estadounidense
Richard Gardner en 1985 para referir "
el comportamiento de menores que rechazan a uno de sus progenitores sin justificación aparente". En la actualidad, se está utilizando para
desacreditar los testimonios de menores víctimas de abusos sexuales con el fin de proteger al abusador. También se emplea como
amenaza para disuadir a las mujeres de abandonar a su pareja en casos de violencia de género.
Aunque ha sido utilizado en juicios,
carece de evidencia empírica y está considerado una forma de
maltrato infantil. De hecho, y como ejemplo, la
Asociación Española de Neuropsiquiatría difundió en 2010 una declaración en contra de su uso y la
Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia de 2021 lo prohíbe explícitamente por
falta de aval científico.
HomosexualidadEl DSM-I (1952) la incluyó como
trastorno mental. Se sentenció como condición "anormal", bajo el
criterio heteropatriarcal y eclesiástico
de una binariedad mutuamente excluyente (masculino / femenino). Por
ello, el tratamiento para estas personas "invertidas" y "peligrosas" fue
entonces, y sigue siendo, la "terapia de conversión":
auténticas torturas, practicadas de formas especialmente crueles por la
Inquisición.

El nazismo buscaba erradicar la homosexualidad, que
consideraban una amenaza para la supervivencia del pueblo alemán. En el
campo de Buchenwald, un médico de las SS (Schutzstaffel o escuadras de
protección) llamado Carl Værnet intentó ‘curar’ la homosexualidad
mediante la administración forzosa de hormonas sexuales (a otros les
inyectaba el tifus para comprobar tratamientos). Un triángulo rosa
invertido era el símbolo con el que marcaban los uniformes de los
hombres homosexuales en los campos de concentración. Por ello, este
memorial recuerda así aquella barbarie. La placa dice: "En memoria de
los hombres homosexuales que sufrieron aquí. Hubo 650 prisioneros
Triángulo-Rosa en el campo de concentración de Buchenwald entre 1937 y
1945. Muchos de ellos perdieron la vida" (Foto: Wikimedia Commons).
Su inclusión como trastorno mental en los manuales de Psiquiatría fue un acto de la
cultura homofóbica.
Y su eliminación fue la respuesta política en contra de ésta. La
homosexualidad desapareció del DSM en 1973 y de la lista de la OMS en
1990. Pero
hay quien todavía insiste en verla como una patología.
¿Qué pasará en el futuro?No existen palabras para encapsular la magnitud del sufrimiento de tantos millones de personas. Que sirvan ahora las de
Nelson Mandela: "
Cuando
se escriba la historia de nuestro tiempo, ¿nos recordarán por haber
hecho lo correcto o por haber dado la espalda a quienes hoy necesitan
ayuda?".
(Fuente: The Conversation / redacción propia)